A la edad de 81 años falleció el
pasado día 13 del actual en nuestra ciudad don José Rocabert
Rouco, súbitamente, como si hubiera elegido su modo de morir
cual fue su norma de vida: prudente, educado, servicial y
dado calladamente al prójimo.
Era hijo de uno de los notables contratistas que llegaron a
Ceuta por los años treinta como fueron Jose Quireza,
Maximino Sanmartín, Antonio Díaz, Francisco Fraiz (padre),
Benjamin Falcón y otros que ahora sentimos no recordar que
aquí desempeñaron el ejercicio de su profesión y que han
dejado huellas indelebles en la geografía ceutí con sus
muchas edificaciones erigidas por ellos en la ciudad.
El abuelo de Pepe Rocabert (que así le llamábamos sus
amigos) fue un pionero contratista entre aquellos llegados
de la Península a Marruecos a ejercer su actividad y, según
tenemos entendido, fue el constructor que edificó las
estaciones de tren de la Zona Norte de Marruecos (lo que era
el Protectorado Español), siguiendo la tradición su hijo y,
posteriormente, su nieto del que hoy desgraciadamente nos
ocupamos.
Pepe Rocarbet era un conversador amable y entendido en
materias tan prolijas (en el mejor sentido de la palabra)
como la política, le encantaba la geografía y era un gran
sabedor de las cuestiones deportivas (siempre fue un asiduo
seguidor de la A.D. Ceuta). Fue, también, aunque con una
labor callada y discreta, sin perseguir desempeñar cargo (a
él solo le guiaba su interés por Ceuta) partícipe de la
creación, en los albores de la democracia, del Partido
Nacionalista Ceutí asistiendo, a todos los Plenos en los que
participaban los miembros de su partido, colaborando con su
asesoramiento y ayuda siempre desinteresada como ya hemos
apuntado.
Parece que fue ayer cuando le veíamos cruzar calle Real
arriba y abajo, o por la Barriada de San José, con su
cartera de documentos, visitando a sus clientes o atendiendo
demandas de encargos profesionales como requería su
profesión de Agente de la Propiedad Inmobiliaria y contrista
de Obras. Se nos acabó también, aunque en esta época con
menos cotidianidad, nuestras conversaciones de política
defendiendo siempre a capa y espada la españolidad de su
Ciudad o deportivas, con su amor por los colores “del
Ceuta”.
Para terminar, en estas penosas circunstancias, queremos
hacer llegar a su esposa Pepi Torres y a su hija Clement, en
las que tenía puestas todas sus complacencias, nuestro
sincero dolor, al tiempo que recordamos parte del verso que
su hija le dedicó en el acto del funeral que embargó de
emoción y dolor a cuantos asistimos al sepelio:
Que el amor nos una siempre
que siempre sienta tu abrigo
que una estela me suba al cielo
… y esa distancia infinita
sea un paso cortito
cada vez que necesite
tu mano, un beso y tu cariño…
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