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OPINIÓN - VIERNES, 15 DE FEBRERO DE 2013

 
OPINIÓN / EL ALA OESTE

Omnia in bonum

Por Juan Carlos Hernández


Decía mi madre que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Lo mismo podemos decir de la Iglesia Católica. Se la critica cuando se ve salpicada por las debilidades humanas, se la critica cuando se opone a la falta de moralidad y de valores, aduciendo que defiende principios rancios y “tradicionales”. En muchas publicaciones y tertulias supuestamente “bien intencionadas” se reconoce la “labor humanitaria” de la Iglesia, como si la Iglesia de Cristo fuese una organización no gubernamental al uso.

Los medios de comunicación, los partidos políticos, las organizaciones sociales y económicas; todos quieren. reducir la Iglesia Católica a categorías asimilables al mundo laico, a ese mundo en el que no existe “La Verdad”, sino que cada uno tiene su propia verdad. Ese mundo en el que el amor por los seres humanos se confunde con una supuesta “tolerancia” o un supuesto “respeto” por las opiniones o modos de vida ajena. Ese mundo en el que se confunden amor y sexo, sexo y pornografía, ese mundo en el que el fin justifica los medios.

El porqué la Iglesia Católica es siempre objeto de polémica se encuentra en las raíces de su propia fundación. La iglesia Católica es la Iglesia de Cristo, es decir de Jesús de Nazaret, de la casa de David que nació en tiempos del emperador Agusto en la adea de Belén, un pueblecito remoto de Israel bajo el dominio romano. Que es el Hijo de Dios, el Mesías que había de venir, hecho hombre. Verdadero Dios y verdadero hombre que predicó la conversión y fue torturado y muerto en la cruz en tiempos del sucesor de Augusto, el emperador Tiberio, y que a los tres días de haber sido cruelmente asesinado RESUCITO DE ENTRE LOS MUERTOS y durante cuarenta días se apareció a cientos de testigos y afirmó su permanencia entre nosotros hasta el fin de los tiempos. Que para ayudar al ser humano a encontrar y entender su verdadera naturaleza instituyó la Iglesia como referencia viva y al primer papa como una roca donde anclarse: “Tu est Petrus”’ tu eres Pedro tu eres la roca.

Así que, sí señores, la Iglesia Católica, los católicos, creemos con absoluta certeza, no con relativa fe en que Jesús de Nazaret, es Hijo de Dios encarnado en María por el Espíritu Santo, totalmente hombre y totalmente Dios y, lo crean otros o no, está absolutamente vivo. No es un recuerdo, no es un moralista, no es un filósofo ni un revolucionario social es ni mas ni menos EL HIJO DE DIOS HECHO HOMBRE. Y esto es lo que hay.

Eso es lo tiene el agua cuando la bendicen, eso es lo que no entienden, o pretenden no entender, o quisieran entender y no saben cómo, o no quieren entender, o no se atreven a admitir aquellos que piensan que la Iglesia debería “flexibilizarse”, “ponerse al día” o vaya usted a saber qué. La Iglesia se pone al día cada vez que se celebra una misa, cada vez que un niño recibe su primera comunión, cada vez que una persona se bautiza, cada vez que alguien se casa, se confirma o recibe un sacramento.La iglesia se flexibiliza cada vez que Cáritas o Manos Unidas desarrolla su labor de amor. La Iglesia se flexibiliza cada vez que lucha por la vida, por la igualdad de la mujer, contra las desigualdades sociales. En fin, todo aquello que Cristo permanentemente nos dice y que nos enseñó de forma práctica y dolorosa en la Cruz: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”.

Decir esto hoy es polémico y también lo era ayer y antes de ayer. Plantear deberes en vez de derechos no es agradable, indicar disciplinas en un mundo anárquico es de locos, luchar por la libertad de los hijos de Dios en un mundo de fanáticos es de suicidas, mantener de manera intelectualmente válida que el ser humano está hecho para la resurreción y que gracias a Jesús hemos vencido a la muerte puede parecer de necios, pero esto es lo que hay.

El Papa Benedicto XVI y su antecesor Juan Pablo II nos decían “no tengáis miedo” y dejad entrar a Cristo en vuestra vida. Eso es lo que la Iglesia hace día a día admitir que Dios está presente en la Historia real y diaria de los hombres y las naciones e influye directamente en ellas. Por eso somos diferentes, por eso somos puntos de referencia y por eso millones de seres humanos vuelven sus ojos a Roma esperando al nuevo sucesor de Pedro.

El faro sobre la roca sigue y seguirá iluminando. Omnia in bonum.
 

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