El hecho de escuchar a un alto responsable político pedir
disculpas públicas se ha convertido en algo insólito en
nuestros días. Por ello, nos ha llamado más la atención que
el primer ministro británico lo hiciera hace algunos días
por la gestión desarrollada en algunos centros hospitalarios
de Sistema Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido, que
fueron víctimas de una gestión que primaba “la consecución
de objetivos económicos frente a la calidad del servicio”
Y lo hizo al constatar una investigación según la que, en
solo un centro hospitalario se había registrado, fruto de la
pésima atención recibida, entre 440 y 1.200 defunciones a lo
largo de cuatro años. Casos dramáticos de personas con
nombres y apellidos a los que, al parecer, se les privaba
incluso de agua y alimentos.
Ésta y otras investigaciones que se están conociendo
recientemente lo que vienen a demostrar es que el proceso
privatizador del sistema sanitario británico puesto en
marcha a iniciativa de Margaret Thatcher a finales de los
años 80, siguiendo una hoja de ruta denominada ‘White Paper
Working for Patiens’, ha conllevado negativas consecuencias
en la atención que se presta al ciudadano y en las
condiciones de trabajo de los profesionales que no debemos
pasar por alto en nuestro país.
Lo sucedido en el Reino Unido no debería quedarse en un mero
titular de prensa sino servirnos a todos para hacer una
profunda reflexión sobre el modelo de futuro que queremos
para nuestra sanidad. Ahora, más si cabe, al ser muchos y
poderosos los intereses políticos y económicos que,
aletargados pero a la expectativa a lo largo de los últimos
años, están protagonizando una ofensiva en toda regla contra
lo público y a favor de lo privado.
Otro buen ejemplo que deberíamos también tener en cuenta es
la “marcha atrás” del Gobierno alemán de Ángela Merkel al
copago sanitario que se puso en marcha hace años para
reducir las visitas innecesarias a los centros sanitarios,
al demostrarse que no se ha conseguido este objetivo y que
se perjudicaba a las personas con escasos recursos
económicos.
¿Por qué no aprender de los errores ajenos si todavía
estamos a tiempo?, ¿por qué no atender a las experiencias de
Reino Unido o Alemania, verdaderos referentes para el resto
del mundo en su manera de gestionar y adoptar todo tipo de
políticas? Pues de la misma manera que tampoco parece que
nos queremos dar cuenta de los intentos de otros países,
como Estados Unidos, de “copiar” el que hasta ahora ha sido
un modelo sanitario envidiado por muchos (La Organización
Mundial de la Salud, OMS, situaba a España, hasta ahora,
como el 7º mejor sistema sanitario del mundo; el 3º entre
los países más poblados).
Y lamento decir hasta ahora, porque la realidad tozuda es
que muchos de nuestros gobernantes han emprendido un camino,
para ellos de no retorno, donde la sanidad no es ya un fin
sino el medio para conseguir otras cosas (reducir el
déficit, conseguir dinero rápido, hacer nuevos amigos…). Son
realidades ya en la Comunidad Valenciana, Cataluña, Castilla
la Mancha y, de todos sabido, se inicia ahora en Madrid,
Galicia…
Las experiencias de Gestión Privada en España, de hecho, han
sido penosas; con rescates multimillonarios con cargo al
erario público y que, en ningún caso han demostrado ni
ahorro ni una mejor atención a los pacientes.
Si hablamos de Ceuta, ya hemos oído palabras como
“externalización” o “privatización” de servicios del INGESA
como el de Cocina o Lavandería.
Se ha asegurado a la opinión pública que las empresas
privadas ofrecerán mejor calidad y a mejor precio, pero
¿cómo es posible que una empresa con ánimo de lucro, gane
dinero y a la vez consiga ahorrar, manteniendo el personal y
la calidad? Hasta los niños se darían cuenta que no cuadra,
sino que finalmente se perjudica a los trabajadores y a los
ciudadanos.
¿Es posible dar marcha atrás? En el Sindicato de Enfermería
creemos que sí. La fuerza de la razón y la unión de
ciudadanos y profesionales pueden todavía cambiar las cosas.
No será fácil porque son muchos los focos de atención y
preocupación de los ciudadanos que provocan que la
movilización se divida y disperse, el desempleo, la
economía, la corrupción…, pero es posible, muy posible.
Aún estamos a tiempo de evitar que las portadas de los
periódicos de 2025 de nuestro país y del resto del mundo
denuncien prácticas y actuaciones que hayan perjudicado a la
salud del paciente, el cual, no lo olvidemos nunca, es el
centro y razón de ser de nuestro sistema sanitario.
* Secretaria General Autonómica del Sindicato de Enfermería,
SATSE, en Ceuta
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