Me refiero al PSOE y más
concretamente a sus altos cargos que tras llevar
“predicando” varios meses, y mucho más fuertemente las
últimas semanas, pidiendo que dimita Rajoy, ahora se
encuentran con que quien ha presentado la dimisión ha sido
el Papa.
Está visto que no dan una a derechas y muy especialmente, en
el terreno religioso, desde que comenzaron con aquella
“cruzada” de la retirada de los crucifijos de las aulas de
clase.
Lamento profundamente la retirada de Reizzigger, porque va a
ser difícil que vuelva a la cabeza de la Iglesia una persona
con una formación como la suya, pero me alegro que haya dado
ese paso, para demostrar al mundo, “URBI ET ORBI”, que no
hay imprescindibles sobre la tierra y que uno debe saber
valorar sus limitaciones, cosa que acaba de hacer el Papa
Benedicto XVI, un bávaro con tesón y con ganas de trabajar,
mientras las fuerzas se lo han permitido.
Además y por algo es alemán, ya se ha puesto de manifiesto
que hay en países en los que la palabra dimisión se puede
llevar a cabo, mientras en otros, por ejemplo en el nuestro,
eso de dimitir no ha entrado, aún, en el vocabulario y en
los hechos de cada día.
Y es que Alemania, en muy pocos días, nos ha dado un ejemplo
más de eso de las dimisiones, especialmente cuando una alta
representación del Gobierno Federal ha dimitido porque
alguien la había descubierto que, en su día, había hecho una
tesis doctoral que era un plagio de otra obra anterior a
ella.
Son ejemplos que hablan, por sí mismos, y volviendo a la
marcha de Benedicto XVI, el primero de los papas que dimite
en los últimos seiscientos años, nos vamos a encontrar con
que, allá por la Semana Santa, el mundo tendrá dos papas, el
que sea elegido y el que se va ahora que se retirará a un
lugar tranquilo donde seguirá leyendo, escribiendo y metido
en su propio trabajo.
Y hemos dicho que para la próxima Semana Santa ya tendemos
otro, pero las quinielas que se han empezado a abrir apuntan
a muy pocos lugares, hoy por hoy no parece el mejor lugar
volverse a acercar a Italia, tras los pocos días que vivió
el último Papa italiano, allá por 1978, Luciani, Juan Pablo
I.
Ha pasado tiempo, es verdad, pero todas las cosas raras que
había entonces no han desaparecido, pueden haber cambiado
algo, pero sólo eso.
Ahora, tampoco, parece que África tenga ningún papable con
verdadera formación, con lo que queda Hispanoamérica, de
donde ya hace falta que salga alguno y si no es de aquí
podría ser de tierras anglosajonas.
Particularmente me inclino por Hispanoamérica, especialmente
por aquellos países en los que la miseria, el hambre y las
dificultades han hecho de muchos territorios el terreno
abonado para alejarse de la Iglesia o para estar más unidos
que nadie a ella.
Tiempo al tiempo. La Iglesia y el Mundo van a estar durante
un mes en una situación atípica, o al menos atípica desde
hace muchos siglos.
Un mes y medio se pasan pronto, en torno a los días de
Semana Santa ya habrá un nuevo Papa, que, de momento es una
incógnita de quien puede tratarse.
Para entonces, por aquello de cerrar por donde comenzamos,
es de suponer que el PSOE ya haya cambiado el mensaje que
muy pocos aciertos le ha dado estos días.
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