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OPINIÓN - MARTES, 12 DE FEBRERO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

La renuncia de Benedicto XVI
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

El Papa anuncia que dimitirá el próximo 28 de febrero por razones de salud. La noticia corre como la pólvora y el mundo entero habla de algo que no entraba en los cálculos de nadie: la renuncia de Benedicto XVI a su Pontificado. Con lo cual sería el cuarto Pontífice romano en tomar semejante decisión. Y lo hace alegando lo siguiente: “He de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”.

La decisión del Santo Padre es motivo de charlas de cafés, de corrillos, mentideros, oficinas y, naturalmente, los tertulianos de los diferentes medios no cesan de opinar al respecto. El espectáculo de los pareceres no ha hecho más que comenzar. Y así seguirán hasta que el hecho se consume a la ocho de la tarde del 28 de este mes. Y lo que te rondaré, morena.

Raro resulta que El Papa haya elegido irse en el mes al que los refranes consideran que no es de fiar en ningún aspecto. Lo cual demuestra que la Iglesia no comparte los dichos agudos y sentenciosos de uso común. Pero uno, sí; y, por tanto, se le viene a la mente ese dicho que asegura que no hay mal que por bien no venga.

Que es lo que habrán pensado los miembros del Gobierno nada más conocerse el bombazo de la renuncia de Su Santidad. Lo cual es tan fácil de entender cual comprensible. Ya que a partir de ahora y hasta que finalice febrerillo el loco, en España sólo se hablará de Benedicto XVI y de todo cuanto concierne a su abdicación. Tendrán preferencias los dimes y diretes acerca de un hecho trascendental en el seno de la Iglesia (a propósito: a ver si me tropiezo con mi estimado Alejandro Sevilla y me pone al tanto de cuestiones relacionadas con la validez de la renuncia del Papa).

La renuncia de Benedicto XVI ha llegado en el momento más oportuno para el Gobierno presidido por Mariano Rajoy. Y cabe imaginar, por más que digan lo contrario, pues están obligados a ello, faltaría más, que sus componentes se muestren eufóricos. Sus componentes y toda la familia popular. Estarán alegres como unas castañuelas. Por algo tan principal como es que deje de hablarse de la corrupción y, concretamente, del “caso Bárcenas”. Máxime cuando la Policía ha manifestado que hay defectos de forma en los papeles manuscritos por Luis “El Cabrón”.

Así, pronto veremos de qué manera los populares saldrán a la palestra diciendo que lo que toca en estos momentos, de tanta incertidumbre en el Vaticano, es pedir por la Iglesia y por El Papa. Y que los españoles debemos rezar para que el Espíritu Santo esté presente en todos los actos trascendentales que se avecinan en Roma.

Por lo cual debemos olvidarnos de cuestiones menores. Como hemos venido haciendo hasta ahora. Por mor de Rubalcaba. Y, de paso, se nos hará saber que María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría serán preparadas mejor que nunca para que acudan, una vez más, a la Sede Pontificia, el día anunciado, vestidas de riguroso luto y con peineta y mantilla. Protocolo que les cae de maravilla a las ‘niñas de Rajoy’.

En fin, lo ya dicho: que no hay mal que por bien no venga. Y lo anunciado por El Papa, es decir, que dimite y que lo hace porque reconoce que no está en condiciones de ejercer el ministerio que le fue encomendado, además de cogernos por sorpresa a todos los católicos, se ha convertido en una tabla de salvación, momentánea, para el Gobierno y para el PP.
 

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