Fue en el siglo XIX, según dice
José Luís Gómez Barceló, el Cronista Oficial de Ceuta,
cuando muchas familias gaditanas llegaron a Ceuta para
quedarse. Conque la forma de ser de Cádiz sigue
manifestándose en esta tierra. A pesar de los años
transcurridos.
José Fernández Chacón, anterior delegado del
Gobierno, me contó un día cómo la guasa gaditana se dejaba
ver en Ceuta. Me refiero a cierta gracia seria, en reposo,
que así la define, en ‘El Habla de Cádiz’, Pedro M. Payán
Sotomayor; doctor en Filología Románica y profesor de la
Universidad de Cádiz. Una gracia filtrada por la razón y
salpicada de ángel.
Aquel día, creo recordar que fue en el despacho del entonces
delegado del Gobierno, puse yo un ejemplo de auténtica guasa
gaditana. Relacionada con un alcalde de Cádiz, llamado
Jerónimo Almagro Montes de Oca. Quien estuvo al frente
de la alcaldía desde 1969 a 1976.
A don Jerónimo le faltaba el brazo derecho. Y la gente decía
de él que era el más rápido del mundo mundial pelando
langostinos con la mano izquierda. Que había adquirido tanta
habilidad, en ese menester, que no había persona en el mundo
capaz de batirlo. He aquí, sin duda alguna, la guasa
gaditana en su apogeo.
Fernández Chacón se rió con mi comentario a mandíbula
batiente. Y me dijo que él había tratado mucho a Jerónimo
Almagro Montes de Oca. A quien le gustaba con locura ir
custodiado bajo mazas todos los sábados. Era un desfile de
la Corporación Municipal, que salía desde el Ayuntamiento,
precedido por los toques de los clarineros, y llegaba hasta
la iglesia, como si se tratara de una procesión, para oír
misa. Ni que decir tiene que los ropajes usados por maceros
y demás componentes del cortejo que acompañaban a los
concejales y miembros del equipo de Gobierno parecían
salidos de una estampa medieval. Por más que los
emperifollados políticos, unos con trajes y otros con
chaqué, pusieran la nota del contraste.
Tras aquella conversación con JFCH -amigo del alma de
Juan Vivas, por obra y gracia de una buena convivencia
que a ambos les convenía mantener en todos los sentidos-, me
olvidé de esa representación conocida como ir la Corporación
Municipal bajo mazas, convencido de que ese espectáculo
estaba ya tan desfasado como para que ningún alcalde tuviera
a bien ponerlo en escena. Es decir, revivirlo. Pero está
comprobado que uno no acierta nunca con los políticos. Y
cuando acierta, que son pocas veces, los hay que enseñan los
colmillos como animales rabiosos. Esos que tanto preocupan a
nuestro consejero de Sanidad y Consumo.
A lo que iba, que nuestro alcalde decidió el sábado, día
nueve del mes que corre, acudir bajo mazas a la iglesia
desde el edificio municipal. Para renovar el Voto de Gracias
a la Patrona y Alcaldesa de Ceuta, la Virgen de África.
Aunque nuestro alcalde no acudió a la cita carente de ningún
miembro. Nada que ver, pues, con aquel alcalde de Cádiz,
especialista en pelar langostinos con una mano.
Aunque la guasa gaditana, afincada en Ceuta, tras verse las
fotografías del desfile, ha propiciado que alguien dijera
que éste parecía más paseíllo taurino que religioso.
Paseíllo de un matador solitario y dispuesto a lidiar
dificultades con una cuadrilla deficiente. Y sobre la
petición del alcalde en la iglesia, dada su condición de
manzanillo, se dice que puede causar el efecto contrario. Y
ha despertado cierto canguelo. Toquemos madera.
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