Hubo un tiempo en el cual se me
criticó la atención que le dispensaba a las declaraciones de
Juan Luis Aróstegui. Y hasta se decía que la tenía
tomada con él. Incluso los hubo que me acusaban de
inmiscuirme en cuestiones personales de quien se considera
el hombre más inteligente de Ceuta y, por supuesto, más
influyente.
Pues bien, ahora, cuando ni me acuerdo de la última vez que
escribí del hombre que dirige los destinos de la coalición
Caballas, sucede todo lo contrario: los mismos que antes me
achacaban mi insistencia al respecto, me reprochan que no
diga ni pío sobre el sindicalista que más empleos desempeña
en esta ciudad y que, por tanto, figura entre las personas
que más dinero percibe cada mes.
Aróstegui no para de trabajar. Sigue haciendo de todo, como
siempre, trabajando en muchas cosas a la vez, y sus
seguidores le atribuyen la posesión de un coco renacentista
o leonardesco, aunque no figure como el inventor de nada
extraordinario, todavía. Que todo se andará…
De momento, lo que no se le puede negar a Aróstegui es su
amistad con Juan Vivas. La cual podría, parafraseando
a los asuntos de Bárcenas en el PP, lucir el
siguiente epígrafe: amistad b. Es decir, amistad alejada de
las miradas de las personas que no entenderían a cuento de
qué se han venido entendiendo tan bien, durante tantísimos
años. Se han venido entendiendo tan bien, y jamás dejarán de
hacerlo, porque ambos se necesitan. Máxime cuando están
convencidos de que andan sobrados de caletre. Que son los
más despiertos del lugar. Y que pueden seguir haciendo lo
que les plazca, cada uno desde su atalaya, por creerse
firmemente que todos los demás estamos tarados de cacumen.
Ustedes dirán, y están en su perfecto derecho, que si esa
amistad fuera como uno dice, el sindicalista, que más
haberes recibe todos los meses, no estaría todos los días y
fiestas de guardar arremetiendo contra el Gobierno.
Denunciando todo lo habido y por haber. Convertido en un
fiscalizador de armas tomar. Insultando a cada paso a los
concejales. Motejándolos. Riéndose de ellos con
premeditación y alevosía.
Mientras tanto, observamos cada vez más de qué manera el
portavoz del Gobierno, Guillermo Martínez, suda la
gota gorda para defender las andanadas malignas lanzadas por
el íntimo amigo del alcalde. Y cómo hay momentos en los que
superado por la parla de quien más manda en la coalición
Caballas, se sale de la sala de plenos con el rostro
desencajado, para fumarse el cigarrito del sosiego. Porque
se siente mal. Porque la ira le puede y porque es consciente
de que está ante un tipo, Aróstegui, que tiene bula para
provocarle y disfruta de lo lindo sacándole de quicio. Ante
el regocijo de alguien a quien el portavoz no se atreve a
quejarse.
El portavoz del Gobierno, cuando se siente burlado con saña
por el hombre principal de la coalición Caballas, o sea,
Aróstegui, debería preguntarse qué motivos tiene éste, que
todo lo denuncia, para no decir ni pío acerca de las
prebendas que viene recibiendo la Federación de Fútbol de
Ceuta por parte de la Ciudad (Concretamente, García Gaona).
Un organismo cuyos libros de contabilidad tienen telarañas
registradas. Y por qué se produjo el descenso administrativo
de la Asociación Deportiva Ceuta. Y podrá percatarse de que
hay amistades que todo lo pueden. No vaya a ser que se la
estén dando con queso al señor Martínez. Lo cual sería
lamentable. A estas alturas de su trayectoria política.
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