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OPINIÓN - JUEVES, 7 DE FEBRERO DE 2013

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Una gran funcionaria
 


Jesús Carretero
opinion
@elpueblodeceuta.com
 

Intencionadamente, voy a silenciar su nombre, por el respeto que me produce encontrarme en un organismo oficial con una funcionaria o un funcionario que, desde el primer momento, se interesa por el asunto que va a abordar y que además de interesarse conoce a pie juntillas todo lo que hay en su departamento.

Yo me estoy refiriendo, ahora mismo, a una funcionaria de la Delegación de Hacienda, de aquí de Ceuta, hija de funcionario y que en dos ocasiones que he tenido la necesidad de tratar un asunto con ella, me ha demostrado como el bien hacer y el cariño a su profesión hace romper esas falsas imágenes que hay en el mundo del funcionariado.

A más de uno le va a parecer extraño que, ahora precisamente, cuando a los funcionarios nos están machacando desde todos los ángulos, podamos mostrar la auténtica valía del funcionariado, en la mayor parte de los casos.

Es cierto que, en más de una ocasión, hemos visto como un “sucedáneo de funcionario”, en vez de atendernos con prontitud y buenas maneras, se ha quedado sentado junto a su mesa, limpiándose las uñas. Ese, por supuesto, no es un funcionario, ese puede ser alguno de los que llegó, por el camino que fuera y está ocupando el puesto de un verdadero funcionario, sin él serlo.

Y es más, aunque ahora suene mal hablar bien de los funcionarios, no debemos olvidar que en cambios tan trascendentales como el que se dio en España, en el paso de la dictadura a la democracia, si no hubiera sido por la formación de los funcionarios la Administración se hubiera paralizado, porque ya me dirán qué sabían de cualquiera de los departamentos los recién llegados a altos cargos, por mucho que les hubieran votado en Sevilla, en Guadalajara, en Zaragoza o en Badajoz.

Pero hay más, cuando se habla de los funcionarios, con mucha frecuencia se está citando a personas que no por la puerta abierta del funcionariado han entrado, hay muchos, muchísimos, que han llegado por unos caminos falsos, marcados por el dedo de alguno de esos jefecillos, que prefieren rodearse de uno que siempre le dice sí, a tener que estar oyendo, al verdadero profesional, que aquel camino no es el idóneo para el asunto que están tratando.

Y mira por donde, hemos llegado al punto que quería llegar y al que el funcionario, de verdad, ha tenido que pasar por una oposición en la que, al menos, en el tema que tuvo que defender, demostró que estaba preparado y más que otros que se quedaron sin entrar.

Aquí, sí estamos hablando de funcionarios, mientras que no podemos tratar de tales a aquellos que llegaron por ser amigos de quien eran, por haber visitado muchos despachos, por haber pegado muchos carteles publicitarios, hasta lograr el huequecito que le va a proporcionar una nómina similar, si es que no mejor, a la del funcionario, pero sin serlo.

Tras todo esto, vuelvo al comienzo de mi columna y vuelvo, como funcionario que, también, soy con el orgullo de ver como colegas míos, aunque en otras materias, que están ahí, que conocen el mundo de la Administración, que cumplen y que saben perfectamente lo que es su trabajo.

Actitudes así son las que valoran a unos auténticos profesionales, y además funcionarios.
 

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