Hace ya unos cuantos años (febrero
de 2006) que Samuel Eto’o amenazó con retirarse del terreno
de juego, en el partido Zaragoza – Barcelona, por escuchar
gritos racistas simiescos en referencia a su origen
africano. La intervención del árbitro y los jugadores de
ambos equipos lograron calmarlo y que reanudara su
participación en el encuentro. Este incidente volvió a
colocarlo en el centro de las discusiones futbolísticas, que
ya sabemos que en España eran mas numerosas que las
políticas (en la actualidad, por desgracia, se ha cambiado
las tornas). Posteriormente, tras haber escupido a un rival,
volvió a colocarle en el centro de discusiones al ser
aludido polémicamente por el entrenador Javier Clemente con
la expresión: “los que escupen son los que bajan de los
árboles”…
Otro caso notable ha sucedió días pasados cuando en el
partido amistoso Pro-Patria y el A. C .de Milán, al
futbolista de origen africano Boateng se le acabó la
paciencia ya que no pudo aguantar mas tiempo los insultos
racistas que desde una parte de las gradas le caían y
abandonó el terreno de juego, solucionando el “réfere” la
situación suspendiendo el partido. Quienes no somos racistas
ni sentimos rechazo, hostilidad ni odio al extranjero,
tampoco estamos por el insulto o palabras que se utilicen
con la intención de lastimar u ofender a otro. Pero seríamos
injustos si únicamente nos refiriéramos a los insultos
racistas, pues también se corean otros insultos en los
estadios (como podemos apreciar en las retransmisiones
televisivas de partidos) en los que se refieren a la madre o
a la esposa de tal o cual futbolista, entrenador, arbitro o,
inclusive, directivo de cualquier club. Pongamos como
ejemplo las hinchadas de muchos equipos que alientan a sus
equipos a través del “he……………….., he……………, he………!! caaa…bróoon¡¡,
(lo que en román paladino se entiende por consentidor del
adulterio de su mujer), dirigido al guardameta del equipo
contrario cuando va a efectuar el saque de portería,
acompasando la “música con los pasos” del citado guardameta.
Y no digamos las expresiones de “hijos de puta”, dirigidas
en los estadios por la hinchada local, que pueden ser mil o
cincuenta mil personas a la vez, hacia los entrenadores,
árbitros o directivos visitantes ¿que culpa tendrá la madre
de estos profesionales o dirigentes de que el equipo local
vaya perdiendo en su confrontación con el visitante?. Y
seguimos preguntándonos ¿no son igual de lesivas y producen
mas daño estas últimas expresiones que van en detrimento,
perjuicio, menoscabo, molestia y dolor moral entre los
receptores de los mismas?.
No queremos aquí entablar un debate sobre la xenofobia en
los estadios, pero pensamos que no estaría de mas que la
Federación Española de Fútbol tomara cartas en el asunto
para evitar estos desmanes, so pena de verde sometida
cualquier día a un plante total de protesta colectiva (al
estilo Samuel Eto’o o Boateng) o a que los árbitros
paralicen el juego o suspendan el partido hasta tanto, como
mínimo, que se acallaran los agravios de los espectadores.
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