Joan Rosell, presidente de la Confederación Española de
Organizaciones Empresariales (CEOE), dice que ve un
‘desprestigio total de la función pública’, debido a los
múltiples casos de corrupción de los que estamos siendo
testigos. Este honrado caballero echa balones fuera y no
señala que detrás de cada caso de corrupción pública existen
empresas privadas que se benefician económicamente, que son
las que ponen los sobres encima de la mesa esperando que el
político de turno les conceda el favor por el que pagan. No
hay corruptos sin corruptores y si los primeros son cargos
públicos, los segundos son siempre grandes empresas.
Conviene no olvidar la situación en la que se encuentra el
anterior presidente de la CEOE, el señor Díaz Ferrán. Joan
Rosell debería tener este hecho en cuenta antes de ponerse a
hablar de la función pública, de “la picaresca española” o
del “problema del país”. La institución que preside no puede
dar lecciones de honradez a nadie.
No es nueva esta manía que tiene la gente de pasta de
descubrirnos a la gente de a pie cuales son nuestros
problemas, quienes son los culpables y cuales son las
soluciones. La famosa frase “A trabajar, aunque sea en
Laponia” fue pronunciada por José Luis Feito, presidente de
la Comisión de Economía y Política financiera de la CEOE,
culpando del paro a los mismos parados. El mismo Díaz Ferrán
dijo en su día aquello de “trabajar más y cobrar menos”,
echando más cargas sobre las espaldad de una clase
trabajadora que no es culpable de la crisis y que, en
cambio, no deja de ser la que paga todos los platos rotos.
El jefe de Mercadona, Juan Roig, dijo que lo que había que
hacer era “trabajar como chinos”. El gran empresario,
defensor a ultranza de la gestión privada, siempre ve como
culpable de todos sus males a la gestión pública, y como
vividores y vagos a los trabajadores a su cargo, igual que
los señoritos terratenientes siempre se han permitido y se
siguen permitiendo el lujo de llamar vagos a los campesinos
que se parten la espalda de sol a sol por una miseria.
Si nuestra gestión pública es una vergüenza (que está
desprestigiada se queda corto) es precisamente por el
sometimiento de lo público a los intereses privados de los
que el señor Rosell es representante. En nuestro sistema,
gobernar en favor de los intereses de las grandes empresas
es ley y si encima gobierna el Partido Popular la ley ya
pasa a convertirse en dogma. La derecha (PP al completo y
las cúpulas del PSOE) no tiene ideología, sino intereses.
Esta realidad queda reflejada en la famosa frase de Eduardo
Zaplana “yo estoy en política para forrarme” o con el
fenómeno de las puertas giratorias: dirigentes de los dos
grandes partidos que gobiernan en favor de empresas de las
que luego pasan a ser asesores por un jugoso sueldo. La
gestión pública es una mierda, sí, pero porque se gestiona
en favor de lo privado. Los sobres no vienen de los que
piden Eduación o Sanidad Pública, sino de los que se
benefician de las privatizaciones. Y los intereses de estos
piratas no los defiende CCOO ni UGT, sino la CEOE de la que
el señor Rosell es presidente.
|