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OPINIÓN - VIERNES, 1 DE FEBRERO DE 2013

 

OPINIÓN / EL OASIS

Mejor locos que corruptos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me van a permitir que no me levante de mi asiento para buscar el texto, de cuyo nombre ahora no me acuerdo, donde hace ya mucho tiempo leí un estudio minucioso, hecho por muy reputados especialistas de la mente humana, en el que llegaban a la siguiente conclusión: “Todos los grandes líderes políticos han dado muestras evidentes de tener perturbadas sus facultades mentales”.

Ninguna de las más admiradas y también odiadas figuras de la política se salvó de ser tachada de demencia. De tomar decisiones que sólo un loco podría atreverse. Y dieron nombres que han pasado a la historia como figuras de gran relevancia mundial. Figuras extraordinarias, cuya enumeración me ocuparía gran parte del espacio del cual disfruto. Pero que todos ustedes tienen sus nombres en la punta de la lengua. Que tampoco es cuestión de aprendérselos como nos obligaban a los bachilleres de antaño a hacerlo con los reyes godos.

Pues bien, cuando pasen los años precisos (esos que los historiadores dicen que han de transcurrir para poder analizar desde la distancia y, naturalmente, con la pizca de neutralidad necesaria, cómo han sido los primeros treinta y tantos años de nuestra democracia), a buen seguro que quienes saben dirán que la política estaba dirigida por líderes (!) muy cuerdos pero que hacían la vista gorda ante la corrupción generalizada que se había instalado en todos los partidos. Con más posibilidades, claro está, en los dos más importantes: Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español.

Eso sí, estar cuerdo no significa que la política esté saturada de lumbreras y de personajes con los dídimos bien puestos. Ya que habría que haber visto a nuestros actuales dirigentes teniendo que tomar las decisiones que hubieron de tomar aquellos que fueron tachados de enajenados, delirantes, insanos, maniáticos… Porque ya me contarán ustedes cómo quedaría Truman cuando decidió que había que emplear armas nucleares contra Japón. Y qué decir de Churchill ordenando bombardear la ciudad alemana de Dresde, sin el menor atisbo de piedad para sus habitantes.

Cierto es que Aznar, el más guerrero de nuestros presidentes democráticos, vio el cielo abierto cuando se le presentó la oportunidad de compartir con Bush tareas bélicas en Irak. Aquello fue una demostración de valor intrépido del que todavía se habla en Washington. La pena es que tan grande historia, ganada a pulso por el marido de la alcaldesa de Madrid, pueda quedar en agua de borrajas por mor de un tal Bárcenas que entonces formaba parte del grupo de personas que más influían en el partido del mejor presidente, según lo populares, de la España democrática.

Lo de Luis Bárcenas, onubense, alpinista, y con la taleguilla tan en su sitio como la tenían sus paisanos Litri o Chamaco, me refiero a los toreros padres, pues que los hijos demostraron con creces estar cortitos de coraje, ha sido un duro golpe para el PP.

A Bárcenas, como tesorero, hay que reconocerle, además de valor desmedido para pisar terrenos complicados a fin de convertirse en un Creso, que se ha empleado con inteligencia. Y ha puesto de los nervios a la cúpula de un partido cuyos militantes presumían de ser el más honrado del mundo. De los nervios están atacados sus dirigentes y puestos en entredicho. Porque todos están bajo sospechas. La cosa es para que se vuelvan locos. Que es lo mejor que podrían decir de ellos cuando toque…
 

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