Me entristece comprobar la
demagogia utilizada en sus manifestaciones por quienes hace
bien poco ocupaban el Gobierno de un país que sufría las
consecuencias directas de su incapacidad en solventar los
problemas de los españoles. La respuesta a tales
despropósitos ha sido contundente, el partido socialista ha
cosechado los peores resultados electorales de su historia
tanto en las Elecciones Generales como en los diferentes
comicios autonómicos celebrados hasta el momento.
Una realidad incuestionable al margen de diferencias
ideológicas puesto que, los resultados están al alcance de
los ciudadanos en las hemerotecas de los principales medios
de comunicación del país. El partido socialista obtuvo 59
diputados menos que en los comicios celebrados en 2008, su
peor resultado desde la restauración de la democracia. Una
tendencia que se ha mantenido en los cómicos autonómicos
celebrados posteriormente en País Vasco, Galicia, Andalucía
y Cataluña, demostrando con ello la pérdida total de
confianza por parte de su electorado.
¿Cómo es posible que ahora un dirigente socialista afirme
que nuestra Ciudad es la capital del paro? Acaso olvida que
ellos han gobernado este país en los últimos ocho años.
Acaso olvida su corresponsabilidad en la falta de medidas
correctoras provenientes de la única Administración
competente en esta materia. Es fácil, muy fácil culpar de
esta problemática a quien ha accedido a las
responsabilidades de gobierno en las peores circunstancias
posibles, las mayores tasas de déficit público y desempleo
de la Unión Europea.
Quienes han criticado en los últimos años la proliferación
de obras públicas planificadas por el Ejecutivo local,
autentico dinamizador de nuestro tejido productivo y por
ello, generador de empleo, ahora le acusan de inmovilismo.
Quienes han defendido la implicación del anterior gobierno
socialista en las diferentes problemáticas que padece
nuestra ciudad a través de la aplicación de numerosas
medidas contributivas, ahora catalogan a la ciudad de
subvencionada.
Los ciudadanos deseamos la complicidad con el actual
Gobierno del principal partido de la oposición, el partido
socialista, en la subsanación de los numerosos problemas que
ellos favorecieron con su incapacidad. Problemas que, sin
duda alguna, hoy arrastramos a pesar de las numerosísimas
medidas correctoras adoptadas en los últimos meses. De
justicia es reconocer las medidas adoptadas encaminadas a
reducir las cifras de déficit público y las reformas legales
introducidas para disminuir las cifras de desempleo.
La conducta de los actuales dirigentes progresistas es
inaceptable. Este país necesita de un partido socialista
fuerte, cohesionado e implicado en la solución de los
problemas que atenazan a la economía española. Un cambio que
además restituiría la confianza perdida de su electorado. En
definitiva, y pese a las evidentes diferencias ideológicas,
deseo sinceramente la reconsideración en los planteamientos
actuales de quienes hoy lideran esta formación política
tanto a nivel local como nacional.
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