Eva María González Fernández
es una belleza andaluza, nacida en Mairena del Alcor,
Sevilla. Es Miss España y miss de la simpatía y miss de la
elegancia, y, sobre todo, es hembra para mojar pan. A mí,
cada vez que la veo en mi televisor, se me encienden los
deseos y no tendría el menor inconveniente en rogarle que me
acunara entre sus brazos aunque fueran cinco minutos.
Eva María, además de modelo destacada, se atrevió a hacer
sus pinitos en televisión cuando aún no había sido capaz de
perder su acento andaluz. Y así se mostró en distintas
cadenas nacionales. Hasta que se hizo fuerte y famosa en el
programa de Canal Sur: “Se llama copla”. Programa que sigue
presentando en la actualidad.
Un buen día, esta mujer tan deseada, porque no me negarán
que es hembra que se mete por los ojos, accedió a dejarse
ver con el hombre que la prensa había convertido en mito:
Iker Casillas. Y paseó su garabato por la pasarela de la
vida junto a un tío que ella había sobrevalorado.
Pero pronto cayó en la cuenta de que se había equivocado de
pe a pa. Que el muchacho tan prestigiado por los periodistas
no era más que un tipo simplón pero convertido en un ser
dispuesto a hacer todo lo posible para mantener su prestigio
aun a costa de que otros compañeros se sumieran en la
desgracia. En suma: alguien atiborrado de hipocresía y muy
dado a ponerse de parte de los poderosos. Lo que suele
llamarse un sepulcro blanqueado.
Eva María González cortó de raíz, a tiempo, sus relaciones
con el niño mimado por la prensa. Y lo hizo tan bien, que
nadie fue capaz de decirle ni pío. Ya que romper relaciones
con el mito, y unirse a un torero, al día siguiente, si no
antes, podía haberle ocasionado problemas de lenguas
viperinas. No fue así. Lo cual demuestra que la personalidad
de Eva estaba por encima de un porterito de tres al cuarto.
El porterito de tres al cuarto, Casillas, pronto busco
refugio en los brazos de Sara Carbonero. Mujer
ojizarca y aires felinos. Sara Carbonero, periodista de
medio pelo, aunque de belleza tan salvaje cual fría, vio el
cielo abierto. Y muy pronto convirtió a Iker en un hombre a
su servicio.
El hombre a su servicio la premió, desde el primer día en el
cual retozaron juntos, contándole las intimidades del
vestuario madridista. Y ella fue aireándolo en su lugar de
trabajo para ganarse la confianza de sus jefes y hacerse un
sitio destacado en su profesión.
Todo comenzó cuando su hombre, Iker, la puso al tanto de las
debilidades de Ronaldo Cristiano, tan grande figura como
para eclipsar a un chaval de Móstoles que no le llegaba ni
le llega a la altura de su zapato. Y ella, Sara Carbonero,
no dudó lo más mínimo en propalar por el mundo lo detestable
que era el portugués. Precisamente el futbolista que con sus
goles hace posible que los petardos que pega el novio de la
diva no tengan funestas consecuencias para el Madrid.
Sara Carbonero, ojizarca ella, y aprendiz de bruja, ha
vuelto a meter la pata hasta el corvejón. Al declarar en una
televisión mexicana, en vísperas del Madrid-Barcelona, que
es un secreto a voces la división dentro del vestuario del
Madrid ya que los jugadores no comulgan con Mourinho.
Y se ha quedado tan pancha.
Ante esta situación, lamentable en todos los aspectos,
Santiago Bernabéu habría sajado el mal poniendo a
Casillas de patitas en la calle. Por falta de hombría.
Florentino Pérez tiene la palabra.
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