El segundo marido de Ángela
Merkel se llama Joachim Sauer, es profesor de química, y
dicen que mantiene un discreto y a veces incómodo segundo
plano. No me extraña, pues debe ser muy complicado estar
casado con la mujer más poderosa del mundo.
No sé por qué me da a mí en las pituitarias que todo lo que
no habla el marido lo habla a ella. Y hasta creo que si lo
acompaña al médico, un suponé, es doña Ángela la encargada
de poner al galeno al tanto de las molestias percibidas por
su cónyuge. Mientras éste se limita a no decir ni mu.
La ventaja que tiene Joachim Sauer es que hay muchos hombres
como él. Aunque infinitamente peor: porque son tratados de
la misma manera por mujeres que no pueden presumir de ser la
primera ministra alemana. La verdad es que no es fácil ser
hombre. Espero que las feministas, por las que siento
adoración, no se me irriten con mi indulgencia y la acusen
de machista.
Dirán ustedes, a cuento de qué les hablo de Merkel y de su
marido; ese hombre gris, a quien su mujer le tiene prohibido
opinar de nada, no vaya a ser que meta la pata hasta el
corvejón. Pues bien, lo hago porque no tengo la menor duda
de que Mariano Rajoy es otra víctima de la alemana
rolliza que entiende la vida como un matriarcado.
La alemana rolliza, con mejillas de campesina bien comida, o
sea, con color de amapola, ha conseguido domeñar al
presidente del Gobierno de España. Lo ha dominado de tal
manera que hace con él encaje de bolillos. Le tiene comida
la sesera. Y Rajoy, que es de natural apocado, no encuentra
la manera de llevarle la contraria. Es más, cada vez que se
reúnen es para recibir una bronca por lo que ha dejado de
hacer.
Lo que ha dejado de hacer el presidente del Gobierno es
cumplir las órdenes que ya le había dado la canciller
alemana, anteriormente: Tienes que llegar a doce millones de
parados, Mariano. Que es lo que exigen los mercados para no
volver a las andadas: vamos, para ponerte la prima de riesgo
por las nubes.
Y ante semejante desfachatez, de la señora Merkel, nuestro
presidente se encoge. Se acoquina. Se amilana Y, para salir
del paso, no le queda más que responder como respondían
aquellos guardas de fincas andaluzas y extremeñas a los
señoritos: “A mandar, señora Merkel, que para eso estamos”.
Doblando el espinazo a modo de sometimiento y soportando la
humillación de la propietaria del latifundio.
La propietaria del latifundio, entiéndase la Unión Europea,
ha convertido a Rajoy en un calzonazos. Ya que lo maneja a
su antojo. En cuanto abre la boca, ella le lleva la
contraria con tanta prontitud como con autoridad suficiente
para que nuestro hombre se sienta poseído por un canguelo
que lo paraliza. Lo deja inerte. Incapaz de reaccionar. Como
si enfrente tuviera una serpiente pitón dispuesta a todo. En
fin, que Mariano sólo siente deseos de darse el piro cuanto
antes. Quitarse de en medio a paso de legionario.
Ante semejante situación, que se ha venido repitiendo
durante el tiempo que ya lleva gobernando el PP, mucho me
temo que nuestro presidente, bien pronto, le ofrecerá en
bandeja a la señora Merkel lo que tanto ansía. Los 12
millones de parados que ella tiene metido entre ceja y ceja.
Y, si es posible, que los mayores hagan el favor de morirse
con más celeridad. Que duran demasiado. Eso sí, Luis
Bárcenas vivirá como un Creso hasta el fin de sus días.
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