Antes que nada quiero confesarles que son muchos los días
que siento la tentación de escribir una opinión para
transmitirles mis sentimientos periodísticos sobre la
situación de Ceuta y todo su entramado social, pero el
género de Opinión en la prensa no me interesa en absoluto,
aunque esté de moda. No me gusta porque no deja de ser una
puerta por la que algunos incompetentes, mediocres,
manipuladores, vagos y chantajistas principalmente acceden a
esta profesión tan fácilmente y de manera incomprensible.
Cuestión de gustos, al fin y al cabo no es más que una idea
expresada por el mítico director del ‘Washington Post’, Ben
Bradlee, en su libro ‘La vida de un periodista’ y donde
dice: “Me interesan más los hechos y las personas que la
opinión de nadie respecto a esos hechos” (p.283). Pero en el
caso de Ceuta los vientos mediáticos parecen funcionar al
revés de tan relevante reflexión. Una pena para Ceuta y su
comunicación social. Pero no obstante eso dice mucho de su
clase política... y también policial. Un binomio vital para
articular una sociedad que se precie de estar en Europa, por
ejemplo. En temas de seguridad les puedo garantizar que el
insulto funciona. El chantaje, la amenaza, la mentira, la
manipulación y la especulación en asuntos de seguridad
funciona. Funciona porque la clase política cabalga entre un
analfabetismo atroz y una comodidad que algún día deberá
rendir cuentas.
Un tal Mark Mc Kinnon, exasesor de George Bush y John Mc
Cain ha llegado a decir: “Recuerdo tiempos en los que, en
políitca se nos exigía cuentas por no decir la verdad y se
pagaba por ello. Eso se acabó”.
Ha querido el destino que la mayor parte de mi vida
profesional se haya desarrollado en el ámbito de la
seguridad del Estado. En más o menos nivel. También, por
defecto, en la acción política vinculada a esa situación.
Pues bien, en el caso de Ceuta a ustedes, al menos, a los
que amablemente lean esto, les mantienen en el mayor de los
analfabetismos. ¿Lo puedo demostrar? Sí, al menos si les
digo que España es el único gran país europeo sin una Ley de
Transparencia. Por decirlo de otra manera, Mongolia, Canadá,
Perú, Australia, Estados Unidos, Reino Unido, Croacia... y
así hasta 93 paises del mundo tienen una ley que garantiza
el derecho a la información pública. España no.
Pero esto llega no solo al Ayuuntamiento de Ceuta sino hasta
la misma Jefatura de Policía de la ciudad autónoma donde un
supuesto portavoz de prensa (¿?), inútil en su función,
parece diseñado a la medida del jefe superior Pedro Luis
Mélida. Ahora que muchos buenos policías se la juegan en la
calle seguimos pagando a señores funcionarios para que
justifiquen su sueldo vistiendo de civil bajo techo y
pensando que algunos periodistas de Ceuta somos
prescindibles.
Al final se va a cumplir lo que dijeron en un medio, que no
es este, hace un par de meses: “El Jefe superior Mélida
puede empezar a escribir sus memorias porque entre
operaciones antidroga que le joden en casa (sic) y colapsos
fronterizos difíciles de asumir... hace un superventas...”
En apenas dos semanas otra opinión el mismo medio decía lo
siguiente: “¿Pero qué sucede cuando los típicos actos de los
patronos y patronas se reparten medallas entre agentes de la
ley y orden? Ahí es cuando surgen las preocupaciones, se
juega con la seguridad ciudadana...”
Dentro de esta opinión debo señalar que, por encima de todo,
deseo transmitir al delegado del Gobierno que se recupere en
tan duro trance y me uno a los ceutíes que desean verlo
prontamente en su despacho de Delegación. Mientras tanto
seguiré, junto a mis compañeros, primando la idea de Ben
Bradley sobre la opinión y los hechos, pero en mi caso, me
une ese espíritu legionario aplicado a mis compañeros de la
redacción: ”No abandonar a nadie en el campo hasta perecer
todos”. No me gusta la opinión pero ningún compañero-a se va
a quedar sin ella si necesita la artillería. Depende de
usted, jefe.
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