La empresa que durante los últimos veinte años ha venido
ocupánndose de la limpieza pública viaria de la ciudad,
Urbaser, la misma que optó por decisión propia de no
concurrir al nuevo concurso de adjudicación, se ha
descolgado ahora, tras las sucesivas prórrogas que se han
venido produciendo para que el cambio de empresa se
produjera sin traumas y en el mejor “fair play”, con su
negativa a entrega los camiones en un intento de entorpecer
el normal funcionamiento de un relevo que no tenía porqué
ser problemático.
Si esta actitud persiste y no es depuesta por Urbaser, el
perjuicio que se podría ocasionar a Ceuta y sus ciudadanos
sería notable, poniendo en peligro de forma grave el
servicio de limpieza a partir del próximo día 1, por cuanto
se produciría un nuevo conflicto de intereses al dificultar
la continuidad sin pausa a la nueva empresa a la que le
sobrevendría un problema con el que no contaba.
¿Qué pasaría? Un conflicto imprevisto que complica en gran
manera el desarrollo del servicio, ya que si Urbaser retira
parte de la maquinaria, la nueva empresa se ve en problemas
y lo que trasluce, al márgen de las razones justas o no de
Urbaser es que esta empresa saliente lo que quiere es jugar
un verdadero órdago a la grande, provocando un problema que,
de ser razonable, equitativo, justo y lógico, que no hay por
qué dudarlo, habría de dirimirse en los Tribunales como se
llevará la deuda de diez millones de euros que Urbaser
reclama a la Ciudad, pero nunca negándose a entregar la
maquinaria.
Utilizar una medida de presión tan poco edificante, jugar
tan sucio (y nunca mejor dicho) es un procedimiento impropio
para la categoría empresarial de Urbaser, una gran entidad
con un prestigio ganado durante mucho tiempo. La utilización
ahora de un recurso de presión cuando no ha sido capaz o no
le ha interesado concurrir al concurso público, demuestra
que utiliza una artimaña de mal perdedor cuando la propia
empresa, en teoría, renunció a concurrir. La realidad es que
salirse por peteneras sólo va en perjuicio de un servicio
público en el que el más perjudicado es el pueblo de Ceuta.
Por ello, una “guerra” de la empresa con la Ciudad, el
tratar de pasar facturas, repercute en daño a terceros que
en nada tienen que ver con los asuntos de competencias de
unos y de otros.
Este nuevo desatino de Urbaser no deja muy bien parada la
imagen de la empresa, ya que no parece serio salir con estas
actuaciones en el último minuto como un órdago final.
Un comportamiento que quiere decir bien a las claras, como
lectura, que Urbaser no ha quedado muy contenta de no
proseguir con la limpieza viaria de Ceuta y que ahora,
quizás arrepentida de su renuncia voluntaria a concurrir al
concurso convocado en su día, quiere “reventar” por algún
lado una adjudicación legal en tiempo y forma o poner
piedras en el camino en un vano intento de perjudicar con
premeditación y alevosía.
Ceuta no merece un comportamiento de tal calibre. Ni Urbaser
una despedida tan fea después de 20 años. Debería
reflexionar urgentemente, por el bien de todos.
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