Fernando Fernán Gómez, que
me convirtió en adicto a leer sus Tercera en ABC, y del que
he disfrutado de lo lindo viéndole, una y otra vez, en Las
bicicletas son para el verano porque me parece la cumbre de
nuestro teatro social y realista, hecho por él sin énfasis
ni victimismo, sin “mensajes” y otras cosas más que
destacaba de la obra Umbral, solía decir lo siguiente sobre
el periodismo: “El periodista debe escribir a gran velocidad
porque si no corre el riesgo de que, al llegar al último
renglón, ya no tenga actualidad el primero”.
Es lo que viene ocurriendo con creces, últimamente, debido a
que la corrupción desatada ha despertado el interés de los
ciudadanos y está incrementando la aversión de éstos contra
los políticos. Con lo cual el público se muestra ávido de
noticias y éstas se suceden al respecto sin solución de
continuidad
Hablando de periodismo, alguien dijo algo tan acertado como
esto: “Si puedes, hazte amigo de un periodista”. Y qué decir
si logras que todo un periódico lo sea. Es el caso de ‘El
Mundo’ y Esperanza Aguirre. Ambos han estado siempre
a partir un piñón y ahora gozan de una comunión que está
poniendo entre las cuerdas al Gobierno presidido por
Mariano Rajoy.
Esperanza Aguirre ha sabido en todo momento bailarle el agua
a Pedro J. Ramírez. Y siempre le tuvo al tanto de las
debilidades de Rajoy. De quien la condesa de Bombay, como la
suelen llamar sus enemigos, tiene un mal concepto. La
condesa de Bombay, que ha nacido con estrella, y que es más
lista que los ratones colorados, jugó sus bazas de manera
admirable cuando consiguió colocarle a Mariano un supervisor
a tiempo completo. En este caso, una supervisora: María
Dolores de Cospedal. Mujer ambiciosa y dispuesta, por
tanto, a medrar a cualquier precio. Y que ha procurado,
hasta el momento, no pegar un cante tan hondo que la ponga
fuera de la circulación.
El cante hondo se hará realidad cuando, al fin, el
presidente del Gobierno se dé cuenta de que la señora
Cospedal es la pieza más importante del Caballo de Troya que
la ex presidenta de Madrid le ha introducido en El Palacio
de la Moncloa. No hace falta nada más que oír y leer sus
declaraciones y compararlas con las que está llevando a cabo
la mujer que no se cansa de decir que no se fía de los
hombres enjutos a la hora de bailar. O sea, la condesa de
Bombay o la condesa consorte.
La condesa consorte es de armas tomar. Lo ha sido desde que
tuvo uso de razón. Tal es su carácter que los dirigentes
etarras -creo haberlo leído en ‘El Bucle melancólico’, libro
cuyo autor es Jon Juaristi-, cuando ella vivía en el País
Vasco, dijeron que les gustaría tenerla formando parte de
sus ideas por ser tan lista como osada, más o menos.
Esperanza Aguirre no cesa de enmendarles la plana a todos
los que tratan de minimizar la corrupción existente en su
partido. Y, tras anunciar que Manuel Pizarro será su
fiscal anticorrupción en el PP de Madrid, no se ha cortado
lo más mínimo en airear que los más molestos por los últimos
casos de corrupción son los políticos honrados, “que no sé
si serán muchos o pocos”. Iba vestida la ex presidenta, para
tan grande ocasión, con una chaqueta azul a cuadros que le
regaló Loli de Cospedal, aunque tuvo a bien aclarar que fue
elegida por ella. Demostrando, una vez más, que cuenta con
argumentos suficientes para tener a los suyos sometidos a
su… santa voluntad. La de una mujer dispuesta a todo.
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