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OPINIÓN - DOMINGO, 20 DE ENERO DE 2013

 
OPINIÓN / ANALISIS

Seguridad en la frontera e intereses comerciales

Por Ramiro T.


El delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, en su charla de partido de la semana que concluye abordó el tema de la seguridad. Un asunto, como no podía ser menos, que despertó la expectación e interese comprensible por tratarse de un tema sensible. Y como ya expusimos desde este periódico el pasado 14 de diciembre en un artículo titulado ‘El polígono del Tarajal y la manta corta”, González Pérez incidió en un hecho incuestionable: “La permeabilidad excesiva en la frontera causa inseguridad”. Así respondía a los sectores comerciales que vinculan la fluidez de la frontera con unas mayor actividad comercial, olvidando quizás un detalle importante: aquí vienen turistas dispuestos a comprar pero no es menos cierto que también nos llegan pedigüeños, porteadores, inmigrantes, menores no acompañados y delincuentes dispuestos a dar “tirones” de bolsos, a protagonizar robos con fuerza, con nocturnidad y hurtos. Y ya saben el símil de la ‘manta corta’, que si tiras de ella para taparte la cabeza te descubres los pies, y si lo haces al contrario, te cubres los pies pero te destapas la cabeza.

Todo este asunto supone un “lastre” que han de sufrir los ciudadanos “caballas” ¿a qué precio?. Si más de 6 millones de personas cruzan la frontera anualmente, ¿cómo determinar quienes vienen con buenas intenciones o con ánimo de delinquir? Máxime como dice el propio delegado del Gobierno, aquí en Ceuta es menos gravoso delinquir que en Marruecos y se da el porcentaje del 80% de delitos cometidos por individuos que no son residentes en nuestra ciudad.

Unas cifras que hay que poner sobre la mesa, a la vez que el número de funcionarios por número de habitantes, en una ratio de las más elevadas de España: 1.400 funcionarios policiales para 80.000 habitantes. ¿Qué quiere decir esto? Pues sencillamente que no parece ser cuestión de más policías, sino más bien de un remodelación de la frontera para establecer un filtro lo suficientemente eficaz como para depurar la tendencia de cada uno de nuestros “visitantes”. O sea, como vulgarmente se suele decir “el todo vale”, no cabe en un asunto en el que nos jugamos ni más ni menos que la seguridad y quien no lo entienda, sean empresarios o no, demuestran un gran egoísmo y una falta de interés por mantener la convivencia y la situación social en Ceuta sin sobresaltos. Las oportunidades de hacer negocio es muy loable e incluso se debe estimular pero no a cualquier precio ni a costa de la integridad física de nadie. Bien es verdad que nos movemos en un terreno proclive a la demagogia, pero no es menos cierto que en una población como la nuestra, donde hay un policía por cada 60 habitantes, no hay que pensar sólo en los réditos comerciales sin más porque la sociedad ceutí ha de soportar, en el caso de que se abra la mano, una contraprestación muy costosa.

Siempre hemos apostado por conjugar en una situación de equilibrio seguridad con rentabilidad económica, vigilancia suficiente con dinamización económica. De no ser así, igualmente representa un sinsentido ese acuerdo de colaboración entre Confederación de Empresarios y Policía, como recientemente se ha presentado con una serie de consejos a los compradores y ciudadanos en general. Si nos preocupa la seguridad, como no puede ser menos tampoco podemos eludir la sensatez de saber afrontar un control estricto en la frontera para evitar consecuencias negativas a la permisividad de visitantes con el sólo objetivo de que el comercio local se muestre satisfecho.

No es cuestión de ser complacientes con las pretensiones de unos sino de hacer compatibles intereses que, conlleva a conflicto porque lo que uno pretende el otro no se lo puede conceder. Y en una ciudad como ésta, donde la convivencia es un valor esencial, nadie puede tirar por la borda una estabilidad que los indeseables pueden dinamitar con su comportamiento delictivo amparados en la coartada de que aquí “todo el mundo es bien recibido”.

Y conste que no hablamos de discriminación sino de control exhaustivo. De prevención del delito y de salvaguardar nuestros intereses de seguridad, algo que a decir verdad, no tiene precio. La permisividad puede llevar a que degenere una situación en un hecho: que ni los propios comerciantes estén tranquilos por la excesiva presencia de delincuentes.

Lo más importante: tenemos que saber a qué atenernos y qué queremos: estar en vilo o con el señuelo de elevar las ventas que Ceuta se convierta en una ciudad inhabitable. Todo en su justa medida.
 

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