Si tras la Primavera Árabe
cairota, con sus más de mil víctimas y la renuncia el 11 de
febrero de 2011 del “rais” Mubarak, merced a la aquiescencia
de las poderosas Fuerzas Armadas tras un pacto alcanzado con
los Hermanos Musulmanes y la anuencia de los Estados Unidos,
se presentaba en el país del Nilo una transición confusa e
inquietante, al día de hoy y con los islamistas en el poder
desde las elecciones del 16 y 17 de junio de 2012, en las
que Mohamed Morsi ganó por un margen estrecho de tres puntos
al candidato oficialista Ahmed Shafiq, los riesgos de
involución empiezan a ser más que evidentes. Ya en su
campaña electoral el candidato del poderoso movimiento
islamista de los Hermanos Musulmanes y hoy presidente, no
ocultó por ejemplo su fanatismo antijudío insultando
abiertamente a éstos con epítetos odiosos, muy en
consonancia por cierto con una arraigada tradición islámica,
como “Pequeños hijos de mono y cerdo” o literalmente
“chupadores de sangre”, si bien al día de hoy la antes
otrora floreciente comunidad judeoegipcia es un recuerdo
pues, tras la deposición del rey Faruk I por el movimiento
panarabista de los Oficiales Libres del 23 de julio de 1952
y la proclamación de la república un año más tarde con
Nasser al frente, la forzada diáspora judía camino del
exilio fue inmediata, en paralelo con la histórica comunidad
de origen griego. En la actualidad y tras los inquietantes
pasos hacia un eventual Califato Islámico dados por Morsi y
los suyos en la nueva Constitución egipcia, en la que la
imposición de la sharía o ley islámica late emboscada detrás
de cara artículo, ¿le habrá llegado el turno a la
minoritaria pero amplia comunidad cristiana egipcia, los
coptos, un 10% del total de la populosa y apiñada población
del país estimada en 90 millones de personas…?.
Según datos que se van conociendo junto a fuentes directas
de este escribano en el propio Egipto, buena parte de la
comunidad copta (ortodoxa, católica y evangélica) pasaría
las noches en vigilia al lado de sus maletas, temerosas por
sus bienes y sus vidas frente a la indiferencia de Europa y
los Estados Unidos. Aunque el pasado 4 de noviembre el
presidente Morsi se hacía eco de la “unidad histórica” entre
los musulmanes y cristianos del país, la sangrante realidad
contradice éstas palabras: si bajo el régimen autoritario de
Mubarak los coptos eran más o menos tolerados (nunca dejaron
de ser “dhimmíes” o “protegidos”, ciudadanos de segunda en
un estado islámico como Egipto), en los últimos tiempos y
bajo la omnipresente presencia y poder de los Hermanos
Musulmanes y los aun más extremistas salafíes, su vida está
pasando a ser asfixiante: apartados del gobierno y con la
prohibición de construir nuevas iglesias, ven impotentes
cómo sus bienes pueden ser expoliados, sus casas incendiadas
y sus vidas puestas en juego, apaleados, asesinados. ¿Acaso
en Egipto la vida de un musulmán vale más que la de un
cristiano…? Y las mujeres ya saben: “O van con el velo o
corren el riesgo de ser violadas”. A los hechos me remito.
Ya en septiembre de 2011 y según la Federación Egipcia de
Derechos Humanos, 93.000 coptos habían abandonado
precipitadamente el país esperándose que a fin de año la
cifra superara los 200.000. ¿En enero de 2012….?: según mis
datos, sobre 300.000 cristianos egipcios habrían
literalmente huido hacia los Estados Unidos (donde ya
residía una comunidad de unos 400.000), además de Europa y
Australia.
Si el Corán y el Crucifijo compartieron espacio, codo a
codo, en las históricas revueltas de la plaza Tahrir
(Liberación) en el proceso de la Primavera Árabe, con la
abrupta llegada de los islamistas al poder esa “convivencia
revolucionaria” parece haberse truncado. Morsi, el nuevo
faraón barbudo, parece preocuparse más del islam que de los
derechos humanos y Egipto corre el riesgo de convertirse en
otra teocracia islámica, ésta vez sunní, al lado de la
oprobiosa teocracia islámica shií vigente en la República
Islámica de Irán. Según fuentes coptas, con la flamante
Constitución vigente desde el 26 de diciembre de 2012 “se
atacan directamente los derechos humanos”, representando
ésta además “una amenaza para las minorías religiosas”,
además de que “casi todas las clausulas remiten a la
legislación islámica”. Y Occidente, con la flácida Europa y
sobre todo los Estados Unidos de Norteamérica…? A verlas
venir y dejarlas pasar, al menos mientras los negocios no
peligren. Y dentro del Espacio Schengen, con Ceuta y Melilla
en primera línea del frente, la quinta columna emboscada en
la numerosa comunidad musulmana laborando, “chuiaa chuia” y
esperando su momento, mientras subrepticia pero
implacablemente no deja de conquistar espacio ante la inopia
de las cobardes autoridades. Ya saben y recuerden: “Con
vuestras leyes os conquistaremos y con nuestro islam os
someteremos”. Blanco y en botella. Visto.
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