Para este mandato, Pío García-Escudero tiene como
principal aspiración ayudar a desatascar la reforma del
Senado, para lo cual se postuló para desempeñar la
presidencia de la Comisión de Reglamento que estudia la
reforma de la Cámara Alta.
Nacido en 1952, este madrileño, “arquitecto por vocación”,
ha dirigido parte de su trayectoria profesional por este
camino, pero junto a su dedicación a la arquitectura, lleva
más de dos décadas desempeñando puestos de responsabilidad,
como presidente del PP de Madrid; diputado de la Asamblea de
Madrid durante tres legislaturas, y senador desde 1995 hasta
la actualidad. En el Senado fue portavoz del Grupo
Parlamentario Popular hasta 2011, año en que fue elegido
presidente de la Cámara.
Pregunta.- ¿Cuál es su valoración de estos primeros meses
al frente del Senado? ¿Qué objetivos se ha marcado para
estos años como presidente de la Cámara Alta?.
Respuesta.- –Aunque estos meses hayan transcurrido en el
contexto tan difícil que todos conocemos, mi valoración es
altamente positixva en lo que al Senado se refiere, gracias
al espíritu de colaboración existente tanto en los grupos
parlamentarios como, en general, en el personal de la
Cámara. En cuanto a mis objetivos, aspiro a facilitar
siempre a los grupos políticos el desempeño de sus labores,
contribuir en la medida de lo posible a que el Senado avance
en su gran reto de cumplir con la mayor eficacia su mandato
constitucional como cámara territorial y, no menos
importante, hacer todo lo que esté en mi mano para que el
trabajo que aquí se hace sea justamente percibido y valorado
por la sociedad.
P.- Ha dado un paso al frente al postularse para presidir
la Comisión de Reglamento de la Cámara Alta para liderar los
trabajos de la ponencia que estudia su reforma… ¿En qué
pilares debería sustentarse?
R.- La razón de desempeñar la presidencia de la Comisión de
Reglamento no ha sido otra que la de mostrar mi absoluto
compromiso con la reforma del Senado. Creo que todos debemos
ser muy conscientes de la trascendencia del momento que
vivimos y actuar consecuentemente con la máxima
responsabilidad, porque los ciudadanos, con razón, no nos
perdonarían un nuevo fracaso. Por eso les he transmitido a
los grupos parlamentarios la idea de que todos debemos
aprender de los errores pasados y, por tanto, renunciar a
los planteamientos maximalistas y hacer un esfuerzo especial
para tender puentes de entendimiento. Desde luego, pienso
que siempre es mejor un acuerdo parcial que un desacuerdo
total.
P.- Dado que esta reforma se quedó en el tintero en
anteriores legislaturas, ¿qué considera que necesita el
Senado para ser una cámara de representación territorial con
todas las consecuencias?
R.- La ponencia ha recibido del Pleno el Senado el mandato
de centrarse en las posibles reformas relativas a las
funciones de la Cámara y creo que ese es el camino más
inteligente. Un tercio de siglo después de la aprobación de
nuestra Constitución, la cooperación interterritorial sigue
siendo la gran asignatura pendiente de nuestro modelo
autonómico, algo que sin embargo es imprescindible para el
funcionamiento eficaz de cualquier Estado descentralizado.
Por eso considero que la clave del éxito es que sepamos
dotar al Senado de las funciones precisas para que pueda
ofrecer el cauce político necesario para que esa cooperación
y coordinación se sustancien de manera satisfactoria para
todos.
P.- ¿Cree que con ello se conseguirá un mayor equilibrio
entre Cámaras? ¿De qué forma?
R.- Lógicamente, nuestro sistema bicameral es asimétrico y
así debe seguir siendo. Por eso no se trata de restarle
preeminencia al Congreso de los Diputados, sino de que el
Senado tenga un mayor peso específico en las cuestiones de
evidente carácter territorial, bien sea actuando como Cámara
de primera lectura en determinados casos o de otras maneras.
P.- Usted es senador por Madrid desde 1995 y ha sido
portavoz del PP en la Cámara Alta, por lo que conoce bien
sus entresijos y la imagen de cara al exterior. ¿Cree que la
institución y las funciones del Senado son suficientemente
conocidas por los ciudadanos?
R.- Desgraciadamente, me parece que el Senado no es
suficientemente conocido ni reconocido, algo que se traduce
con demasiada frecuencia en determinados clichés e incluso
en descalificaciones que no tienen justificación real,
porque lo cierto es que el Senado jamás ha dejado de cumplir
diligentemente con sus obligaciones constitucionales. Sin
embargo, supongo que los senadores somos los principales
responsables de esta visión social distorsionada y por eso
debemos esforzarnos colectivamente por corregirla del modo
que me parece más eficaz y que es intentar hacer mejor
nuestro trabajo cada día.
P.- Cada vez son más las voces que reconocen la
existencia de demasiados cargos políticos en el conjunto de
las Administraciones, y abogan por su reducción, así como
por reestructurar el sector público. ¿Está de acuerdo?
R.- La razón de ser de las Administraciones Públicas es el
servicio eficaz y eficiente de los intereses generales de la
sociedad. Para ello, los recursos disponibles, con crisis o
sin crisis, son siempre limitados y de ahí que el gran reto
deba ser siempre el de ser capaces de hacer lo más con lo
menos. Insisto: este mandato vale en cualquier
circunstancia, por eso los principios de estabilidad
presupuestaria y de optimización y racionalización de
recursos son prioritarios ahora y deberán seguir siéndolo
cuando salgamos de la crisis.
P.-¿Cómo valora las últimas medidas de ajuste para
reducir el déficit aprobadas por el Gobierno? ¿Considera que
la única receta a seguir en este momento es aumentar
ingresos y reducir gastos?
R.- Van en la línea de lo que señalaba en la pregunta
anterior. Junto a las medidas de alcance estructural, hay
otras que vienen impuestas por el grave deterioro de
nuestras cuentas públicas. Son medidas difíciles, de
urgencia, que a nadie le gusta tomar pero que, a fecha de
hoy, no pueden eludirse sin incurrir en una gravísima
irresponsabilidad. Los españoles otorgaron su confianza
mayoritaria al Partido Popular para sacar a España de la
crisis más grave de su historia reciente, pero eso es algo
que, desgraciadamente, no puede hacerse por arte de magia en
seis meses. Eso sí, lo que está haciendo el Gobierno es
actuar con transparencia y sentido de la responsabilidad
para lograr esa estabilidad financiera y esa recuperación de
la confianza sin las cuales la salida de la crisis sería
imposible. Somos muy conscientes de las enormes dificultades
que están atravesando muchas familias españolas e intentamos
que el reparto social de los sacrificios sea lo más justo
posible. Sabemos que todo está siendo muy duro y muy
difícil, pero también estamos convencidos de que España
saldrá adelante.
P.- En enero de 2012 la Mesa del Senado acordó mantener
la congelación del sueldo de sus miembros que ya estuvo
vigente durante el año pasado. A esta medida se ha unido la
supresión de la paga extra de Navidad, en consonancia con el
recorte aplicado por el Gobierno a los funcionarios.
¿Contemplan otras medidas de ajuste?
R.- A día de hoy, no. A los funcionarios de las Cortes
Generales, lo mismo que a los encuadrados en las distintas
Administraciones Públicas, les estamos pidiendo grandes
sacrificios que viene impuestos por la gravedad de la
situación que todos debemos afrontar. Los parlamentarios,
como no podía ser de otro modo, también estamos compartiendo
esos sacrificios. Y, aunque a todos nos duela, lo que no
debemos olvidar es que estos ajustes son ineludibles y
tienen un propósito: sanear nuestras cuentas y crear la
condiciones para volver al crecimiento.
P.- ¿Considera que los senadores están implicados en el
uso de las nuevas tecnologías?
R.- Antes que parlamentarios, los senadores y los diputados
son personas y, como tales, cada cual tiene sus preferencias
o su distinto grado de implicación con el uso de las nuevas
tecnologías, por lo que resulta muy difícil generalizar. De
cualquier modo, las redes sociales e internet en general
ofrecen enormes posibilidades para la transparencia y para
la participación social de los ciudadanos en el debate
político, posibilidades que cada vez son más evidentes para
todos.
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