Si hoy existiera la pena de la
hoguera, algunos políticos serían los más sujetos a ellas.
No cabe la menor duda de que esta frase tiene un componente
de odio hacia quienes vienen demostrando que se han ganado
con creces la aversión que sienten los ciudadanos hacia
ellos.
Conviene decir, cuanto antes, que mandar es muy difícil y
mandar bien es tremendamente complicado. Ahora bien, robar
parece ser que está alcance de cualquier monterilla de
pueblo. Lo cual está causando un daño irreversible a la
democracia y está propiciando que el populismo y los
antisistemas vayan rumiando la posibilidad de alterar el
orden reinante.
Francisco Antonio González, Delegado del Gobierno, ha
reconocido que ser autoridad es tarea compleja. Y lleva toda
la razón del mundo. Porque “la moral se esgrime cuando se
está en la oposición; la política cuando se está en el
poder”. Y él, que tanto ha clamado contra las decisiones
tomadas por anteriores delegados, ahora está sufriendo en
sus carnes las dificultades que entraña ocupar ese cargo.
Pacoantonio, hipocorístico por el cual es más que conocido,
tiene la enorme fortuna de caer bien en esta ciudad. Lo cual
no deja de ser una gran ventaja para él. Amén de conocer una
tierra a la que vino por azar y se quedo en ella para
siempre. Lleva, pues, tantos años en la ciudad y en su
partido como para conocer perfectamente quienes son sus
enemigos. De no ser así, difícilmente hubiera sido nombrado
Delegado del Gobierno. Hablando de enemigos, yo no creo que
nuestro alcalde lo sea del delegado del Gobierno. Como
llevan diciendo, desde hace cierto tiempo, los correveidiles
de corrillos y mentideros. Pero tampoco descarto que entre
ellos haya habido varios desencuentros.
Encontronazos que no han ido a más porque ambos se respetan
y conocen al dedillo que sus funciones les impiden
comportarse de manera chabacana. Lo cual sería dar malos
ejemplos. Y bastante tenemos ya con los de la corrupción.
Ahora bien, tampoco creo conveniente que ambos, es decir,
alcalde y Delegado del Gobierno, se den abrazos chillados a
cada paso con el fin de acallar las voces que propalan que
no se pueden ver ni en pintura.
Los abrazos chillados son contraproducentes en estos casos.
Pues terminan produciendo el efecto contrario al buscado. Y
harían muy bien en prescindir, a partir de ahora, de los
intercambios de ditirambos. Siempre tan innecesarios y,
sobre todo, cuando sobrepasan el baremo impuesto por Juan
Ramón Jiménez: más de tres adjetivos es pasarse de la
raya.
Lo que sí me ha gustado de lo dicho por el Delegado del
Gobierno en la sede de Ainara es, sin duda alguna, lo
concerniente al problema de la frontera y a su repercusión
en la vida de la ciudad en lo tocante a los problemas
creados por los delincuentes que vienen de Marruecos. Y me
ha gustado porque se asemeja muchísimo a lo escrito por mí
el viernes, 11 de enero, en este periódico, bajo el título
‘Ciudad pequeña con problemas de urbe grande’. Una columna a
la que pueden acceder y cotejarla con las declaraciones de
Francisco Antonio González.
En fin, que gobernar es difícil, claro que sí. Pues el don
de mando significa el arte de imponer nuestra voluntad sobre
otros en forma tal de obtener obediencia, confianza, respeto
y cooperación leal. Pero también exige cualidades del mando
y, por encima de todo, tener un enorme conocimiento del
cargo que se ocupa.
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