El pasado lunes, los compañeros del policía local fallecido
arroparon a su familia en el entierro que tuvo lugar en el
cementerio de Santa Catalina. En tan emotiva despedida había
familiares, autoridades, amigos y compañeros. Tanto de
Policía Local como Nacional. Ahora, esos sí, no estaba la
Guardia Civil. Un Cuerpo que se echó en falta, máxime cuando
bien se sabe que en el ámbito de la seguridad siempre se
alude a la colaboración y, en este caso, la presencia de
miembros de la Benemérita fue muy comentada.
Desconozco las razones que hubiera o hubiese para tal
ausencia, incomparecencia o porque se hizo tan ostensible la
misma, ya que al tratarse de un compañero de un Cuerpo
policial, la obligación imponía que la Guardia Civil no
podía falta en esta cita de despedida del infortunado agente
local, principalmente por el momento trágico que se vivió y
las circunstancias que rodearon su misteriosa muerte. A
determinados niveles, hay estamentos que no comparten ni les
ha sentado bien esta ausencia tan llamativa, como tampoco se
conocen las razones que llevaron a la misma. Esta desunión
tan palpable podría ser el resultado de alguna disfunción
llevada al terreno profesional, ya que no se explica o
difícilmente se entiende, un desmarque de esta naturaleza en
circunstancias tan emotivas como penosas. Por un ejercicio
de sensibilidad humana, no ya de compañerismo como hemos
dicho, se requería la presencia testimonial de la Guardia
Civil en el entierro de este joven policía local que tuvo el
respaldo de tantísimas personas. En algunos casos, hay
ausencias que claman al cielo y ésta, la de la Guardia
Civil, no resulta muy justificable y, desde luego, resulta
tan clamorosamente llamativa como muy mal vista. En el
fondo, lo que queda, es cierta descoordinación o
distanciamiento entre Cuerpos. Algo que no beneficia a los
mismos y, menos, de cara al ciudadano que precisa de esa
unión y coordinación sincronizada. Este “desajuste”
protocolario y de índole social no ayuda a entender el
motivo de una ausencia tan llamativa.
En verdad, había mucha gente pero como es fácil de entender,
hay ausencias que hablan por sí solas. Y ésta es una de
ellas. ¿Quién puede disculpar esta incomparecencia? Si se
entendieran las razones, tal vez. Lo peor es que ni se saben
ni se esperan justificaciones.
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