José Antonio Carracao,
secretario general de los socialistas de Ceuta, ha estado
muy activo en los últimos días, y esa actividad ha sido
contada por los medios. Por lo tanto, pronto supe que
nuestro hombre estaba sumido en un mar de confusiones por
mor de una carga de trabajo que, según decían, lo había
estresado. Y que debido a ese estado de tensión excesiva
resultante de una tarea dura y continuada, su organismo se
había resentido. Por lo cual parecía dispuesto a dejar su
cargo político y regresar a su trabajo. A fin de vivir con
los suyos sin fatiga nociva para su organismo.
Dado que siempre le he tenido cierta ley a José Antonio, por
más que últimamente le haya visto muy distante, sin apreciar
motivo alguno para que adoptara aires de ofendido, pensé,
inmediatamente, que su agotamiento tendría que ser muy
grande como para que dejara la política activa. Y hasta me
pudo la preocupación. Menos mal que bien pronto el
secretario general de los socialistas hizo unas
declaraciones en las que manifestaba que seguiría en su
puesto con más entusiasmo que nunca. Y respiré hondo. Si
bien achaqué ese cambio de parecer a los estímulos recibidos
en la reciente celebración del Comité Federal de su partido
en Madrid.
Estímulos propiciados, quizá, porque en su partido se
principia a creer que el Gobierno está ya tan desgastado,
cuando nada más que ha transcurrido poco más un año desde la
toma de posesión, que pronto los españoles volverán las
miradas hacia los socialistas. También han hablado los
socialistas de una reforma “limitada” de la Constitución y
de federalismo.
Así que José Antonio Carracao, ya recuperado de su cansancio
mental, regresó a Ceuta, henchido de gozo, y propalando la
buena nueva: “Ceuta tendrá un tratamiento específico en el
proyecto que se va a plantear del Estado, en ese modelo de
organización territorial por el que apuesta mi partido”.
El Partido Socialista apuesta, pues no se cansa de airearlo,
por un Estado federalista. Y a mí me gustaría decirle a
Carracao que lea, si no lo ha hecho ya, lo que escribió
Julio Camba al respecto de federalismo y autonomía; con
historia incluida de cómo llevaron en andas, por estar
enfermo, a Ortega y Gasset, al debate constitucional
de la Segunda República, para que ilustrara a los allí
reunidos acerca de que eran y siguen siendo: primero, dos
ideas distintas; segundo, que apenas tienen nada que ver
entre sí; tercero, que, como tendencias y en su raíz, son
más bien antagónicos.
Resumiendo: En Obras de Ortega y Gasset, hay un ensayo,
titulado federalismo y autonomismo, discurso pronunciado en
las Cortes Constituyentes en la noche del 25 al 26 de
septiembre de 1931, que recuerda, entre otras muchas cosas,
“que el federalismo se preocupa del problema de soberanía;
el autonomismo se preocupa de quién ejerza, de cómo haya
manera de ejercer en forma descentralizada las funciones del
Poder público que aquella soberanía creó”. Y finaliza: “un
Estado federal es un conjunto de pueblos que caminan hacia
su unidad. Un Estado unitario que se federaliza es un
organismo de pueblos que retrograda y camina hacia su
dispersión”.
Por consiguiente, estimado José Antonio, cuidado con el
federalismo. Y, sobre todo, a ver si me explicas que sería
de Ceuta en medio de ese caos. Por simple curiosidad.
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