He estado varios días en Córdoba y
he tenido la oportunidad de disfrutar conversando en
tertulia muy apreciable. Ha habido tiempo para charlar de
muchas y variadas cuestiones. En relación con el fútbol,
tuve la oportunidad de comprobar cómo los cordobeses,
durante la noche del jueves pasado, dejaron las calles
desiertas para sentarse ante al televisor y ver a su equipo
jugar frente al Barcelona en el Camp Nou.
De la crisis que estamos viviendo, la opinión unánime fue
que el Gobierno lo está haciendo muy mal. Rematadamente mal.
Y que el número de pobres sube como la espuma. De modo que
muy pronto, si no se corta la sangría de parados, las calles
volverán a llenarse de indigentes tal y como sucedía en los
años de la posguerra.
El sentir generalizado es que las instituciones están
desacreditadas. Debido a que la corrupción es una lacra que
no cesa y que ha infectado a políticos, empresarios,
sindicalistas, periodistas y qué decir de cuanto afecta a
ese miembro importante de la Familia Real: Urdangarín.
De quien cada día quedamos enterados de una más de las
variadas tropelías que ha venido cometiendo. Y, desde luego,
produce escalofríos pensar la que se puede liar si
Corinna, esa esbelta mujer relacionada con el Rey, larga
por su boquita de piñón.
El número de imputados por corrupción, me dice uno de los
asistentes a la reunión de amigos, son ya trescientos.
Trescientos políticos. Cifra considerable. Aunque el sentir
popular es que los trincones no tendrán problema alguno para
salir ilesos de los juzgados. Y, si acaso alguno es sometido
a condena, intervendrá el Gobierno cuanto antes para
concederle el perdón de sus pecados. Y todo continuará
igual. ¡Viva la Pepa…!
El desbarajuste en toda España es enorme. Y la irritación de
las clases medias es más que evidente. Todos los
contertulios estamos de acuerdo que los políticos están
poniendo a prueba la paciencia de millones de españoles. Con
lo cual no sería extraño que un día hubiera un estallido
social.
Y a mí se me ocurre decir que el español es resignado y
paciente, por lo cual no es muy dado a exigir suculentas
viandas para comer ni lujosas mansiones para vivir. España
es tierra de conejos… Pronto me responde el profesor amigo
que está sentado frente a mí: “Pero cuando al español le
explotan, engañan o invaden, se le hinchan las narices y
reacciona con la fuerza, energía, poder y ferocidad de un
toro con los años precisos. Ya que el toro es otro de
nuestros símbolos”.
Luego, tras poner sobre el tapete del intercambio de
impresiones la persecución a la que está siendo sometido
Mourinho por parte de la prensa española, una vergüenza
en todos los sentidos, se me preguntó por este periódico, es
decir, por El Pueblo de Ceuta. Ya que mis amigos tienen la
buena costumbre de leerme en Internet. Y no tuve el menor
inconveniente en expresarme de esta guisa:
El Pueblo de Ceuta nació en 1995. Lleva, pues, 18 años
ofreciendo la mejor información. Es más, desde hace ya
varios años se viene haciendo en Ceuta. Antes, lógicamente,
hubo que invertir en talleres y maquinarias para que las
dificultades que ofrecen los temporales del Estrecho no
dejaran a la ciudad ni un solo día sin su medio. Y, a pesar
de tan grande desembolso, el precio del periódico fue
siempre de un euro. Precio que se ha seguido manteniendo
incluso padeciendo los rigores de la crisis económica. El
periódico está consagrado y es un referente en la ciudad.
Así como suena.
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