Hace exactamente tres años, un terremoto de 7,9 grados en
la escala Richter devastaba Haití, un pequeño país ya de por
sí asolado por la miseria y la indiferencia de la comunidad
internacional. El seísmo provocó la muerte de centenares de
miles de personas y desplazó a millones de sus hogares, pero
al mismo tiempo logró una movilización sin precedentes hasta
entonces. Más de 600 delegados de la Federación de la Cruz
Roja y la Media Luna Roja unieron sus fuerzas, junto con
otros muchos cooperantes de otras organizaciones, para
ayudar a los haitianos a superar aquella tragedia. Este es
el testimonio de un ceutí que estuvo presente en Haití desde
las primeras horas del terremoto.
Doce de enero de 2010. Un seísmo de 7.3 en la escala de
Richter azota Haití, su peor terremoto en 200 años. Gran
parte de la capital, Puerto Príncipe, queda destruida. Otras
ciudades, como Léogane resultan devastadas en un 80 por
ciento. 105.000 hogares destruidos. Más de 222.000
fallecidos, 300.000 heridos y 2 millones de personas
afectadas. Más de un millón de desplazados. 7,8 billones de
dólares en pérdidas económicas. Antes del terremoto, la
economía de Haití era la más pobre del continente americano
y el 80 por ciento de la población vivía por debajo del
umbral de la pobreza.
El Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media
Luna Roja pone en marcha la mayor operación humanitaria de
toda su historia en un solo país. La Cruz Roja y la Media
Luna Roja de 110 países, con un papel especialmente activo
de Cruz Roja Española, se vuelcan con los afectados, en
colaboración con la Cruz Roja Haitiana. Se despliegan
inmediatamente más de 20 Unidades de Respuesta ante
Emergencias especializadas en agua y saneamiento,
saneamiento masivo, telecomunicaciones, alojamiento,
distribución de socorros…
Superada la fase de emergencia, centrada en salvar vidas, se
ponen en marcha amplios programas de recuperación y de
desarrollo, en un contexto especialmente complejo por la
vulnerabilidad previa del país (falta de trabajo,
infraestructuras de agua y saneamiento en ruinas, sistemas
de salud y educativos colapsados…). El cólera, la tormenta
tropical Isaac, el huracán Sandy y la inestabilidad política
complican aún más las intervenciones.
Tres años después de la tragedia, la Cruz Roja hace balance
de nuevo de su intervención. Se han ofrecido lugares seguros
para vivir para 36.000 familias (180.000 personas); más de
2.600.000 personas han recibido algún servicio de salud; se
están rehabilitando o reconstruyendo 64 escuelas; más de
75.000 familias han recibido subvenciones, préstamos u otro
tipo de apoyo financiero en efectivo... Pero persiste la
vulnerabilidad de la población y, por ello, la intervención
de Cruz Roja con los damnificados, según explica Santiago
López, responsable de Cooperación para Haití de Cruz Roja
Española: “La Cruz Roja tiene un claro compromiso con los
afectados y se mantendrá mientras persistan sus necesidades.
Esto incluirá la finalización de las operaciones específicas
al terremoto, un enfoque a largo plazo basado en el trabajo
comunitario y el apoyo permanente a la Cruz Roja Haitiana”,
indica el portavoz de Cruz Roja.
La intervención de Cruz Roja Española se mantendrá, al
menos, hasta 2015. Y habrá sido posible gracias a la
solidaridad y aportaciones económicas de la población
española, empresas y distintas administraciones. Cruz Roja
Española recibió 50 millones de euros de estos donantes, de
los que se han ejecutado ya 34 millones, con el trabajo
directo de más de 150 cooperantes de Cruz Roja Española.
Pero en Haití persisten necesidades urgentes que es
necesario cubrir y a las que tratará de hacer frente Cruz
Roja, con el apoyo de la población.
En resumen, hace exactamente tres años, un terremoto de 7,9
grados en la escala Richter devastaba Haití, un pequeño país
ya de por sí asolado por la miseria y la indiferencia de la
comunidad internacional. El seísmo provocó la muerte de
centenares de miles de personas y desplazó a millones de sus
hogares, pero al mismo tiempo logró una movilización sin
precedentes hasta entonces. Más de 600 delegados de la
Federación de la Cruz Roja y la Media Luna Roja unieron sus
fuerzas, junto con otros muchos cooperantes de otras
organizaciones, para ayudar a los haitianos a superar
aquella tragedia. Para conocer de primera mano de todo lo
ocurrido durante ese periodo en Haití, este es el testimonio
de un ceutí, Germinal Castillo, que estuvo presente en Haití
desde las primeras horas del terremoto.
Pregunta.-Haití, tres años ya...
Respuesta.-La verdad es que parece que fue ayer… Hay
situaciones que te dejan cicatrices en el alma para toda la
vida, y Haití es una de ellas.
P.-¿Qué pensó cuando le dijeron que tenía que ir a Haití?
R.-Como miembro de la Unidad de Comunicación en Emergencia
de Cruz Roja siempre estás preparado para este tipo de
situaciones y, por ello, reaccionas de forma automática…
pero recuerdo dos pensamientos que me asaltaron
particularmente; la primera fue que nuestra pobreza iba a
ser un lujo comparado con lo que nos íbamos a encontrar allí
y la segunda es que después de volver ya nada sería igual.
Ambas consideraciones se cumplieron.
P.-¿Qué se encuentra cuando llega al país caribeño?
R.-En Haití nos encontramos una nación que lindaba al norte
con el olvido, al sur con la miseria y al este y al oeste
con la indiferencia más absoluta. Este era el panorama antes
de que tuviera lugar el seísmo. Después del terremoto, ni
siquiera tendrían derecho a eso.
P.-¿Cuál fue su cometido?
R.-En principio, mi misión era la de ser el portavoz de la
Cruz Roja de varios países dentro del dispositivo, pero
después, al faltar brazos, hice todo lo que hacía falta
hacer, como hubiera hecho cualquiera.
P.-A usted no le gusta que le hablen de valor en esa
misión…
R.-No, no me gusta porque no es verdad. Creo que el
verdadero valor lo tuvieron los ciudadanos que, desde aquí,
se solidarizaron con los haitianos y se movilizaron, euro a
euro, para poder ayudar. En este aspecto, Ceuta fue, una vez
más, un ejemplo para toda España. Jamás se me podrá olvidar
la enorme cantidad de acciones que se llevaron a cabo en mi
ciudad con el único fin de ayudar a Haití, eso cuando se
está a miles de kilómetros te procura toda la fuerza del
mundo.
P.-Hubo otras organizaciones e instituciones españolas en
Haití…
R.-Evidentemente que sí, y todas llevaron a cabo una labor
increíble. Recuerdo especialmente a bomberos, Protección
Civil, Policía Nacional, Guardia Civil, Samur,
organizaciones médicas, el 061 de Andalucía y, por supuesto,
el Ejército, que desplazó allí a sus mejores hombres para
llevar a cabo un trabajo espectacular.
P.-En lo que respecta a Cruz Roja, se llevó a cabo un
dispositivo nunca visto…
R.-La Federación Internacional de la Cruz Roja y de la Media
Luna Roja envío a más de 600 delegados internacionales de
casi todos los países del mundo; era el mayor operativo de
la historia llevado a cabo en un solo país y, desde luego,
dio sus frutos, a las pruebas me remito. Una cosa está
clara, con el terremoto de Haití se demostró que la
solidaridad y el apoyo mutuo son inherentes a la condición
humana.
P.-¿Y ahora…?
R.-Ahora, seguimos trabajando, como trabajamos en otros
muchos sitios a pesar de que esos lugares devastados, que un
día fueron portada de todos los medios, hoy ni siquiera
merecedores de una breve mención o un leve recuerdo… Se han
ofrecido lugares seguros para vivir a 180.000 personas; más
de 2.600.000 personas han recibido algún servicio de salud;
se están rehabilitando o reconstruyendo 64 escuelas; más de
75.000 familias han recibido subvenciones, préstamos u otro
tipo de apoyo financiero en efectivo... y todo gracias a las
aportaciones de ciudadanos como los de Ceuta que -y no me
cansaré de repetirlo- dejaron claro que Haití lindaba con
España por el corazón.
P.-¿Qué queda por hacer?
R.-Queda mucho, muchísimo por hacer. Cruz Roja, que suele
decretar un periodo de emergencia de unos 6 meses cuando
ocurre una catástrofe, ya avisó de que la emergencia iba a
durar al menos 5 años, algo nunca visto. Aún quedan muchas
casas por edificar en lugares seguros, muchos hospitales que
construir y muchas escuelas que levantar… A pesar de la
brutal crisis que nos están haciendo padecer, no podemos ni
debemos olvidarnos de Haití.
P.-¿Volvería a Haití?
R.-Con los ojos cerrados y el corazón abierto de par en par…
Haití me enseñó que la felicidad no depende de lo que se
posea sino de la capacidad de amar, y eso, le aseguro, no se
olvida nunca.
|