A las puertas de garajes de varias Comunidades de Vecinos de
nuestra ciudad son muchos los rótulos que, de una forma más
o menos rudimentaria, se colocan para llamar la atención y
sensibilizar al colectivo de residentes para que, antes de
abandonar los garajes con sus vehículos, aguarden el tiempo
necesario hasta cerciorarse de que la puerta del garaje se
ha cerrado, impidiendo así la entrada clandestina de algún
individuo con aviesas intenciones. Es la tónica que hemos
venido observando en los últimos días. Hemos fotografiado
los rótulos indicadores de prudencia para asegurar el cierre
de unas puertas que pueden convertirse en el libre acceso de
malhechores con propósitos delictivos.
De un tiempo a esta parte los garajes de Comunidades parecen
haberse convertido en un terreno abonado para la
delincuencia común, pródiga en rotura de cristales de
vehículos, incendios de éstos e, incluso otro tipo de
incidencias que, valiéndose de la impunidad, convierten en
propicio un espacio que facilita la delincuencia.
Por esta situación no es extraño que haya recintos cerrados
de estas características que busquen la identificación del
individuo que delinque y recurran a la instalación de
videcámaras que pueden otorgar mayores garantías de
seguridad a los garajes, donde se estacionan numerosos
vehículos que constituyen un patrimonio importante, además
de elementos de obligada necesidad para quienes los utilizan
en sus desplazamientos para acudir al trabajo diariamente.
Después del espectacular incendio en Parques de Ceuta y el
último registrado en el edificio de la calle Linares, la
sensación de salvaguardar los garajes de cualquier
altercado, se ha hecho generalizada convirtiendo casi en un
“boom” la demanda de máxima seguridad, no ya en la alarma
contra incendios, sino en la instalación de cámaras de
vigilancia.
En cualquier caso, si todo el vecindario se convierte en el
“Gran Hermano” con el ojo que todo lo ve y además se aplican
las medidas que se recomiendan en los carteles a las puertas
de los garajes, los delincuentes lo tendrán difícil, ante el
temor de verse sorprendidos por mil ojos que pueden
observarlos y avisar a la policía.
La colaboración ciudadana, tantas veces demandada
policialmente, en este caso se traduce en autodefensa
vecinal de sus propiedades automovilísticas. De ahí que sean
los vecinos dentro de las Comunidades, los mejores testigos
o vigilantes, para evitar intromisiones de individuos
dispuestos a sembrar el miedo a los residentes. Las medidas
tecnológicas ayudan a preservar la seguridad en los garajes
pero el ojo humano de unos cuantos usuarios interesados en
proteger su vehículo, tal vez sea, una medida adecuada para
prevenir el delito. No es lógico que la inquietud se instale
en los edificios vecinales como elemento extraño y novedoso,
mientras haya tecnología y métodos de control para erradicar
esta situación que policialmente se viene investigando.
Sabemos que son muchas las personas que se han puesto “manos
a la obra” desde hace unos días para erradicar estos
incendios en garajes y vigilar el acceso de quien no deba
hacerlo. Los mayores interesados son los propios vecinos que
serán los mejores confidentes para la policía y los testigos
idóneos para evitar desagradables sorpresas.
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