Se dice que los políticos en España tienen menos sueldo que
los de otros países europeos. Es correcto, al tiempo que
también resulta incorrecto si nos atenemos a la errónea
interpretación a que podamos llegar con ese dato. Sólo hay
que pensar en el número de políticos que tenemos en este
País, muy superior a cualquier otro, por lo que el costo
presupuestario de la raza política y sindical española (sin
contar subvenciones) es muy superior al que destinan otros
países para pagar a sus políticos. Si el cálculo lo
empezáramos al revés, es decir, pagando a nuestros políticos
una cifra similar a otros, no cabe duda de que los recortes
del Sr. Rajoy habrían sangrado definitivamente a todos los
pobres ciudadanos, con unos tropecientos euros mensuales más
por cabeza; ¡lo que nos faltaba! Pero si, por otra parte, el
presupuesto destinado a pagar el coste político de Alemania,
por ejemplo, fuera el que se distribuyera también para pagar
a los nuestros, entonces los políticos españoles no serían
ni mileuristas, y no podrían llegar a fin de mes; ¡lo que
les faltaba! No cabe duda de que el costo político en este
País resulta muy superior al de cualquier otro, por el
número excesivo de políticos que tenemos. Esta pequeña
reflexión se desmadra, si hablamos de lo que produce, o
rinde, el trabajo de un político español, en comparación con
los de otros países; de eso, hablaremos otro día, aunque se
puede adelantar, sin temor a error, que salen muy caros. Los
más caros del mercado. Carísimos.
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