Ceuta es una ciudad pequeña, con
problemas de urbe grande. No en vano es frontera con
Marruecos. Es decir, con el Norte de África. Aquí padecemos
los mismos sucesos que en otros sitios peninsulares. Ni más
ni menos. Incluso menos.
Pero en los sitios pequeños, y éste lo es, todo cuanto
acontece se magnífica, se hiperboliza, y bien pronto cunde
el miedo y la aversión hacia ‘los otros’. Una actitud que se
ha convertido ya en habitual y que va generando odios
encontrados. Lo cual es tan absurdo cual contra producente.
Hace un año, más o menos, hubo un fuego en una barriada que
estuvo a punto de causar una desgracia de dimensiones
incalculables en un edificio. Un fuego intencionado de
coches que provocó una desbandada de los muchos vecinos de
un bloque hacia la calle. Poseídos por el miedo a perecer
bajo las llamas de un incendio del que no sabían más que se
estaba produciendo en el garaje.
Las primeras informaciones apuntaban hacia la misma
dirección. La de siempre. Y, sin embargo, pasadas las
primeras horas de nerviosismo nos fuimos enterando de que
los delincuentes eran otros. O sea, los no previstos por
sistema. Y ese conocimiento llegó a causar, créanme, cierto
desagrado entre los que daban por hecho que los incendiarios
de coches no podían ser los que eran. Menudo fiasco.
Cuando ocurren lamentables incidentes en una barriada, harto
conocida, los hay que ponen el grito en el cielo y proclaman
a voz en cuello que ello no ocurre en ningún sitio de la
Península. Olvidándose de que raro es el día en el cual no
nos desayunamos con graves desmanes acontecidos en cualquier
periferia de cualquier ciudad peninsular.
En esta ciudad tenemos la enorme fortuna de contar con
muchos y variados agentes de la autoridad y, por si fuera
poco, los militares permanecen en gran número atentos
siempre al menos contratiempo y, por tanto, propician una
tranquilidad que para sí la quisieran muchas ciudades del
otro lado del Estrecho.
Hoy, miércoles por la tarde, quedo enterado de que entre la
noche del martes y la mañana de miércoles han ardido coches
en un garaje de la calle Linares y que ha habido otros
atentados. Y leo de qué manera se está pidiendo ya que las
autoridades se reúnan como si fuera el fin del mundo. Las
autoridades de Ceuta, encargadas de la seguridad, están
reunidas permanentemente. Por una razón muy sencilla: la
ciudad es tan pequeña como para que quienes mandan se vean
diariamente y hablen de lo divino y lo humano.
Así que lo mejor en estos momentos es mantener la calma. Y
dejar que la Policía haga su trabajo Y una vez realizado, no
cabe más que el Delegado del Gobierno, Francisco Antonio
González, salga a la palestra para decirnos quienes son
los autores del hecho. Y hasta puede, por qué no, que no
sean los individuos que pensamos. Por todo ello, convendría
que la tranquilidad imperase en todos los sentidos. Y, desde
luego, sería conveniente no hacer del asunto motivo para que
la gente crea que vivimos en una ciudad sin ley. Porque no
es así.
Pues Ceuta, por más que sea una ciudad pequeña, con
problemas de urbe grande, por ser frontera con Marruecos,
está muy protegida.
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