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OPINIÓN - VIERNES, 4 DE ENERO DE 2013

 
OPINIÓN / LA DIANA

En tránsito

Por Jauma


Hemos atravesado el solsticio de invierno, la profecía maya, y ahora un nuevo año que iniciamos con el corazón encogido, no es la mejor manera, pero la inercia no cambia, no conseguimos darle la vuelta a la situación y nuestra propia incapacidad redunda en una visión aun más negativa, somos animales gregarios, el grupo marca la dirección y el sentido. En otras latitudes la visión es más optimista, han hecho de la necesidad virtud y ahora enfilan con nuevas y renovadas energías el futuro. Supongo que nos falta empuje.

A pesar de todo ello, se percibe un cierto aire de cambio, muy leve, muy tenue, pero cambio al fin y al cabo. Cambio en las actitudes, en las maneras, en las mentalidades, y eso es bueno. Claro que cuando iniciamos una nueva etapa surgen las dudas, a veces da miedo soltarse, quedar libre de las ataduras del pasado, pero no queda más solución, como nación tenemos la obligación de hacerlo, aunque ello suponga dejar atrás cosas queridas, es el futuro el que nos aguarda a la vuelta de cada esquina y no vale de nada esconderse, arrinconarse, nos encontrará igualmente, tan solo hemos de estar preparados para asumirlo con naturalidad.

Es la evolución natural, aplicada a las naciones, pero evolución igualmente. Siempre encontraremos a los agoreros que pronostican un futuro incierto, ¿pero acaso hay algún otro tipo de futuro?

Los profetas de la catástrofe siempre encontrarán una caja a la que subirse para soltar sus diatribas, y siempre encontrarán un público a quien arengar acerca de lo mal que se han hecho las cosas, de lo bien que nos iría si siguiésemos sus recomendaciones, pero la vida sigue su curso, y solo queda mirar atrás para comprobar que, aunque se equivocan constantemente, constantemente se renuevan en un discurso monótono y sombrío.

Frente a eso solo cabe avanzar, tirar lo viejo, derrotar a nuestros fantasmas y creer en nosotros mismos, solos llegamos y solos nos iremos, en medio podemos ser lo que queramos. Juntos somos fuertes, lo hemos demostrado mil veces, nuestra historia está plagada de ejemplos en los que la victoria nos ha sonreído, pero también de momentos en los que la derrota se ha cebado con nosotros, y sin embargo seguimos adelante.

En los momentos amargos es donde se ve la talla de un pueblo, se percibe su fondo moral, y ahí estamos, apoyándonos unos a otros, buscando vías de solución para la gente que no puede seguir, manteniendo el tipo frente al temporal que arrecia por momentos, pero que antes o después cesará.

Y ese es el momento para el que debemos prepararnos, porque cuando las aguas vuelvan a su cauce, tendremos bien aprendida la lección, y corregidos lo errores, navegaremos con el timón firme. Eso es en lo creo y confío, todo lo demás son pamplinas.

Habrá que hacer balance, como no, observar a aquellos que han puesto cara al viento enfrentándose a la tempestad y a aquellos otros que han permanecido ocultos para salir en el último momento. Tendremos que ser críticos y apartar a los que medran en la política, en los sindicatos o en lo que sea a costa de la desgracia ajena. Más cautos, más sinceros, más libres y menos acomodaticios, así deberíamos salir, aceptando nuestros errores, evitando la euforia. Las crisis son una forma de renovarse, la manera de salir de lo que nos encorseta, buscando nuevas vías de expresión, de exploración.

No hay más que ver cómo están saliendo las empresas españolas hacia otros países buscando vías para su supervivencia, eso que es una mala noticia puesto que no pueden sustentarse con lo que aquí hay, es a la larga una nueva forma de entender los negocios, una mayor aproximación a las oportunidades que se presentan en cualquier lado del mundo y eso no solo no es malo, es muy bueno, porque supone el espaldarazo definitivo para unas empresas acostumbradas a moverse en territorio propio, lo que las obliga a reinventarse, a reconstruirse bajo nuevas exigencias para adaptarse, y eso es evolucionar.

En una economía global, con medios de comunicación y de transporte avanzados, eso es lo que nos aguarda, la movilidad geográfica, la movilidad funcional, así es como se mueve la economía a escala mundial y así es como tendremos que vernos a nosotros mismos y a las generaciones futuras, aprovechando oportunidades, saliendo a buscarlas sin aguardar a que sean ellas las que vengan a nosotros.

Ese era nuestro espíritu en la Era de los Descubrimientos, siempre a la vanguardia, y eso que hemos perdido, tendremos que buscarlo, desempolvarlo y renovarlo para, de nuevo, salir a que nos de el aire fresco.
 

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