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OPINIÓN - JUEVES, 3 DE ENERO DE 2013

 
OPINIÓN / COLABORACION

Ceuta, la joya de España, de Europa y de África

Por Gonzalo F. González-Cayon


Venga dado por anticipado que no soy ceutí, es decir caballa, ni de nacimiento, ni siquiera de adopción, pero he sentido, en estos días de estancia aquí, la necesidad de expresar la querencia que esta hermosísima ciudad ha despertado en mí, después de varias visitas efectuadas, en los últimos años, por razones familiares, pues mi hermana, cuñado y sobrinos se instalaron hace unos años en esta “perla” de los mares, a caballo entre el cálido Mediterráneo y el bravío Atlántico.

Imagínense que vengo de un clima áspero, bronco y duro, como lo es meteorológicamente una ciudad del norte de la península, León, aunque los oriundos de este antiguo reino que conformó la inicial Hispania cristiana, nos consideremos calurosos y acogedores y me presento a explicarles lo que como español y europeo siento cuando piso esta tierra, que siempre se ha concebido como tal, siendo santo y seña de españolidad y referencia histórica en el mundo mediterráneo.

No en vano, tanto los fenicios expertos navegantes y comerciantes, como los griegos y los romanos, maestros de todas las culturas, como los guerreros cartagineses, como los filósofos y pensadores árabes, dejaron su huella indeleble en esta península ceutí, la Abyla casi trimilenaria, que a la vez ha ejercido como punto de confluencia entre los dos continentes, siendo su situación tan estratégica la ansiada por varios pueblos para dominar este Mar de Alborán, Medi-terraneum o Mare Nostrum para los romanos, Mar Blanco para los turcos, El Gran Verde para los egipcios, Mesogeios para los griegos o Al-Mutawásit para los árabes, aunadas todas esas intenciones con la conquista portuguesa y posteriormente con su decisión propia de someterse a la corona española, inicialmente como bastión militar y actualmente como ciudad modelo de pluriculturalidad muy dispar, en la que conviven no menos de cuatro religiones.

Y aquí es cuando mis nuevas experiencias se confunden con mis sentimientos, con mis vivencias diarias en León, en una urbe de origen militar romano, convertida en la capital del Reino, en la que la historia ha escrito también jornadas gloriosas, pero aún, en la actualidad, un tanto anclada en la convencionalidad de una provincia del interior peninsular, con una sociedad bastante conservadora, pero con una imperiosa necesidad de conocer esta pluralidad de vuestra queridísima Calipso o Sebta, que como ninguna otra siembra por todas sus calles y plazas, innumerables estatuas y monumentos para recordar a sus hijos ilustres (Al-Idrisi, Ben Yehuda, Pedro de Meneses, Teniente Ruiz…), a todos los que han sabido glosar sus maravillas (Homero, Platón, Aristóteles, Estrabón, Pomponius Mela, Enrique el Navegante,…) así como a otros hechos o personajes históricos (Constitución, Semana Santa, Paz y Libertad, Medinaceli, Legión, Regulares, Artillería, Caídos, Gandhi,…).

Una ciudad así, donde según dice la leyenda vivió Ulises, reconforta al visitante y alegra al turista de manera superlativa, sobre todo teniendo en cuenta la protección terrenal del gigantesco Hércules y la espiritual de vuestra amantísima patrona, Ntra. Sra. de África.

Caballas. Cuidadla y potenciarla, pues tenéis los Aleos ó varas de mando del recordado Meneses, en muy buenas manos: el militar en las del Comandante General Ramón Martín-Ambrosio, paisano leonés y el civil en las del Presidente-Alcalde, Juan José Vivas, portando ambos, en simbólica unanimidad, el día del Corpus, la enseña histórica de la ciudad, el Pendón Real de Ceuta.
 

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