El año esta recién nacido, y
aunque todo lo que nace es merecedor de plácemes, éste,
viene con las del Beri; es decir, con malas intenciones. Y,
por si fuera poco, termina en 12 más uno. Así que a ver
quién es capaz, siendo pensionista, parado de larga
duración, funcionario o joven deseando encontrar empleo para
no ser una carga para sus sufridos padres, de negar que el
cuerpo no le entra en caja y que permanece acoquinado cada
vez que piensa en lo que se le viene encima.
Lo que se les viene encima a los más débiles de la sociedad
actual, es para que se levanten cada mañana mascullando
palabrotas contra quienes se han rendido a los sistemas
financieros y han cedido a éstos la soberanía social,
económica y política. Políticos amedrentados, acobardados y
faltos de agallas para evitar que los ricos sean cada vez
más ricos y los pobres lo sean cada vez más y en mayor
número.
A mí, por ejemplo, me produce náusea enterarme de que
todavía los hay que defienden el que haya políticos ganando
sueldos desorbitados y disfruten, además, de posibilidades
para hacer y deshacer a favor de sus familias, amigos,
conocidos y socios del trincar. Que un alcalde gane casi
ochenta y tantos mil euros al año, verbigracia, le parece
normal, según leí no ha mucho, a un compañero del monterilla
que, a su vez, vive como un rey en tiempos donde en España
comer es ya un artículo de lujo para millones de personas.
Vive como un rey, todo hay que decirlo, porque su compañero,
monterilla él, lo tiene concebido como una mente gris. Que
Santa Lucía le conserve la vista a ese alcalde.
Da grima oír a los parlamentarios que llegan a su tierra, de
vacaciones, como si en Madrid estuvieran currelando de sol a
sol, contándonos el cuento del alfajor. Un mensaje,
convertido ya en frase hecha, en tópico, en lugar común, que
reza así: “Se han sentado las bases para crear empleo
durante el 2013 -¡lagarto, lagarto!-, al reducir el
déficit”. Y se quedan tan panchos lanzando la cantinela a
los cuatro vientos.
Pena produce observar que en España, mientras ésta se
desangra más y más cada día, los pesos pesados del
periodismo tratan de inducir a la gente a que odie a un
portugués que se ha atrevido a decirnos que el único
monumento que existe en el Madrid es el Madrid y nada más
que el Madrid. Como club. Y los periodistas residentes en la
capital, en la que, por haber muchos, caben, por tanto, a
más tontos, se han levantado en armas contra José
Mourinho porque decidió, en su momento, que no jugara el
mito de pacotilla que les tiene sorbida la sesera a señoras,
señoritas, varones, y tiernos y tiernas del foro.
Al paso que vamos, ninguna extrañeza me causaría que un buen
día, más pronto que tarde, nos dijera el todo Madrid que lo
ideal sería, en momentos de tanta penuria económica y ante
la falta de liderazgo político que padecemos, que Iker
Casillas aceptara trasladarse a la Moncloa, con Sara
Carbonero, a encauzar la situación de una España que no
para de gemir como una pavesa. Es más, hasta podrían
esgrimir los seguidores del muchacho, nacido en Móstoles,
que la presencia de éste en La Moncloa, además de contar con
el beneplácito de todos los medios, despertaría simpatías
mundiales en un tris y pondría la marca España por las
nubes. E incluso creo que Rajoy vería el cielo
abierto. Menudo peso se iba a quitar de encima. Pues da la
impresión de tener ganas de irse cuanto antes. Por el
garaje.
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