El año 2011 terminó con el mismo fenómeno que lo
caracterizó: las avalanchas de decenas de subsaharianos que
entraban en Ceuta en balsas o a nado. Sin embargo, el
refuerzo realizado por Marruecos en las dos bahías desde los
últimos días de diciembre surtió efecto y a lo largo de 2012
no se ha reproducido esta situación. No obstante, las rutas
de la inmigración clandestina, que no cesa, se han desviado
a la península.
Mientras en Ceuta se ha vivido un año de relativa
tranquilidad en cuanto a la inmigración clandestina, Cádiz
ha recibido las mayores avalanchas que se recuerdan desde
2004, con más de un millar de subsaharianos llegados a sus
costas desde el litoral marroquí. La razón de este cambio
parece estar en el refuerzo de la seguridad por parte de
Marruecos en las zonas limítrofes con la ciudad autónoma,
que han frenado las avalanchas que caracterizaron 2011 hasta
prácticamente los últimos días, pues el 22 de diciembre
entraba a nado por el Tarajal el último grupo de 57
subsaharianos.
Dos patrulleras de la Marina Real marroquí, la 139 y la 133,
controlaban ayer las aguas del Estrecho en previsión de
nuevos avistamientos de las precarias balsas de plástico en
las que se desplazan los inmigrantes. Cerca de las 13.00
horas, se produjo de hecho por parte de la embarcación de
Salvamento marítimo Alkaid el rescate de nueve subsaharianos
en una de estas pateras. Otras dos fueron asistidas, según
informó este organismo dependiente del Ministerio de
Fomento, por medios marroquíes.
La zona del islote del Perejil ha sido una de las que se han
vigilado de forma permanente tanto por las fuerzas de
seguridad de Marruecos como por la Guardia Civil, pues en
las inmediaciones, en concreto, en los bosques de Oued
Mahrsa, se generó desde la primavera pasada un punto de
partida de estas embarcaciones.
Por su parte, en el lado marroquí del Tarajal se acometieron
obras de refuerzo del espigón fronterizo con Ceuta, se valló
toda la playa por la que se lanzaban al mar los inmigrantes
y se habilitó una zona de aparcamiento donde estacionan los
vehiculos de la Gendarmería y el ejército marroquíes, lo que
en la práctica ha supuesto un blindaje casi inexpugnable.
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