El reciente óbito en la madrugada
del pasado 13 de diciembre del emblemático Jeque Abdessalám
Yassin, fundador y líder espiritual de Justicia y
Espiritualidad (Al Adl Wal Ihssane), no ha pillado a la
Yamaâ de improviso, bien al contrario, la larga enfermedad
del Jeque ha permitido a la misma preparar la sucesión y
ajustar la maquinaria para el futuro, perfilándose de
momento tres sucesores que habrán de ser consensuados por al
menos dos de los órganos colegiados del movimiento, que
guarda una organización piramidal: el Consejo de Orientación
(de donde saldrá el futuro líder) y los Círculos Políticos.
Aunque su mediática hija, Nadia Yassin, está descartada más
que nada por el hecho de ser mujer además de no ser miembro
del Consejo de Orientación, podría lanzar una OPA sobre la
Yamaâ posicionando a su marido, Mohamed Chubani, quien
deberá competir con el veterano Mohamed Abbadi, hombre muy
vinculado al sufismo y quien por deseo expreso de Yassin
llevará interinamente las riendas durante dos meses y el
mediático Fathallah Arsalane, portavoz del movimiento
adilista y que, por su experiencia política, se perfila como
el futuro líder de la misma. Ambos son miembros del Consejo
de Orientación, que deberá abordar en dos meses una Asamblea
Consultiva.
Es llamativo que finalmente la Yamaâ, cuya actividad está
permitida sin ser legal, no recibió ningún mensaje de
condolencia oficial, es decir de Palacio al que, a juicio de
este escribano, le faltó ésta vez cintura y visión de futuro
y le sobró prepotencia, pese a ser Yassin descendiente de
una familia humilde aunque Chorfa (y por tanto descendiente
del Profeta Mohamed al igual que la Dinastía Alauí), además
de líder del principal movimiento de masas del Magreb. En
fin, referente e icono del islamismo magrebí, guste o no.
Palacio bien pudiera haber perdido una excelente ocasión de
guiñar un ojo a los “adilistas” y templar gaitas con la
Yamaâ enviando a una personalidad (no hacía falta que fuera
de primer rango, como el Príncipe Mulay Rachid) al funeral
del jeque en la mañana del 14 de diciembre, si bien por
parte del gobierno asistió su titular de Justicia y
Libertades, Mustáfa Ramid quien, muy prudente, aseguró haber
estado presente “por respeto hacia la espiritualidad del
difunto”. Quien tampoco estuvo (y corrijo mi error en una
columna anterior escrita a uña de caballo) fue el Jefe de
Gobierno, Abdelilah Benkirán, quien no obstante tuvo
elogiosas y sugerentes palabras para el difunto. “Abdessalám
Yassin era un amigo. Fue gracias a él que yo adopté una
ideología pacifista”. Quien sí dirigió una carta de
condolencia a su hija Nadia fue el Príncipe Mulay Hicham,
primo de Mohamed VI, calificando al fallecido de “defensor
de los derechos del pueblo en materia de justicia social y
dignidad”.
Mucho se ha especulado, no ya con la sucesión de Yassin sino
con el futuro de Justicia y Espiritualidad, mientras la
prensa afecta al Neomajzén y analistas pensionados confunden
e intoxican cuanto pueden. La ceremonia de la confusión no
se hizo esperar: en internet, el Foro de Marroquíes de
España insiste en hablar de “partido político” (¿?), desde
Maroc Hebdo se presenta a la Yamaâ como una “organización
islamista salafista” (¿?), periodistas como Chema Gil (Vegamediapress)
entienden sin ningún pudor que “toda su ideología y su forma
de actuar bebe en las fuentes originales del yihadismo
combatiente, el mismo que Al Qaeda (…)” mientras que en la
última edición de Jeune Áfrique, Francoise Sudán relaciona a
“ciertos de sus militantes con el yihadismo más radical”.
Incluso un insolvente y desvergonzado imam como Abdelbari
Zemzemi, ha llegado a decir con pésimo gusto que “La muerte
del Jeque Yassin no es para lamentar (…) Yo diría incluso
que su ausencia es mejor que su presencia”. Ciertamente
Justicia y Espiritualidad entraría, por definición, en el
campo del islamismo radical, sus campañas de islamización
desde la base (por ejemplo en las playas durante los años
2000 y 2001) fueron ciertamente agresivas, algunos de sus
militantes (estudiantes universitarios) han sido acusados de
asesinato en Marruecos y otros once adilistas fueron
detenidos en Italia (2008) en el transcurso de un operativo
antiterrorista , pero también parece claro que Abdessalám
Yassin y la Yamaâ han condenado siempre la violencia
oponiéndose con firmeza al terrorismo, enfrentándose además
al salafismo extremista con el que ideológicamente poco
tienen que ver. Justicia y Espiritualidad bebe tanto en el
sufismo (de ahí su vertiente espiritual) como en el
pensamiento político de los Hermanos Musulmanes no
descartando a mi juicio cierta relación, a través del
mahdismo, con la Shía. No en vano, las obras de Yassin
(autor de quince libros) se venden con éxito en las
librerías de Teherán y el mismo Jeque era un gran admirador
de la revolución Jomeinista.
¿Sobrevivirá la Jamaâ a la muerte de su fundador…? No tengo
la menor duda. De entrada su polémica hija, Nadia Yasin ha
quedado descartada hace tiempo como heredera tan solo por el
hecho de ser mujer, si bien alrededor del clan familiar
representado por su marido y en posesión de buena parte de
los fondos del movimiento (cuya financiación es muy opaca)
podría aglutinarse el, digamos, sector legitimista; otro
núcleo importante son los llamados Círculos Políticos, del
que podría salir un sector que llegara a constituirse en
partido y, finalmente, un sector residual podría
radicalizarse. Tampoco es descartable una opción bicéfala,
separando la dimensión espiritual de la política. En
cualquier caso y hasta donde conozco, hay Justicia y
Espiritualidad para rato. Yassin ha logrado dejar, mal que
le pese al Marruecos oficial, una Yamaâ disciplinada y bien
estructurada, perfectamente capaz de sobrevivir a la
ausencia del líder fallecido y que mantendrá sus ejes
ideológicos fundacionales.
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