LUNES 17.
yer domingo, a esa hora vaga de mediodía, mi teléfono sonó
varias veces. Eran Llamadas de personas, conocidas mías, que
querían saber más de algunas cosas referidas por mí durante
la semana. A Alberto Gallardo lo que le preocupaba es
no haberme visto, últimamente, en ningún sarao. Y tuve a
bien explicarle las causas por las que, de momento, he
decidido abstenerme de ir a festejo alguno aunque agradezca
que se me invite. Tras responderle a su pregunta, me
preocupé por la salud de Alberto y quedé satisfecho de
cuanto me contó sobre su recuperación. De la que sabía bien
poco, debido a que hacía ya la tira de tiempo que no
charlábamos. También le dedicamos algunos minutos al
sobreseimiento que la fiscalía ha pedido para el “caso”
Gordillo. Y le ofrecí mi opinión sobre unas declaraciones
hechas por el interesado, al recibir tan grata noticia: lo
que debería haber hecho es dar los nombres y apellidos de
las personas que, desde el primer momento, lo pusieron entre
la espada y la pared. A partir de ese momento, hubo nada más
que un corto espacio de tiempo dedicado a la cháchara.
Martes.18
Alejandra es morena, de grandes ojos negros, nariz
graciosamente respingona. Tiene un cuerpo espléndido que
ella ciñe intencionadamente. Los hombres suelen desnudarla
con la mirada, porque está llena de vida y ondulaciones para
ser acariciadas a cualquier hora. Alejandra, cada vez que
nos encontramos, me confirma el interés que le suscita lo
que escribo. Y a mí se me cae la baba oyendo el halago
proveniente de una criatura que, cumplida la treintena,
pasea su cuerpo con un garbo capaz de causar tortícolis a
tutiplén. Alejandra, tras saludarnos hoy, me ha preguntado
si sé algo acerca de la poca confianza que ya tiene Juan
Vivas en Yolanda Bel. Y le he dicho que no. Y
ella me ha puesto al tanto de ciertos motivos por los que
las relaciones entre ambos se han ido deteriorando en los
últimos tiempos. Ahora bien, lo que me ha contado Alejandra,
por más que su body esté hecho para la perdición de mucha
gente, debo ponerlo en cuarentena. Por una razón muy simple:
Alejandra nunca ha negado su fascinación por Yolanda Bel. Y,
claro está, se le ve el plumero.
Miércoles. 19
Dos y media de la tarde. Acabo de terminar la columna que
saldrá mañana, titulada “Políticos”, cuando Gloria, mi
mujer, viene a la salita donde tengo instalado mi
escritorio, para decirme que ha oído en la radio lo de
Tito Vilanova; es decir, que ha recaído de su
enfermedad. Que al entrenador del Barcelona se le ha vuelto
a reproducir ese tumor cancerígeno en la glándula parótida
del que fue intervenido en noviembre de 2011. Y me
descompongo. Me entran sudores fríos. He aquí a un gran
tipo, deportista desde que fue nacido, viviendo en la
cúspide de la fama, a sus 44 años, que se ve asediado por
una enfermedad que hace sus presas sin distinción de ningún
tipo. Para él, para Tito Vilanova y los suyos, nada cuenta
ya que no sea volver a enfrentarse con éxito a una
intervención que le sane para siempre. Es lo que lo uno
desea tan fervientemente como dispuesto estoy a invocar a
todos mis santos por él.
Jueves. 20
Me desayuno con la noticia de que Ángel María Villar,
junto a varios de sus hombres de confianza, ha vuelto a ser
imputado por hacer uso de fondos de la RFEF para costear
viajes privados. Los imputados, además del presidente, son
miembros de su camarilla: Antonio Borrás del Barrio, José
María Castillón, Juan Antonio Padrón y Juan Espino.
Sí, ya sé que ustedes están esperando que en la lista
aparezca Antonio García Gaona; pero no es posible
porque, en 2002, cuando toda esta patulea viajaba a costa
del presupuesto federativo, García Gaona aún no se codeaba
con esta gente que vive dedicada a subirse y bajarse de los
aviones y a pegarse todos los homenajes del mundo por
ciudades de aquí, de allá y de acullá. Un día, de hace ya
bastantes años, le dije a quien más mandaba en la Federación
de Fútbol de Ceuta, que los personajes mencionados eran
todos muy amantes de vivir a costa del fútbol. Y perdió los
estribos defendiendo la honradez de todos ellos. Eso sí, lo
que no me pudo negar es que Borras del Barrio era calvo y
que un día, siendo árbitro de Primera División, salió al
campo con una peluca, presumiendo de playboy, y que ésta se
le cayó al césped y lo convirtió en el hazmerreír de toda la
España futbolística. A lo que iba, que la Audiencia
Provincial de Madrid ha acordado ayer miércoles la
reapertura de un caso que, en 2010, decidió archivar
Adolfo Carretero, juez del asunto. A ver si ahora hay
más suerte y, al menos, tenemos la oportunidad de comprobar
que la Justicia hace todo lo posible por avergonzar a estos
aprovechados.
Viernes. 21
Lo que más aprecio en esta vida es ver de qué manera se
desenvuelven las personas en los tiempos difíciles. Que es
cuando hay que sacar el carácter a relucir. Cuando sopla el
viento, incluso la veleta tienen carácter. Así me expreso en
un corrillo. Y no tengo el menor inconveniente en continuar
hablando del asunto. El carácter es la virtud de los tiempos
difíciles. Sin duda alguna. Que son los tiempos que corren
ahora. Tiempos donde las penurias económicas y los miedos
que están sembrando los políticos con sus recortes, están
dejando en el camino a millones de personas sumidas en la
pobreza y abocadas a pasar canina desoladora. Hambruna como
la que se daba en aquella miserable Edad Media. Por lo
tanto, creo que en estos momentos cabe la siguiente pregunta
que se hacía un señor de cuyo nombre no me acuerdo: “¿Qué es
carácter? En las condiciones más hostiles, ser capaz de dar
de sí. ¿Y falta de carácter? En las condiciones más
favorables, meter la mano en la caja sin contemplaciones.
Los políticos, sálvense los que puedan, han carecido de
carácter en los tiempos de bonanza. Eso sí, se han hecho de
oro. Por ello, es decir, a los de siempre, o sea a los
pobres, les está tocando soportar con firmeza las
calamidades. Para no cambiar. Me llamaron, tras terminar mi
perorata, pesimista solemne.
Sábado. 22
Me tropiezo por la avenida de Sánchez-Prados a Inmaculada
Ramírez, quien fuera durante cuatro años diputada y
portavoz del Grupo Parlamentario en la Asamblea de la
ciudad. De Inmaculada dije en su momento que era, y lo sigue
siendo, una mujer extraordinaria, cuyo paso por la política
activa no le había aportado beneficio alguno. A pesar de su
evidente preparación y del entusiasmo con el cual abordó sus
funciones. Hoy se lo he vuelto a recordar, y me ha
respondido de la misma manera que lo hizo en su día: Formar
parte de la política activa me enseñó a aceptar las críticas
negativas de los medios sin perder la compostura. Lo cual
considera que no es tarea fácil. Puesto que hubo momentos en
los que reconoce que estuvo a punto de perder los nervios.
Trato de tirarle de la lengua, pero sigue siendo aquella
mujer, que tiene maneras y saber estar, incapaz de hablar
mal de nadie. Cuando le pregunto sobre los problemas que
parece tener Yolanda Bel con Juan Vivas. Me
mira, se sonríe, y me responde de modo que me siento
obligado a no contar nada. Inmaculada Ramírez: gran señora,
y estimada amiga.
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