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OPINIÓN - VIERNES, 21 DE DICIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN / LA DIANA

Visión panorámica

Por Jauma


Visión general, visión de conjunto, visión global, nos falta, sin lugar a dudas necesitamos salir de nuestra propia introspección y abrirnos al mundo, ver cómo funciona, cómo se desenvuelve en escenarios difíciles, en situaciones adversas, para comprender que no somos los únicos, que las cosas no siempre salen bien. Entenderlo es vital para nuestra propia supervivencia como grupo, los movimientos centrífugos que se generan en momentos de crisis nos debilitan, nos hacen vulnerables.

La supremacía de los más fuertes sigue vigente en determinados ámbitos de la vida, las empresas y las personas estan sometidas a los movimientos pendulares de la economía, por eso es necesario estar siempre preparado para cuando las dificultades nos ahogan. La política está actuando, en muchos casos, como amortiguador de las iniciativas privadas, es más fácil apoyarse en lo público, es garantía de estabilidad. Deberíamos pensar en exigir más y también en pagar más a nuestros servidores públicos, ambas cosas van de la mano, exigir no es preocuparse por la farola de nuestra calle, exigir va más allá y comienza con lo que debemos exigirnos a nosotros mismos.

El mundo funciona a un ritmo diferente al que nosotros marcamos, eso ya deberíamos saberlo a estas alturas, hemos perdido mucho tiempo y seguimos perdiéndolo, las soluciones pasan por, en primer lugar, equilibrar ingresos y gastos, ese debería ser nuestro primer reto, el segundo es evidente, aumentar nuestra productividad, el tercero salir de nuestro encastillamiento, aprender a operar en el mercado, nos conformamos con ver venir a los de fuera a ofrecernos su mercancía.

Elaborar estrategias que nos permitan incorporarnos a mercados emergentes, formas de crear riqueza sin que tenga que salir necesariamente de las arcas del Estado. Las oportunidades pasan y el signo de los tiempos cambia, en tanto que nosotros permanecemos atónitos y pasmados, lamentando nuestra suerte, pero sin hacer nada para cambiarla.

Montamos grupos de estudio, analizamos nuestro ombligo, para llegar a conclusiones que nunca se llevan a la práctica, algunas buenas otras no tanto, pero que más da, quedan sepultadas en un cajón.

Veamos por ejemplo las nuevas instalaciones para la Universidad, es necesario rentabilizar esas instalaciones, si para ello hay que establecer un nuevo modelo de gestión que implique a empresas privadas, o establecer convenios con otros lugares o crear ofertas inexistentes en nuestro hinterland, ¿a qué estamos esperando? Tan solo es preciso buscar a las personas adecuadas, incentivarlas económicamente y darles rienda suelta, el ejemplo de las universidades privadas en España puede servir de modelo, independientemente del carácter público de la nuestra. Otro tanto cabría decir de la Manzana del Revellín, hay que darle salida al stock de elementos singulares de que disponemos, buscando la rentabilidad de la inversión por encima de otros factores, no estamos para quedarnos quietos.

El Parque, el Desnarigado, el Abrigo de Benzú, los barcos hundidos en nuestras costas, el Monte Hacho, la lista puede continuar, pero es necesario partir de un concepto claro, basado en la incorporación de personas dinámicas, dispuestas a responder al reto a cambio de una remuneración vinculada a los resultados.

A esto se le puede llamar privatización, ante lo que algunos se rasgarán las vestiduras, pero es lo que nos enseña el mundo en que vivimos, si encuentro dinosaurios hago un parque temático, si tengo las ruinas de una ciudad, las pongo en valor, las muestro y promociono, da igual, lo importante es poner a trabajar tus recursos para crear empleo y riqueza sin apoyarse siempre en las mismas muletas.

Claro está que toda iniciativa debe contar con el apoyo incondicional de la Ciudad, entendida esta tanto a nivel de estamentos públicos como a nivel de la propia ciudadanía.

¿Una quimera? Es posible vistos los antecedentes, ¿un imposible? Para nada, todo es cuestión de adaptar nuestra visión, hacerla gran angular, empujar con fuerza y no dar muestras de desánimo.

A diario vemos cómo en cualquier lugar del mundo surgen iniciativas que podríamos calificar de insensatas, y que sin embargo salen adelante con fuerza, la clave está en los jóvenes, esos mismos a lo que nosotros tenemos adormilados, subsidiados y apartados donde no molesten.

Si a lo único que aspiramos es a un sueldo fijo y un trabajo de por vida, tenemos lo que nos merecemos, y pronto ni eso, porque ya no existen esos conceptos, el trabajo a cambio de nada y la estabilidad para cuarenta años han pasado hace tiempo a mejor vida, aunque nosotros nos neguemos a aceptarlo, aunque pretendamos seguir aferrados a un mundo que se desvanece.

Como el cauce de un rio debemos permanecer, pero siempre cambiando, no se trata de olvidar nuestras raíces, solo de crecer hacia arriba.
 

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