Visión general, visión de conjunto, visión global, nos
falta, sin lugar a dudas necesitamos salir de nuestra propia
introspección y abrirnos al mundo, ver cómo funciona, cómo
se desenvuelve en escenarios difíciles, en situaciones
adversas, para comprender que no somos los únicos, que las
cosas no siempre salen bien. Entenderlo es vital para
nuestra propia supervivencia como grupo, los movimientos
centrífugos que se generan en momentos de crisis nos
debilitan, nos hacen vulnerables.
La supremacía de los más fuertes sigue vigente en
determinados ámbitos de la vida, las empresas y las personas
estan sometidas a los movimientos pendulares de la economía,
por eso es necesario estar siempre preparado para cuando las
dificultades nos ahogan. La política está actuando, en
muchos casos, como amortiguador de las iniciativas privadas,
es más fácil apoyarse en lo público, es garantía de
estabilidad. Deberíamos pensar en exigir más y también en
pagar más a nuestros servidores públicos, ambas cosas van de
la mano, exigir no es preocuparse por la farola de nuestra
calle, exigir va más allá y comienza con lo que debemos
exigirnos a nosotros mismos.
El mundo funciona a un ritmo diferente al que nosotros
marcamos, eso ya deberíamos saberlo a estas alturas, hemos
perdido mucho tiempo y seguimos perdiéndolo, las soluciones
pasan por, en primer lugar, equilibrar ingresos y gastos,
ese debería ser nuestro primer reto, el segundo es evidente,
aumentar nuestra productividad, el tercero salir de nuestro
encastillamiento, aprender a operar en el mercado, nos
conformamos con ver venir a los de fuera a ofrecernos su
mercancía.
Elaborar estrategias que nos permitan incorporarnos a
mercados emergentes, formas de crear riqueza sin que tenga
que salir necesariamente de las arcas del Estado. Las
oportunidades pasan y el signo de los tiempos cambia, en
tanto que nosotros permanecemos atónitos y pasmados,
lamentando nuestra suerte, pero sin hacer nada para
cambiarla.
Montamos grupos de estudio, analizamos nuestro ombligo, para
llegar a conclusiones que nunca se llevan a la práctica,
algunas buenas otras no tanto, pero que más da, quedan
sepultadas en un cajón.
Veamos por ejemplo las nuevas instalaciones para la
Universidad, es necesario rentabilizar esas instalaciones,
si para ello hay que establecer un nuevo modelo de gestión
que implique a empresas privadas, o establecer convenios con
otros lugares o crear ofertas inexistentes en nuestro
hinterland, ¿a qué estamos esperando? Tan solo es preciso
buscar a las personas adecuadas, incentivarlas
económicamente y darles rienda suelta, el ejemplo de las
universidades privadas en España puede servir de modelo,
independientemente del carácter público de la nuestra. Otro
tanto cabría decir de la Manzana del Revellín, hay que darle
salida al stock de elementos singulares de que disponemos,
buscando la rentabilidad de la inversión por encima de otros
factores, no estamos para quedarnos quietos.
El Parque, el Desnarigado, el Abrigo de Benzú, los barcos
hundidos en nuestras costas, el Monte Hacho, la lista puede
continuar, pero es necesario partir de un concepto claro,
basado en la incorporación de personas dinámicas, dispuestas
a responder al reto a cambio de una remuneración vinculada a
los resultados.
A esto se le puede llamar privatización, ante lo que algunos
se rasgarán las vestiduras, pero es lo que nos enseña el
mundo en que vivimos, si encuentro dinosaurios hago un
parque temático, si tengo las ruinas de una ciudad, las
pongo en valor, las muestro y promociono, da igual, lo
importante es poner a trabajar tus recursos para crear
empleo y riqueza sin apoyarse siempre en las mismas muletas.
Claro está que toda iniciativa debe contar con el apoyo
incondicional de la Ciudad, entendida esta tanto a nivel de
estamentos públicos como a nivel de la propia ciudadanía.
¿Una quimera? Es posible vistos los antecedentes, ¿un
imposible? Para nada, todo es cuestión de adaptar nuestra
visión, hacerla gran angular, empujar con fuerza y no dar
muestras de desánimo.
A diario vemos cómo en cualquier lugar del mundo surgen
iniciativas que podríamos calificar de insensatas, y que sin
embargo salen adelante con fuerza, la clave está en los
jóvenes, esos mismos a lo que nosotros tenemos adormilados,
subsidiados y apartados donde no molesten.
Si a lo único que aspiramos es a un sueldo fijo y un trabajo
de por vida, tenemos lo que nos merecemos, y pronto ni eso,
porque ya no existen esos conceptos, el trabajo a cambio de
nada y la estabilidad para cuarenta años han pasado hace
tiempo a mejor vida, aunque nosotros nos neguemos a
aceptarlo, aunque pretendamos seguir aferrados a un mundo
que se desvanece.
Como el cauce de un rio debemos permanecer, pero siempre
cambiando, no se trata de olvidar nuestras raíces, solo de
crecer hacia arriba.
|