La Guardia Civil, a través de la Unión Europea y Frontex,
trabaja para luchar contra la inmigración ilegal en países
como Senegal o Mauritania. A través de convenios con las
Fuerzas de Seguridad de estos países, la Agencia Europea
para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras
Exteriores (Frontex), es la que se encarga de coordinar
estas comisiones. En Ceuta, han sido ya varios los guardias
que han viajado a estos países en los que los intentos de
salida por mar para llegar a costas españolas están a la
orden del día. Buen ejemplo de ello son el teniente José
Antonio Burgos y el sargento primero antonio Martínez, que
han contado sus experiencias en el día a día. El primero, en
Senegal, y el segundo, en Mauritania y también en Senegal.
Ambos, “amigos”, pertenecen al Servicio Marítimo de la
Guardia Civil de Ceuta, y están satisfechos con la labor que
se lleva a cabo en estos países. Esta unidad en la ciudad
está formada por un total de 46 guardias, de los cuales 37
están “operativos”.
El objetivo es “prevenir” y evitar en la medida de lo
posible la salida de inmigrantes en cayucos. La Guardia
Civil es la que se encarga de poner los medios marítimos en
las comisiones, pero también el Frontex cuenta con “medios
aéreos”. Países como “Luxemburgo o Italia” participan en
estas comisiones. La Benemérita aporta además en Mauritania
un helicóptero, al igual que lo hace el Cuerpo Nacional de
Policía en Senegal. El Instituto Armado cuenta con cámaras
térmicas para mostrar a los diferentes países cómo se
utilizan. En la actualidad hay un guardia civil de la 2007
Comandancia de Ceuta que se encuentra cerca de la frontera
de Mali. Los equipos de las diferentes comisiones cuentan
también con barcos oceánicos que viajan desde Canarias y
hacen “visitas” a los dos países. De la ciudad suelen viajar
uno o dos guardias, que se unen a los contingentes de entre
quince y veinte compañeros que pertenecen a otros Servicios
Marítimos, como puede ser de Canarias, Santander, etc. “De
Ceuta podemos movernos menos porque aquí también existe el
problema de la inmigración”.
Colaboración
La colaboración con las Fuerzas de Seguridad de estos países
es “buena”, comenta el teniente. “Se interesan mucho por el
trabajo que realizamos y aprenden bastante”. Incluso algunas
de las embarcaciones que se quedan algo obsoletas y que ya
no utiliza la Guardia Civil, el Gobierno de España las dona
para que los Cuerpos de estos países realicen su “propia
vigilancia”. “Evidentemente, las embarcaciones se arreglan y
se les dejan en condiciones”, resalta el teniente. Los
guardias se encargan, además de la vigilancia, de mostrar
cómo se mantiene una embarcación, qué es lo que hay que
hacer para que estén operativas y el “gobierno de las
mismas, es decir, atracarlas, desatracarlas y abordar”.
En este último punto, el teniente resalta que es complicado
abordar a un cayuco porque los inmigrantes “no ponen de su
parte; es algo complicado porque son situaciones en el mar,
con mucha gente... Pero se solventan con la pericia y la
práctica de todos los componentes que realizan el rescate”,
continúa. La Guardia Civil dispone de una flota de
“embarcaciones de altura”, con 30 metros de eslora, que se
utilizan como patrulleras. De las existentes, hay cuatro
“comisionadas”, dos en Senegal y dos en Mauritania. En estos
dos países están destinadas cuatro patrulleras de la Guardia
Civil, pero en países como Gambia existen “otros sistemas de
cooperación para formar a los policías”. También están
destinados oficiales de enlace en casi toda la costa
africana. Pero el despliegue policial “propiamente dicho” se
encuentra en estos dos primeros países. Las bases se
encuentran en Dakar y Nouadhibou.
En cuanto a si hay diferencia en materia de colaboración
entre estos dos países, el sargento primero, que ha estado
destinado en ambos lugares explica que es “muchísima”. “La
diferencia es que, cuando vas a Senegal, viajas a un lugar
en el que hay mucha inmigración, pero te acogen bien y en el
tiempo libre, entre comillas, se puede hacer una vida
pseudonormal”. Sin embargo, Mauritania “adolece de esa
segunda parte”, cómo pasar el tiempo libre. A esto hay que
añadir que “hay problemas con el islamismo”.
De 1.300 inmigrantes a ninguno
A pesar de ello, tanto el teniente como el sargento primero
destacan que no tienen problemas en el trabajo, sino que se
producen más incidentes en Mauritaria a la hora de
“convivir” y apostillan: “Cuando la Guardia Civil se
repliegue de allí, el último lugar será Mauritania, sin la
menor duda porque es el último punto de control de África
hacia Canarias; más arriba ya no se puede ‘coger’ a los
inmigrantes”.
Cuando se iniciaron estas comisiones, se interceptaban
“muchos” inmigrantes. El sargento primero resalta que, en
seis meses que estuvo en 2007, “se cogieron 1350”. Sin
embargo, en los cuatro meses de verano de este año, “no se
ha cogido ninguno”. Es decir, este tipo de inmigración por
mar “se ha paralizado en los últimos años”. En estos
momentos la “mayor parte de la inmigración viene del centro
de África y llega hasta las costas de Marruecos”. Pero no
está previsto que dejen las costas de estos países, sino que
consideran que es mejor “mantener a la Guardia Civil allí
para continuar esas buenas relaciones”. “La parte por mar
está controlada y ahora deciden trasladarse por tierra”.
A pesar de pasar muy buenos momentos con sus compañeros de
Seguridad de estos países africanos, tanto teniente como
sargento primero destacan que uno de los aspectos más
peligrosos de su día a día es “navegar por la noche porque
las señales de navegación no se cumplen”, lamenta. “De día
ya es difícil, pero de noche es peligroso”. El sargento
primero añade: “Una vez un grupo de inmigrantes en Malí
intentaron prender fuego a nuestra embarcación neumática;
íbamos a abordarlos y nos arrojaron un plato metálico donde
hacen la comida y lo tiraron lleno de gasolina; fue
imposible abordarlos y llegaron a Canarias; después, los
devolvieron directamente en avión”, comenta. Pero el
sargento primero quiere resaltar que es un “caso puntual”.
“No son personas agresivas, pero es de entender que a estas
personas no les siente bien llevar un año o dos ahorrando
para poder embarcar y en dos horas les hayan cogido...”
En relación a si existen demasiadas mafias en estos países
para lucrarse de esta inmigración, el teniente comenta que
“todo lo que produzca dinero, siempre hay alguien que
intenta aprovecharse de ello”.
Carácter humanitario
El carácter humanitario de la Guardia Civil también se hace
notar en estas comisiones. “Cuando llegas de un país
civilizado y en la puerta del piso en el que estás viviendo
te encuentras con una familia a las puertas de la casa,
piensas en ayudar a todo el mundo”. “El valor de la vida no
es el mismo”, comenta el sargento primero, a lo que el
teniente añade: “Claro que tienen miedo a subirse en un
cayuco, pero muchas veces creo que no saben ni las
circunstancias en las que se embarcan”.
Una balsa con inmigrantes suele tardar entre “cinco o seis
días en llegar a Canarias”. “Viajan en condiciones muy
penosas y de hacinamiento, entre 85 y 120 viajan en cayucos
grandes de casi 28 metros de eslora”, explica el sargento
primero. La mayoría de las personas que embarcan son varones
y a los menores de 13 y 14 años ya no los consideran como
tal. En cuanto a los bebés que llegan a las costas
españolas, el teniente explica los pequeños nacen en el
propio “traslado de inmigrar”. “Son unas personas que cuando
las conoces te dan lástima”, se lamenta. Pero “cuando se
convive con ellos y se les ayuda... Son personas que s
onríen constantemente”. El sargento primero recuerda con
cariño que cuando viajaba al principio, los pequeños
esperaban a recibir “las bolsas de caramelos que llegaban de
Ceuta”. Y no sólo eso, sino que también les compran comida y
les ayudan en todo lo que pueden. Una labor de cooperación
en la erradicación de la inmigración ilegal, pero también un
trabajo humanitario con creces.
|