LUNES 10.
Elisabeth Carreira, Eli para los amigos, es empleada del
Hotel Tryp, desde hace la tira de tiempo, y a su más que
archiconocida profesionalidad le acompaña siempre una
amabilidad revestida de una sempiterna sonrisa. Hoy, cuando
nos hemos visto, me ha dicho que su marido, Eduardo Amado
Campos, pintor al óleo sobre lienzo, va a exponer una
serie de cuadros en la Sala de El Poblado Marinero. La
exposición se inaugura el día 13. Así que cuando salga este
recuadro, EAC, nacido en La Habana, habrá obtenido el éxito
que sus amigos le deseamos. Por cierto, hace ya mucho tiempo
que no coincido con el artista cubano. Persona tan culta
como agradable. De modo que haré todo lo posible por asistir
al acto de exposición de sus lienzos.
Martes. 11
Comida de los martes. Nos sentamos a la mesa Luis
Parrillas, Salvador Durá, Álvaro Pérez y quien escribe.
Y hablamos de cuanto se encarta y lo hacemos antes de
empezar a comer, durante y en la larga sobremesa. Confieso
que, en ocasiones, mi estimado SD me saca de quicio. Pues le
gusta polemizar acerca de ciertos asuntos sin aportar
argumentos suficientes para que se le otorgue la razón
buscada por él. No existen verdades absolutas. Claro que no.
Pero también es cierto que hay hechos que vienen a demostrar
que quienes argumentan más y mejor se acercan más a esa
verdad que suele ser tenida por universal en cualquier
actividad. Si hablamos de fútbol, por ejemplo, y sale a
relucir el área pequeña, hay algo que es dogma: esa zona
pertenece al portero y los errores de éste en ese espacio
acaban casi siempre condenando a su equipo. En cuanto a su
obsesión por los títulos, a mí no me cabe más que decirle
que yo nunca me he jactado, ni lo haré, de ser autodidacto,
porque es poco lo que se puede aprender sin auxilio ajeno.
Pero conviene no olvidar, sin embargo, que este poco es
importante y que además nadie me lo puede enseñar. Ya que lo
aprendo estudiando sin que nadie me obligue. Luis Parrillas
asiste a la conversación, mientras Álvaro Pérez se revela
como un magnífico contertulio.
Miércoles. 12
No exagero si digo que llevaba varios meses sin ver a
Manolo Gómez Hoyo. Pero hoy nos hemos tropezado y, tras
los saludos de rigor, nos hemos puesto a parrafear. Con
Manolo siempre me he llevado la mar de bien. Aunque bien
sabe que, cuando lo he creído oportuno, le he dicho que
nanay de la China a cualquier decisión tomada por él cuando
tenía un cargo en Acemsa. Eso sí, debo decir que siempre
aceptó mis reproches con el mismo saber estar que cuando
creí oportuno salir en su defensa. De ahí que jamás nuestras
buenas relaciones se vieran empañadas por nada ni por nadie.
Manolo tiene la buena costumbre de recordarme, cuando nos
vemos, los títulos de dos o tres columnas escritas por mí, y
es capaz de recitármelas de memoria. Así que a mí no me
queda más que agradecerle semejante atención. Sí, los
halagos, si no son empalagosos, son siempre bien recibidos.
Y la excepción no está en mí. MGH me ha dicho, como en él es
ya costumbre, que la próxima vez que nos hallemos en
cualquier sitio, me contará algo muy especial. Pero yo sé,
más que bien, que mi estimado Gómez Hoyo nunca me pondrá al
tanto de nada que yo ya no sepa.
Jueves. 13
Coincido con varias mujeres, que suelen leerme, y no tengo
el menor inconveniente en pegar la hebra con ellas. La
conversación no tiene desperdicios. Y a medida que nos vamos
adentrando por la ladera de la confianza, me doy cuenta de
que las féminas carecen de prejuicios. Y a mí me encanta que
se muestren tan rotunda en sus opiniones. Me cuentan que
entre ellas, cuando se encarta, comparan, califican, se
intercambian confidencias con estadística y explicaciones
técnicas en apoyo de las mismas. Un poco más y concederían
“orejas”, como se conceden “estrellas” a los restaurantes.
Una oreja: momento agradable, pero que no vale forzosamente
la noche entera. Dos orejas: ocasión interesante, buena
relación calidad/tiempo. Tres orejas: asunto excepcional,
merece el fin de semana y más aún. Nunca he disfrutado más
que en una tertulia de mujeres. Los hombres no llegan a
tanto en sus conversaciones de dormitorio.
Viernes. 14
Según he leído hoy el “caso” Gordillo, que fue un escándalo
en su día y que sirvió para que el que era muy poderoso
político tuviera que irse corriendo por la puerta de
servicio del Gobierno, ante la alegría de sus compañeros,
está viendo ya la luz judicial. De momento, se nos dice que
el Fiscal ha pedido el sobreseimiento del asunto porque es
evidente que no hubo abuso sexual. Que la relación sexual
mantenida con la denunciante, Sineb Ahmed, fue un
hecho consentido entre personas adultas. Y que el entonces
vicepresidente del Gobierno no favoreció en nada,
aprovechándose de sus cargos, a la señora SA. Habrá que
esperar a la resolución final. Y será entonces cuando haya
que pedirles reparaciones a todas las personas que pusieron
a Pedro Gordillo frente al paredón de la deshonra e
hicieron befa de él y de los suyos. No olvidemos la
incidencia que aquella persecución cruel e ignominiosa, tuvo
en la enfermedad de su mujer: Conchita Íñiguez.
Fallecida recientemente. En fin, otro baldón que hay que
atribuirle a los políticos que nos gobiernan desde hace la
tira de tiempo. Y van…
Sábado. 15
Entre ayer y hoy han sido muchas las personas que me han
preguntado acerca de quién es el político que, tras
adjudicarle varias obras públicas a una empresa, se ha visto
recompensado con creces por parte de ésta. Y he tenido que
echar mano del socorrido tópico: “Se dice el pecado pero no
el pecador”. Por razones obvias. Casi todas las personas, no
conformes con mi contestación, han querido conocer, al
menos, el nombre de la joyería implicada en tan desagradable
acción. Y les he dicho, lógicamente, que nones. Y a partir
de ese instante, he tenido que oír cómo los inquiridores
hacían cábalas mirándome a la cara. Como si en ella pudiera
reflejarse, ante la mención de cualquier nombre, la verdad
del asunto. De un asunto que vuelve a demostrar que la
corrupción política está vivita y coleando entre nuestros
gobernantes. Cansado ya de que se me atosigue a preguntas,
decidí manifestarme así: ahora le toca a nuestro alcalde,
tan excesivo en los elogios a sus amigos como perseguidor
implacable de cuantos no le hacen la ola, interesarse por un
caso que está dando que hablar. Y no para bien. Por
supuesto.
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