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OPINIÓN - VIERNES, 14 DE DICIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN / LA DIANA

Progresismo

Por Jauma


Si atendemos a la definición de progreso, en términos actuales, vendría a ser la superación constante del ser humano y el acercamiento a formas de vida social cada vez más plenas. Progresismo y progresista son términos ideológicos de aplicación genérica, que agrupan doctrinas filosóficas, éticas y políticas identificables de un modo amplio con la Revolución Francesa de 1789 y los movimientos sociales de principios del XIX.

En términos sociales, el progresismo tiende a ser identificado con la lucha por las libertades individuales y homologado al concepto liberal.Si nos centramos en Europa representa un sinónimo de la nueva izquierda de carácter democrático y desvinculada del marxismo, que se centra en defender ciertas posturas como el aborto, la libertad sexual, la eutanasia, el ecologismo, etc.

Por el contrario en el polo opuesto estaría el conservadurismo, cuya idea principal es el mantenimiento de la situación heredada, favoreciendo la tradición, siendo adversos a los cambios políticos, sociales o económicos.

Hasta aquí las definiciones, la duda se centra ahora en identificar quien es quien, si tradicionalmente la derecha asume el papel de conservadora y la izquierda, o nueva izquierda el de progresista, ¿qué está pasando?

Me refiero al hecho de que el mantenimiento del status quo, la negación a los avances (entendidos como retrocesos), el cambio de rumbo, ¿no lo está representando la izquierda en estos momentos?

En contraposición, es la derecha la que está ejerciendo como impulsora de cambios drásticos en la forma de enfrentarnos a los viejos problemas. Por poner un ejemplo, en la Rusia actual, ¿quién sería el progresista y quien el conservador, los comunistas o la derecha democrática? Los que desean mantenerse o volver atrás son los comunistas.

Luego existe una confusión general por la que asumimos roles equivocados admitiendo, de forma automática, que la derecha es conservadora y la izquierda progresista, en unos tiempos en los que incluso el concepto mismo de izquierda y derecha queda fuertemente diluido. La cuestión que se plantea cada vez con mas fuerza, es la de la superación de determinadas etiquetas asociadas a grupos o personas que ya nada tienen que ver con la realidad.

Los partidos de izquierda venden sociedades públicas restándole poder al Estado, los partidos de derecha se desvinculan del capitalismo salvaje y apoyan a sociedades privadas desde el Estado para evitar que caigan.

Los ejemplos se multiplican, las políticas se mezclan, creando confusión en los ciudadanos que siguen entendiendo de ideas sencillas y básicas y los partidos, a los que el juego les interesa, se empeñan en mantener sus etiquetas. Otro tanto cabe decir del sindicalismo, cada vez más anclado en ideas caducas y faltas de ritmo, del ritmo que marcan los tiempos.

Debemos aprender de nuevo conceptos tan básicos como estos para enfrentarnos a la decisión de quien debe regir nuestros destinos, sin dejarnos llevar por la confrontación, dejando que cada uno explique sus ideas, despojándonos de prejuicios que de nada nos sirven.

Y también debemos hacer entender a los voceros de las tendencias más pesimistas y catastrofistas, que no se trata de alarmar, se trata de construir día a día un futuro mejor, basado en las expectativas reales de la sociedad en la que viven, en la que vivimos todos.

La solución a nuestros problemas no pasa necesariamente por la polarización de las ideas, sino que por el contrario pasa por la creación de corrientes de opinión basadas en valores tangibles, en el trabajo diario, en el esfuerzo colectivo, dirigido por personas que crean en lo que hacen, que reporten beneficios sociales y creen las bases de un desarrollo sostenible, con un reparto equitativo, que no igualitario, de la riqueza.

Suena un poco a ciencia ficción, lo se, si observamos el comportamiento de nuestros vecinos, vemos el egoísmo como el valor más extendido, la cerrazón de ideas como el concepto más valorado, mal entendido como lealtad, y en fin el terrible sálvese quien pueda, que nos arrastra sin remisión.

Frente a esto solo es posible mantenerse firme, escuchar a todo el mundo y comprender que no siempre tenemos razón, que hay otras formas de ver y entender la realidad que nos rodea, que siempre hay alguien que sabe más que nosotros y que no podemos estar ciegos, atados a una cuerda y guiados por un líder que no siempre nos lleva por el camino recto.

Para ello hay que insistir una y otra vez que es necesaria una nueva lectura de los viejos conceptos, de manera que podamos introducir las variantes necesarias a la luz de los acontecimientos que cada día se suceden y valorar más a las personas de acuerdo con sus acciones y no con sus intenciones.
 

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