Los días pasan con su cadencia habitual. Todo lo que
hacemos, todo lo que somos pasa, en apariencia, rápidamente.
De manera sutilmente efímera. Y es ahí, en el leve terreno
de lo efímero donde día a día los hombres y mujeres de este
país nos jugamos nuestra vida diaria. La hipoteca, el recibo
de la luz, la factura del dentista, todo nos oprime y nos
teledirige hacia el negro agujero de la depresión, de la
derrota moral, de la adversidad. Pero hay muchas formas de
luchar contra la adversidad, hay muchas formas de ser
grande.
He visto hombres y mujeres de muchas partes de España
levantarse al amanecer y trabajar muy duro a lo largo del
día sin perder el ánimo, manteniendo la cara y el sentido
del humor, sin quejarse, sin aspavientos, con los sueños de
toda una vida aún sin cumplir pero perfectamente vivos en su
corazón. Los he visto hacer frente a la adversidad en una
barra de bar, en un restaurante, en una oficina con un
ordenador, en una redacción tras un teclado o un micrófono.
He visto brillar sus ojos y latir sus corazones cuando todo
parecía perdido, les he visto pelear sin rendirse ante la
amenaza del paro y la ruina. Les he visto caer y les he
visto volver a levantarse. Doloridos, sin aliento, con la
mirada cansada del que ha sido derrotado muchas veces pero
jamás definitivamente vencido. He oído sus anhelos, sus
sueños, sus afanes; he sido testigo de sus renuncias. Pero
también he presenciado cómo han crecido y como han sacado
fuerzas de flaqueza. Como dice Diego Alatriste, el inefable
personaje de Reverte: “ lo siento Señoría pero este es un
tercio español” y con esto queda todo dicho.
Que la crisis es un hecho y no una fantasía no hace falta ni
argumentarlo. Que la crisis se ha agravado hasta niveles
extremadamente dolorosos debido a la negligencia culpable de
los gobiernos del PSOE dirigidos por el ex presidente Jose
Luis Rodríguez Zapatero también es un hecho. Como un hecho
es que en el tratamiento de la crisis hay personajes que
merecerán,en su tiempo,una revisión histórica que determine
su responsabilidad en la situación: Pedro Solbes,
Jose Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba.
Estos señores sabían, entendían y comprendían el alcance de
la situación. Tenían los datos, los contactos y
conocimientos suficientes para remediar o al menos paliar la
situación.
No lo hicieron. No por falta de medios sino por falta de
voluntad.
Son profesionales del poder, necesitan el poder para
subsistir como partido. De esa manera y viendo como la
tendencia de voto de la población les señalaba como
responsables, se jugaron su futuro a una carta incierta pero
posible: dejemos que otros lo arreglen si pueden,
entorpezcamos todo lo posible (huelgas, críticas,
indignados, manifestaciones); en caso de que la situación se
enderece el costo será tan grande que probablemente y dada
la mala memoria de la población vuelvan al poder. Si la
situación no se endereza y contando con el apoyo del
complejo mediático-propagandístico, del complejo
burocrático-sindical (corrupto y dependiente de los fondos
de los Presupuestos Generales del Estado y de actividades
poco transparentes relacionadas con la formación), es más
que probable que la población vuelva a darles una confianza
que no merecen. Da igual, ellos quieren el trabajo sucio
hecho por otros y el poder para lucrarse de nuevo.
Y ahora algunos quieren pedir perdón y otros quieren
garantizar la continuidad del partido. Ninguna de las dos
cosas será real ni sincera si no parte de una revisión
profunda de aspectos políticos e ideológicos. Los que no
están de acuerdo con la política que nos llevó a esta
situación que se dejen de juegos florales y digan lo que
quieren y cómo y cuando, y para variar, interésense mas por
prescindir de la troika dirigente: González-Zapatero-Rubalcaba,
que de conservar su cargo o su puesto. A los partidarios de
la troika solo se les podría pedir, y esto haciendo gala de
una ingenuidad digna de mejor encomio, que o bien se
dediquen al bonsái o que nos expliquen qué es eso de la
radicalidad reformista.
Este país nuestro, esta España nuestra no tiene nada que ver
con aquella de la guerra civil, ni con aquella otra de la
asamblea de facultad y el franquismo ni siquiera con la de
Suárez,Carrillo y la transición. Un nuevo país se abre paso
y ese país está lleno de gente que, como decía el poeta son
“españoles con futuro, españoles que por serlo aunque
encarnan lo pasado no pueden darlo por bueno”.
Yo por mi parte seguiré luchando contra la adversidad dsede
mi silla de ruedas igual que otros lo hacen con una escoba
barriendo nuestras calles; esa es nuestra manera de ser
grandes; y que se entere la troika: éste es tercio español y
estamos en nuestro mejor momento.
|