Siguen pasando los días, y el gobierno de la nación sigue
dando muestras de su compromiso y responsabilidad, aprobando
medidas nuevas y realizando reformas necesarias para salir
de esta crisis que nos asola. Reconducir la economía de
nuestro país, es uno de los principales objetivos que se ha
marcado el gobierno de la nación, objetivo este, que no será
fácilmente alcanzable si no se cuenta con la colaboración y
solidaridad de toda la ciudadanía.
Es dura y solitaria la responsabilidad del que gobierna,
porque siempre es cuestionable, y fácilmente criticable,
máxime cuando se toman medidas impopulares aun cuando estas
sean necesarias. Es una carga pesada y dolorosa, teñida de
críticas constantes, sobre todo por ese sin fin de
agitadores interesados, por cierto que bastantes de ellos
viven suculentamente de los demás. Así, la repetición de
noticias tergiversadas, a veces hasta calumniosas, enredan y
engañan en ocasiones a mucha gente.
Y dentro de estas medidas duras y necesarias, es entre las
que debemos integrar la del pasado día 30 de noviembre,
cuando en Consejo de Ministros se aprobó, el Real Decreto
Ley de Medidas de Consolidación y Garantía del Sistema de
Seguridad Social en el que se deciden las revalorizaciones
de las pensiones de la ciudadanía para 2012 y 2013 en un 1
por ciento para todas y en un 2 por ciento en 2013 para las
que no superen los 1.000 euros mensuales. Se aparta con ello
de la congelación que en la época de Zapatero se realizó
sobre dichas pensiones y que parece que algunos han
olvidado.
No es la medida que todos deseábamos, pero en estos momentos
difíciles el gobierno del Partido Popular ha tenido en
cuenta que no todos los pensionistas están en la misma
situación, y por eso realiza un esfuerzo más que
considerable para compensar a los que menos tienen. Y es que
para atender y garantizar un mínimo de bienestar social es
imprescindible atender a las necesidades de forma
equitativa.
Las críticas no se han hecho esperar, pero curiosamente, la
más escandalosas y viscerales, han sido las críticas de
aquellos que de manera fútil, en el año 2011, congelaron las
pensiones de todos los españoles sin preocuparse en buscar
alternativas para no perjudicar a los que menos tenían. A
veces, es conveniente pensar sobre los poderosos intereses
que les mueven a debilitar la fuerza democrática que las
urnas otorgaron al Partido Popular. Qué tiene el Partido
Popular, que concita tanta rabia de la izquierda, que ahora,
en su nueva atmosfera de veneración hacia su propia
existencia, ya no recuerdan ese extremo del que su mal
gobierno nos llevó a la crisis que sufrimos, quizás es
porque sus memorias son como las de un colador con agujeros
bien grandes.
Son momentos duros y son muchos los sacrificios que se piden
a la ciudadanía, pero más lo es la situación diaria en la
que muchos se encuentran en nuestra nación, y a la que hay
que dar esperanza de superar. Porque estas son las
consecuencias de los 7 años de dejadez del partido
socialista que nos ha traído tanta precariedad, miseria y
desesperanza. Porque se toman estas decisiones para que
tengan un efecto inmediato en el mañana, y lo que se intenta
evitar a toda costa es que no nos tengamos que arrepentir de
no haber actuado cuando el momento lo requería.
Ahora, inevitablemente sólo medidas de austeridad pueden
arreglar que nuestra nación salga del momento de
incertidumbre que vive. Y es preciso que la gente lo sepa,
es preciso que se reconozca que durante 7 años no se actuó
bien, que se actuó temerariamente y que no se supo adoptar
las medidas que se precisaban a tiempo, medidas que ahora
toma valientemente el Partido Popular.
Y lo más sorprendente, es que mientras intentan liderar el
movimiento de indignación que existe en España y que ellos
mismos crearon, algunos socialistas de casting piden perdón,
no así sus líderes, lo que demuestra que hasta entre ellos
mismos se empieza a reconocer que lo que nos acontece hoy
día podía haberse evitado durante esos 7 años de su
gobierno.
Por eso, ahora, al gobierno del Partido Popular elegido
democráticamente le toca actuar, y a ellos les debía tocar
callar.
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