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OPINIÓN - VIERNES, 7 DE DICIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN / LA DIANA

Si no eres parte de la solución, eres parte del problema

Por Jauma


La frase que conforma el título no es mía, forma parte de las derivaciones o corolarios de la Ley de Murphy, y explica de manera rápida y contundente algunas de las actitudes que nos rodean a diario.

Para el que no lo sepa, la ley en cuestión básicamente dice que si algo puede ir mal, entonces irá mal. Partiendo de esa base y entendiendo que lo de “ley” es una forma jocosa de entenderlo, se han desarrollado una serie de corolarios que encajan bastante bien con la mentalidad humana, veamos algunos ejemplos.

• Si la tostada se cae, siempre será por el lado de la mantequilla.

• Si no puedes convencerlos, confúndelos.

• Si te sientes bien, no te preocupes: se te pasará.

• Toda solución genera nuevos problemas.

• Si algo va mal, no te preocupes: puede ir peor.

• Ley de la precisión: mida al milímetro, marque con tiza, córtelo con hacha.

• Ley básica de la construcción: córtelo grande y encájelo a patadas.

• Si usted es el único que mantiene la calma en medio del caos, es que no se ha enterado de la magnitud del problema.

Ahí más, no tienen más limitación que el ingenio humano y por tanto constantemente surgen nuevas apreciaciones alrededor de la idea básica.

El caso es que si se aplica a nuestro día a día, nos encontramos con multitud de ejemplos prácticos en los que se cumplen sin remedio.

Pero centrándonos en el título, resulta paradójico pero inevitable y de su interpretación se deduce un hecho simple, nuestra participación de manera activa en los problemas que nos rodean es siempre necesaria, y esa participación tiene que serlo desde la óptica de lo positivo, de sumar, de conseguir alcanzar resultados que nos satisfagan, aunque no siempre tengamos razón, aunque no siempre las cosas salgan como nos gustaría.

El caso opuesto resulta cuando pretendemos quedar al margen, como simples observadores críticos, está claro que es más cómodo, pero no más solidario.

Todos tenemos nuestras opiniones, pero solo expresadas, no dejan de ser ideas, para su plasmación en la realidad es necesaria la corresponsabilidad, involucrarse, lo cual siempre es más difícil, pero también más saludable.

Si entramos en más profundidades, vemos cómo por ejemplo el ejercicio del poder es objeto de críticas, con más o menos fundamentos, pero siempre desde la barrera, no hay más que preguntarles cómo resolverían una determinada cuestión y observar su reacción, de manera automática se apartan escandalizados y responden airados que no son ellos los que deben solventarla.

Otro ejemplo lo constituyen aquellos que se atreven a emprender nuevas ideas y negocios, si les va mal, es normal, ya te lo dije, y si les va bien es que algo malo habrán hecho, todo ello pronunciado, con cinismo y sin aceptar riesgos, por aquellos observadores de la realidad que solo sirven para la crítica aciaga y oscura.

Sin embargo nuestro mundo avanza gracias a aquellas personas que son capaces de asumir riesgos, ya sea en política, en negocios, o en cualquier otro ámbito de la vida. Ciertamente sufrirán grandes decepciones y fracasos, pero la emoción de vivir compensa, frente a la amargura de los no quisieron más que una vida cómoda y carente de sorpresas.

Porque desde mi punto de vista fracasar no es intentar algo y fallar, fracasar es básicamente no intentar nada, quedarse con las ganas, dejar que el tiempo pase, eso es fracasar.

Los que lo intentan una y otra vez, teniendo no solo enfrente las dificultades propias del reto que se plantean, sino además a los corifeos que solo auguran el mal, es algo digno del más alto de los elogios, ellos son los que merecen nuestro reconocimiento, puesto que son los que han sabido entender que la vida es un continuo batallar, un modo de aprendizaje continuo, un bagaje que nos va enriqueciendo y construyendo como personas cada vez más comprensivas, más tolerantes, con más experiencia.

Todo lo demás es desidia, envidia, dudas, dolor y carcoma.

Debemos enseñar a nuestros hijos a través del valor de nuestras acciones, puesto que eso será lo que realmente les enseñe a navegar en este proceloso mundo en el que estamos inmersos, mucho más que aquello que podamos decirles, lo que hacemos día a día es lo que contribuirá con más fuerza a dotarlos de referencias para el futuro.

Por eso creo que debemos aprender a ser siempre parte de la solución, apoyando a aquellos que a nuestro alrededor se atreven a emprender, a arriesgar, a dar forma a nuestros sueños, procurando que no se conviertan en pesadillas.
 

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