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OPINIÓN - LUNES, 3 DE DICIEMBRE DE 2012

 

OPINIÓN / EL OASIS

Las copichuelas de los sábados
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

He dado en la manía de ir los sábados de copichuelas. Haga frío o calor, llueva o ventee. Anteayer sábado, lo más conveniente era salir abrigado; ya que no estaba la temperatura para hacer alardes de chicarrón del norte. Así que me acoracé con mi chaquetón y me planté en la terraza de ‘El Mentidero’ para darle a la sinhueso durante un tiempo más que prudencial. En ‘El Mentidero’ me encontré con varios madridistas que estaban más que preocupados por el resultado de su equipo. Hablando sin tapujos: se les notaba la jindama que le tenían al Atlético de Madrid.

Viéndolos tan encogidos, no tuve más remedio que elevarles los ánimos, haciendo de Acisclo Karag: aquel médico y periodista deportivo, al que se denominaba cariñosamente mago de los pronósticos por las predicciones que hacía sobre los resultados futbolísticos. El mío, mi pronóstico, fue que el Madrid iba a ganar por tres goles a cero. Y, claro está, los madridistas que me rodeaban cambiaron hasta de color.

De entre ellos, es decir, de cuantos ‘merengones’ había en El Mentidero, a quien más se le notó la mejoría fue a José Manuel Aznar (no confundir con el insigne (!) periodista local). Este José Manuel es un funcionario que acostumbra a darme la vara con mi beneplácito. Mi estimado José Manuel, que estaba alternando con agua por prescripción facultativa, nada más vaticinar yo el triunfo del equipo que cuenta con el mejor entrenador del mundo, se pidió un rioja y se lo bebió de tal guisa: “Hasta verte, Jesús mío”. Es decir, que se lo echó al coleto de un tirón. Lo digo así por abreviar. Otro día, que tenga más tiempo y espacio, les contaré el significado de la locución “Hasta verte, Jesús mío”.

Hasta que no se me olvide una actuación desafortunada de alguien a quien yo creía que tenía cierto sentido del agradecimiento, me prometí anteayer sábado, no volver a pisar un establecimiento al que no he dejado de hacerle la publicidad gratuita y donde consumí muchas veces, innumerables veces, en consonancia con mis posibilidades. En ocasiones, conviene tomar medidas contra quienes están convencidos de que todo se lo merecen por la cara.

Hablando de cara, la mía expresaba toda la satisfacción posible cuando comprobé que el Hotel Tryp estaba lleno a rebosar. Un lleno impresionante. De modo que tuvieron sus empleados que habilitar la cuarta planta para convertirla en un comedor donde pudiera recibir doña Antonia Martínez García, viuda del siempre recordado Pepe Remigio, el homenaje merecido por haber cumplido años. Lo cual hizo posible la presencia de Manolo Chaves. A quien, delante de su primo hermano, le hice una pregunta: ¿Cómo está España? Y su respuesta fue de una concisión apabullante: “Podía estar mejor”.

Y, dado que a mí no me gusta preguntar por preguntar, dejé al dirigente socialista que fuera de corrillo en corrillo pegando la hebra. Pues estaba, como no podía ser de otra manera, siendo muy solicitado. Crucé unas palabras con Moisés Wahnon. Las justas. Y acabé comiendo con el entrenador del primer equipo local, Álvaro Pérez. A quien le deseé toda la suerte del mundo en Alcalá.

Cuando llegué a mi casa, aún tuve tiempo de oír en varios medios comentarios del Madrid-Atlético y comprobé cómo los opinantes deseaban fervientemente que los madridistas pegaran un petardo. A fin de seguir poniendo a Mourinho como chupa de dómine. Estuve a punto de acertar el resultado. Hubiera sido la leche… Pero el dos a cero colmó mis apetencias de madridista fetén.
 

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