LUNES 26.
Uno tiene la suerte de transitar la calle lo justo y, sin
embargo, enterarse de muchas cosas. Las que suelo poner en
cuarentena antes de concederles visos de credibilidad. Las
hay que son demoledoras contra quienes llevan ya su tiempo
ejerciendo su dictadura como políticos. Sí, dictadura, han
leído ustedes bien. Las que les lleva a presumir, cuando
están ‘colocados’, de lo que les espera pasar a las personas
cuyos nombres figuran en la libreta destinada a escribir sus
nombres. Es lo que siempre se ha conocido por listas negras.
Ante semejantes cobardes, así como suena, que se amparan en
los cargos y van siempre protegidos, no cabe más que
combatirlos sin perderles la cara y sin la menor vacilación.
Si de mí dependiera, créanme, tales cobardes se lo pensarían
muy bien antes de atreverse a cometer las fechorías que
propalan cuando la mala baba, mezclada con el alcohol de la
imbecilidad, les hace sentirse fuertes. Más les valdría
mirar a su alrededor y darse cuenta de que son unos
miserables que se han agarrado a la política para seguir
practicando la maldad por sistema.
Martes. 27
Como con unos amigos en el Hotel Tryp. Durante la sobremesa
se habla de todo. Como es costumbre entre quienes los martes
solemos reunirnos. Y, desde luego, debo decir que hay lugar
para la división de opiniones. De no ser así, no tendría
sentido que, cada martes, acudiéramos a la cita con deseos
irrefrenables de intercambiar impresiones. Cuando estábamos
a punto de concluir nuestro debate, se nos presentó la
oportunidad de charlar con Pedro Luis Mélida: Jefe
Superior del Cuerpo Nacional de Policía de Ceuta. Es la
segunda vez que he tenido la oportunidad de charlar con él.
Y aunque ha sido parco en sus palabras, también fue exacto
en la expresión. Como quien no quiere la cosa, le pregunté
por el Delegado del Gobierno. Y respondió con prontitud:
“Creo que es un político que ha llegado a su madurez y que
sabe el terreno que pisa”. Cuando le advierto de que puede
ser tachado de estar lisonjeando a Francisco Antonio
González no duda en decirme que él está por encima de
esas cosas. Y es que la verdad no tiene más que un camino.
De no ser así, De la Torre, yo me habría callado.
Pedro Luis Mélida, tras opinar, salió a la calle a darle dos
o tres caladas al cigarrito de la sobremesa.
Miércoles. 28
Tres y media de la tarde. Decido tomar café en el Hotel
Tryp. Y se me presenta la oportunidad de intercambiar
impresiones con Francisco Verdú, jefe de Gabinete de
la Delegación del Gobierno, quien está participando en una
comida. Cuando estábamos pegando la hebra apareció
Francisco Antonio González y se unió a la conversación.
La cual fue interesante para mí. Del jefe de Gabinete de la
Delegación del Gobierno, aunque le conozco poco, debo decir
que inspira confianza. Lo que no deja de ser muy beneficioso
para él y, sobre todo, para la delegación y para el
delegado. En lo tocante a Pacoantonio, con quien no he
tenido precisamente relaciones muy cordiales, durante muchos
años, reconozco que ha ido creciendo en todos los aspectos y
no tengo el menor inconveniente en proclamar que se ha
convertido en un político con una veteranía que tiene su
tirón. No, no se preocupen los que andan siempre viendo
fantasmas donde no los hay, que no trato de adularle para, a
continuación, pedirle cualquier cosa. Ni es mi estilo ni a
mi edad voy a hacer cosas que nunca he hecho. Pues ahora
estoy viviendo la plenitud más cachonda que nadie pueda
imaginarse. Eso sí, dolido por los problemas de cuantos no
tienen ni para poner la olla diaria.
Jueves. 29
Leo que le ha sido concedido el Premio Cervantes a José
Manuel Caballero Bonald, poeta, novelista y ensayista. Y
afloran mis recuerdos. Lo veo paseando por las calles de mi
pueblo de nacimiento, El Puerto de Santa María, en compañía
de José Luis Tejada, enorme poeta, y de Fernando
Quiñones, escritor gaditano del que hablaba y no acababa
Borges. Tres fenómenos indiscutibles de las letras.
El único que vive es Caballero Bonald. Jerezano él. A quien
he leído muchísimo y con sumo placer. Ágata ojos de gato;
Toda la noche oyeron pasar pájaros; En la casa del padre y
Campo de Agramante, fueron las novelas que siempre recomendé
a mis amistades. Con la Casa del padre disfruté de lo lindo;
empapándome de la vida de esa burguesía jerezana que ya no
existe. O al menos, en la misma medida de aquellos años
donde los bodegueros se casaban con institutrices inglesas y
los confesores de la familia acostumbraban a beberse en la
casa de los ricos los mejores vinos y se ponían tibio del
mejor chocolate. A cambio de mantener siempre en estado de
revista la espiritualidad de sus moradores. Me alegro del
galardón concedido a Caballero Bonald. Por cierto, aprovecho
la ocasión para aconsejar a quienes gustan de la poesía, que
intenten leer a José Luis Tejada Peluffo: poeta de la
generación del 50. Y, cómo no, que ahonden en la obra de
Fernando Quiñones.
Viernes. 30
Mariano Rajoy ha incumplido todas las promesas
electorales que hizo en la campaña electoral. Por lo que
cada vez que habla y asegura algo, la gente ya sabe que va
hacer lo contrario. De ahí que se haya ganado el derecho a
disputarle a Cyrano de Bergerac el tenerla más larga
que él. Me estoy refiriendo a la nariz. Que en el gran mito
romántico de la literatura francesa era superlativa. Muy
grande. Enorme. Y eso que el gallego ya tenía una nariz muy
desarrollada. El presidente del Gobierno España miente más
que habla. Lo cual no deja de ser un padecimiento que se
conoce como mitomanía. Ahora bien, esa tendencia patológica
a la mentira y a la fabulación, según sus partidarios, esto
es, los de Rajoy, se ha acrecentado por culpa de Zapatero.
Ese monstruo que le ha dejado el país hecho unos zorros y a
quien los españoles deberíamos perseguir con saña como
recomendaba, en casos así, la Inquisición. Si Zapatero no
hubiera existido, habría que inventárselo. De no ser así, no
sé qué sería de El Gato al agua: ese programa de
Intereconomía TV. Por cierto, cuando una persona es
perseguida por nacionalistas, sean catalanes o vascos, por
lucir una bandera española en el coche o en la ventana o
balcón de su casa, los de El Gato al agua acuden prestos con
sus medios para que los damnificados nos cuenten sus penas y
nos digan que todos sus males se deben a lo patriotas que
son en terreno inhóspito. Pero cuando se persigue a los
jubilados, robándoles parte de su salario, mientras la banca
sigue recibiendo millones que pasarán a convertirse en
déficit del Estado, los contertulios de la reseñada
televisión no tienen el menor rubor en propalar, con
risotadas incluidas, que semejante situación es necesaria.
Para que el déficit del próximo año no se aumente en 3.700
millones de euros. Y que las protestas de los jubilados y de
cuantos se creen obligados a exponer sus quejas, deberían
reclamar al maestro armero. Al de siempre; o sea, a
Zapatero. Listos…
Sábado. 1
Dos de la tarde. El hotel Tryp está lleno a más no poder. Lo
cual me llena de satisfacción. Sobre todo por sus empleados.
Que son muy buena gente y magníficos profesionales. A ver si
de una vez por todas quienes dirigen este establecimiento
aprovechan las cualidades del personal para hacer que el
Tryp siga siendo frecuentado como lo ha sido hoy. En el
hotel me he encontrado con Manolo Chaves. Quien ha
venido a celebrar los ochentas años que ha cumplido
Antonia Martínez García, viuda de Pepe Remigio,
lo que ha hecho posible reunir a toda la familia y
amistades. Y a fe que es tan extensa como agradable. Tan
agradable como es Remigio Martínez, primo hermano de
Chaves. A Remigio le tengo yo dicho que nuestra amistad se
basa en saludarnos continuamente sin apenas haber cruzado
dos palabras seguidas. En un momento determinado, se me
presenta la oportunidad de preguntarle a Manolo Chaves por
cómo está España. Y su respuesta es tan rápida como breve:
“Podía estar mejor”.
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