Servía de voluntario en el ejército de César, Crastino,
comandante de la primera centuria que había sido el año
anterior en la legión décima, hombre de singular esfuerzo.
Éste, oída la señal: «seguidme, dice, antiguos camaradas
míos, y prestad a vuestro general el servicio que le habéis
jurado. Ésta es la última batalla; la cual ganada, él
recobrará su honor y nosotros nuestra libertad». Y vueltos
los ojos a César: «hoy es, dijo, señor, el día en que a mí,
vivo o muerto, me habrás de dar las gracias». Diciendo y
haciendo, arremetió el primero por el ala derecha, y tras él
ciento veinte soldados escogidos de los voluntarios de su
misma centuria Cayo Julio César, Comentarios de la guerra
civil, libro III, XCI
El 9 de agosto del 48 a.C., en Farsalia, situada en Grecia
central se enfrentaron Cayo Julio César y sus aliados a Cneo
Pompeyo Magno. Esta batalla supone de facto el final de la
República y el comienzo del Imperio. Hasta ahora los
ejércitos antagonistas eran diferentes, con distintas
estrategias y fuerzas enfrentadas, aquí asistimos a la pugna
entre dos ejércitos organizados de la misma forma, con
tácticas similares, se trata de dos ejércitos romanos, con
generales romanos, no hay ventajas, es Roma contra Roma.
Los antecedentes
La marcha que desde la Galia inició César hacia Roma,
culmina obligando a Pompeyo y a un nutrido grupo de
senadores a huir de la península itálica, su destino será
Grecia, por ser el lugar más adecuado para conformar un
ejército capaz de enfrentarse a César.
Pese a las dificultades para cruzar el Adriático hasta
Grecia, Julio César logró establecer una cabeza de playa en
Epiro con sus mermadas fuerzas, las simpatías de las
ciudades griegas estaban más con Pompeyo que con César.
Pompeyo logró reclutar un gran ejército, variado y numeroso,
aunque de escasa o nula experiencia militar, en contraste
con los correosos legionarios de César provenientes de una
larga campaña en la Galia.
Marco Antonio logró por fin romper el bloqueo que Pompeyo
había establecido por mar y consiguió cruzar completando el
mermado ejército cesariano.
Tras varias escaramuzas en las que Cesar se llevaría la peor
parte, Pompeyo logró atrapar al ejército enemigo en las
inmediaciones de Farsalia, solo era necesario esperar para
agotar al ejército de César y así derrotarlo, pero las
presiones de los senadores hicieron que Pompeyo optara
finalmente por un enfrentamiento rápido y definitivo que
acabara con las ambiciones de Julio César.
Los ejércitos
Según las fuentes, Pompeyo dispone de 110 cohortes, más 7 de
guarnición, en total unos 66.000 efectivos, distribuidos
entre diferentes mandos, Publio Cornelio Lentulo comandaría
el ala derecha, Marcelo Escipión el centro, Lucio Domicio
Enobarbo el ala izquierda y Tito Labieno se haría cargo de
la caballería, conformada por 7.000 efectivos.
Por su parte César dispone de 80 cohortes mas 7 en el
campamento, en total unos 31.000 soldados, Marco Antonio se
haría cargo del ala izquierda, Cneo Domicio Calvino del
centro y Publio Cornelio Sila del ala derecha. La caballería
cesariana era muy inferior a la de los pompeyanos, no más de
mil, formada por heduos, ubios y la propia escolta personal
de Cesar compuesta por jinetes hispanos.
La batalla
…y luego conforme a la orden de César pusieron mano a las
espadas. No dejaron de corresponderles los pompeyanos, sino
que recibieron intrépidamente la carga, sostuvieron el
ímpetu de las legiones sin deshacer las filas, y disparados
sus dardos, vinieron a las dagas. A este tiempo, del ala
izquierda de Pompeyo, como estaba prevenida, desfiló a
carrera abierta toda la caballería y se derramó toda la
cuadrilla de ballesteros, a cuya furia no pudo resistir
nuestra caballería, sino que comenzó a perder tierra y los
caballos pompeyanos a picarla más bravamente, abriéndose en
columnas y cogiendo en medio a los nuestros por el flanco.
Cayo Julio Cesar, Comentarios de la guerra civil, libro III,
XCIII
Ambos ejércitos utilizaron un arroyo como apoyo para uno de
sus flancos, de manera que toda la caballería quedaría
concentrada en una de las alas.
El planteamiento de la batalla por ambos contendientes
difiere notablemente, en tanto que Pompeyo cifra sus
esperanzas en la superioridad numérica, César, contando con
ello, elabora una eficiente defensa y, apoyándose en la
caballería, atacar por el flanco.
Para conseguirlo, refuerza su escasa caballería con
infantería de sus cohortes más veteranas, a costa de
debilitar el centro de su frente de ataque.
El camino que separa a ambos ejércitos lo recorren
lentamente, es la caballería pompeyana la que, según lo
planeado, se lanza al ataque, ante lo que la de César se
retira, en una maniobra que hace que los pompeyanos se
confíen encontrándose con las cohortes cesarianas dispuestas
para el combate. Las cohortes consiguen su objetivo y hacen
huir a la caballería pompeyana.
El choque entre ambos ejércitos se produce en este momento,
la reserva que mantiene César en retaguardia es conminada a
reforzar el centro.
Atacado por dos frentes los pompeyanos comienzan a
desordenarse por el flanco, la caballería cesariana persigue
sin tregua a su enemigo ya fuera del campo de batalla.
Pompeyo, consciente de su derrota, se retira a su campamento
desde donde huirá a Egipto.
Las consecuencias
En esta batalla no echó de menos sino doscientos soldados,
pero perdió treinta centuriones de los más valientes. Murió
asimismo, haciendo prodigios de valor, aquel Crastino de
quien arriba hicimos mención, atravesado el rostro de una
estocada, cumpliendo puntualmente lo que había prometido al
entrar en batalla, porque César creía firmemente que la
fortaleza de Crastino fue sin par en el combate y había
merecido todo su agradecimiento. Del ejército de Pompeyo se
contaban al pie de quince mil muertos. Pero los que se
rindieron fueron más de veinticuatro mil, porque también las
guarniciones de los castillos se entregaron a Sila; otros
muchos se refugiaron en las ciudades vecinas. Después de la
batalla ciento ochenta banderas y nueve águilas fueron
presentadas a César. Lucio Domicio, queriendo huir de los
reales al monte, desmayado por falta de fuerzas, murió a
manos de la caballería. Cayo Julio César, Comentarios de la
guerra civil, libro III, XCIX
Pompeyo llegará a Egipto para encontrar la muerte, asesinado
por orden del Faraón, su cabeza será enviada a César como
gesto de amistad, pero en lugar de ello solo logrará que un
enfurecido César se convierta en su enemigo, en su
mentalidad romana, no cabía el hecho de que un rey
extranjero se tomara atribuciones como esta, al fin y al
cabo Pompeyo el Magno fue uno de los más prestigiosos
generales con los que Roma contaría a lo largo de su
historia.
Farsalia fue el penúltimo enfrentamiento antes de la
finalización de la guerra civil, quedaban en Hispania los
hijos de Pompeyo, será en la batalla de Munda donde César
definitivamente acabe con los últimos reductos que le eran
contrarios, sin embargo Farsalia, desde el punto de vista
político, supone el encumbramiento definitivo de Cayo Julio
Cesar que será nombrado Dictador a perpetuidad.
Por tanto el primer emperador romano no será Julio Cesar,
prefirió mantener la ficción republicana, sería su sobrino
nieto y heredero tras su asesinato, Cayo Julio César
Augusto.
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