Don Pedro de Estopiñán, el manco
de Melilla La Vieja. Manco mudo y silente al fin y al cabo,
pues la estatua no pudo defenderse. De estar vivo, no la
espada porque no la merecen sino la estaca, ¡una buena
estaca se la iba Don Pedro a meter algunos por donde la
espalda pierde su honesto nombre!. Y puede que a más de uno
hasta les gustara… Don Pedro de Estopiñán que pisó tierra
sin debelarla en el atardecer del 17 de septiembre de 1497,
se encontró solo las ruinas deshabitadas de la ciudad que
habían incendiado las huestes del rey de Fez en 1495, aunque
al día de hoy todavía algún preboste local metido a gestor
político habla con torpeza de “ocupación”, haciéndole el
juego a los vecinos marroquíes. Pero esto es historia y
aunque ciertamente siempre buena de recordar, paso palabra y
en cambio permítanme antes de proseguir salir al paso de un
comentario de sidi Yahya Yahya, alcalde de Enzar (Nador),
cuando se ha quejado recientemente de que ellos y su Comité
han sido tratados de delincuentes.
Y así es ciertamente al menos en lo que a mí respecta,
consulte el respetable la última columna de este escribano
del limes en la que me ratifico, ¡sostenella y no enmendalla!.
Pero maticemos: si por un lado respeto el nacionalismo
marroquí y entiendo, aunque en ello me bata el cobre,
ciertas acciones mediáticas, lo que rechazo tajantemente son
los atentados directos a la soberanía española (no ya
forzando la entrada en un Peñón o desembarcando en las
Chafarinas, eso es asumible) en forma de expolio o “kale
borroca”, léase el último destrozo histórico-artístico a la
simbólica estatua (y los símbolos son sagrados) de Pedro de
Estopiñán, los intentos de cierre al libre paso de personas
y mercancías por la frontera o los continuos insultos y
pedradas a las sufridas Policía y Guardia Civil. Eso, Yahya,
no es ninguna acción patriótica o nacionalista: es
delincuencia pura y dura. Delincuencia que merece una
respuesta serena y contundente y no solo diplomática. Aviso
a navegantes: quien siembra vientos cosecha tempestades. Y
si España está atravesando un periodo difícil y complicado…
a ver en qué acaba el Reino de Marruecos, pues el 25 de
diciembre se reactiva en todas las ciudades el Movimiento
del 20 de Febrero (“¡Manfakinch!”, ¿recuerdan?), la llamada
Primavera Árabe porque las espadas siguen en alto y al que
posiblemente vuelva a sumarse la formación islamista radical
de “Justicia y Espiritualidad”, el mayor movimiento de masas
del Magreb. Sí, la situación en España es muy difícil… pero
Marruecos tiene el techo de cristal.
Por lo demás, el atentado y parcial robo (robo Yahya, robo)
de la estatua de Pedro de Estopiñán ha desencadenado, en el
complicado juego de ajedrez de las espesas e insanas
relaciones bilaterales hispano-marroquíes, tres
observaciones: la primera sobre la seguridad real de
Melilla, una ciudad en la que es un milagro que los coches
conserven sus retrovisores y que ha demostrado con la
estatua de Don Pedro su vulnerabilidad, mal rollo; en
segundo lugar las consecuencias de esta planificada acción,
que tanto la DGED marroquí como el CNI español ya habrán
evaluado pero que representa: primero una escalada más en
las violentas actividades del Comité, agresivas y
parcialmente impunes. La efímera detención de Chramti es un
brindis al sol; Said Chramti tiene excelentes conexiones con
la seguridad marroquí, desde la policía a la Gendarmería
Real y voy a dejarlo ahí, por no hablar de su manga ancha
para moverse con lo que haga falta por la frontera. ¿Y el
brazo partido y robado, con premeditación, nocturnidad y
alevosía, de Don Pedro…? ¡Claro que se sabe, desde el primer
momento, donde está escondido!.
Si tan buenas son las relaciones con Marruecos como presumen
Mariano y los suyos, ¿a qué estamos esperando para
recuperarlo?. Es un gran error que la Ciudad Autónoma se
encargue de restaurar la emblemática estatua, un gran error.
Lo que hay que hacer es exigirle a Marruecos, por las buenas
o como haga falta, la devolución del brazo robado (robado
Yahya, pura delincuencia) y además con las debidas
disculpas. No hacerlo será, una vez más, una torpe y
estúpida muestra de la habitual debilidad española. Y en
tercer lugar, “felicitar” al Comité por la respuesta
encontrada en la ciudadanía melillense y del resto de
España: desde la inmediata puesta en marcha en internet del
grupo Yo también soy Pedro de Estopiñán, con un éxito
inmediato y rotundo, a la adopción de otras medidas en
estudio, no descartándose un quid pro en cualquier momento.
O sea que basta de chulería barata y delincuencia, basta de
hostigamientos y de atizar un Conflicto de Baja Intensidad (CBI).
De entrada, el 1 de diciembre está convocada en Melilla una
manifestación ciudadana de apoyo a las Fuerzas y Cuerpos de
la Seguridad de Estado. Y Chramti, ya os vais metiendo las
piedras por donde os quepan. Si el Reino de Marruecos está
tan seguro, que se deje de diplomacias paralelas y vuelva a
plantear su anexionismo en el Comité de Descolonización de
las Naciones Unidas. Ceuta y Melilla no están
internacionalmente cuestionadas, el Sáhara Occidental por
cierto (y lo escribo solo de pasada), sí. Y a devolver,
Yahya, el brazo de Don Pedro a paso ligero. Calma, que las
aguas bajan bravas.
El Comité de marras ha insultado nuestros símbolos y
despertado el patriotismo español, no solo en Ceuta y
Melilla y estos barandas han de saber tres cosas: si algo
une a los españoles, de Asturias a Cataluña, de León a
Extremadura, de Andalucía a Levante… es paladear el jalufo,
degustar un buen vino del país (Rioja o Ribera, Montilla o
Ribeiro, Cariñena o de Tierra de Barros) y el tradicional
cariño hacia lo que huela a irredentismo marroquí. En cuanto
al jingoísmo patriotero del peculiar Comité de la presunta
Liberación de Ceuta y Melilla, le sugiero dos inmediatas
acciones: a sidi Yahya Yahay, que empiece liberando
Marruecos: ¡libertad de pensamiento y religión para todos!.
Y a su jefe de operaciones, Said Cramti “el echao p´alante”,
que se deje de baladronadas y demuestre su valentía
levantándole el “chapiri” a un legionario de guardia en el
Tercio del Gran Capitán. A ver si hay cojones. O canutos.
Visto.
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