Esta es la solución que se plantea desde algunos sectores
que conocen la salida del laberinto. El camino de perdición
que llevamos nos conduce irremediablemente a la ruina, pero
quien dice conocer la respuesta, se limita a contemplar el
paisaje.
No es de recibo hablar con tanto cinismo y con tan poca
consideración hacia los demás, ni aunque se trate de
adversarios políticos.
Y sobre todo no es aceptable afirmar con la máxima
impunidad, que la salida se encuentra volviendo a las raíces
¿Qué raíces, la dictadura de Franco, la Segunda República,
la Primera, la dictadura de Primo de Rivera, el Antiguo
Régimen, el imperio de Carlos I, o directamente nos volvemos
a las cavernas?
¿Qué clase de solución es esa? No se puede hacer un uso más
burdo, torpe e inútil de la demagogia, y todo porque la
ciudadanía no les hace el suficiente caso, el que creen
merecer, como poseedores de la verdad, la verdad con
mayúsculas, eso también tiene un nombre, se llama
egocentrismo.
Enmascarado bajo consignas de izquierdas, bajo lemas
igualitaristas, universalistas, esconden un profundo recelo
a la libertad, entendida esta como la capacidad de cada
individuo para escoger, pero también para equivocarse, sin
necesidad de tener a nadie marcándole el camino.
Un camino que vamos construyendo día a día, por mucho que
quieran decirnos que son la brújula, no es cierto, y no lo
es porque en realidad son muchas las variables, las
posibilidades y escoger la adecuada no es simple, por mucho
que alardeen.
Los clarividentes, agoreros y charlatanes no tienen más que
esperar a que las cosas vayan mal para recoger los frutos
del ya lo decía yo, son oportunistas sin escrúpulos, a
quienes en realidad, les da igual el color político, no hay
más que ver la vicepresidencia en la sombra, solo busca
rentabilidad política y si para eso hay que convertirse en
encantador de serpientes, pues se convierte.
Lo que mejor resume su curriculum no es lo que dicen, es lo
que hacen, la trayectoria personal y vital marca de manera
indeleble, y solo pueden timar a los recién llegados, a los
jóvenes y a los incautos, a los demás les resulta tan
difícil que hay que recurrir a los métodos mas extraños,
buscando compañeros contra natura si hace falta, vendiendo
el contubernio como sacrificio, y los intereses personales
como bien común.
Siempre ha habido personajes así, la historia del hombre
está plagada de ejemplos, y la misma historia nos lo ha
retratado en perspectiva, de manera que resulta fácil
desenmascáralos, en el día a día resulta algo más
complicado, pero tampoco es tan difícil encontrar sus
frecuentes contradicciones y cambios mesiánicos e
inesperados de rumbo.
Lo único cierto es que sembrar alarma, señalar con el dedo,
dedicarse en suma a molestar a los que realmente adquieren
compromisos con la realidad, manteniéndose siempre al margen
de la responsabilidad, solo conlleva el desprecio de los que
observan con estupor cómo la deriva política adquiere
ribetes cómicos.
La reforma laboral es un desastre, pero la solución es que
el Estado contrate, los empresarios son unos aprovechados,
para resolverlo es mejor ponerse en manos de los sindicatos,
ellos si que saben, el comercio se hunde, el paro se
dispara, no es cuestión de arrimar el hombro, eso nunca, se
trata siempre de atacar, atacar como la única forma de
aprovechar para subirse a la cresta de la ola del poder, no
porque sepan la solución, no porque su aportación resuelva
la situación, no, es solo que el mejor calmante para un ego
insatisfecho es alcanzar la gloria del poder.
Pero ni aun intentando derribar las estructuras que los
sustentan consiguen llegar a nada, y no es porque no lo
intenten, por todos los medios, no llegan a nada porque
aunque parezca a veces otra cosa, cada persona lleva consigo
un sistema de alarma contra este tipo de individuos, aunque
no siempre la queramos oír, aunque a veces la enmascaremos,
en el fondo sabemos a quien no debemos dejar pasar, su
discurso está demasiado cerca de El Dorado, y todos sabemos
que ese lugar no existe.
Por eso aparecer ahora diciendo que hay que volver a
nuestras raíces resulta no solo fuera de lugar sino hasta
paradójico, puesto que hablar de nuestras raíces no es más
que una forma de salirse por la tangente, de enmascarar una
realidad que les supera, las únicas raíces a las que hay que
volver están en la conciencia de cada uno de nosotros, en
nuestra capacidad para enfrentarnos día a día a nuestros
propios retos y superarlos, desde la firme voluntad de
seguir adelante, siempre.
|