Primero, he de confesar que fuí uno de los muchos que en
principio se mostraron algo reticentes con este nuevo
proyecto, el sufrimiento por nuestra añorada Asociación
estaba muy presente todavía, y sobre todo, el desgaste y
cansancio que nos produjo la lucha ante un Gobierno inerte,
que no tuvo la decencia de dar una respuesta a los muchos
aficionados que luchamos por nuestro club.
Poco a poco fuimos recobrando la ilusión, una ilusión
renovada gracias a este nuevo giro dado por el primer equipo
de la ciudad, que no es otro que la apuesta por los
jugadores de casa, algo muy demandado desde hace varios años
y que, cosas de la vida, ahora se critica por no hacerlo
antaño. Haré mio un proverbio de Diógenes Laercio; “más vale
tarde que nunca”.
Pensamos que tras este giro podíamos estar tranquilos, sin
ser constantemente atacados por el ente federativo; qué
ilusos fuimos. Semana tras semana vemos como el problema se
va recrudeciendo, con la impotencia de no poder hacer nada
al respecto, más que ser meros espectadores de esta lucha de
poder, ya que para nuestros organismos solo somos eso, meros
espectadores.
Después del exilio forzado al Mártinez Pirri, al que nos
vimos abocados los aficionados al Ceuta, gracias cómo no, al
Sr. Gaona (dueño y señor de todo lo que acontece en esta
ciudad), volvimos a la que creimos nuestra casa; ahí estaban
para recordarnos que estamos de alquiler, que ese Alfonso
Murube de césped envidiable que nos dió tantos días de
gloria y era la casa del primer equipo de la ciudad, ya no
estaba, se había convertido en un cortijo donde la
Federación muestra su poder. Todo ello quedó reflejado en el
primer partido del Ceuta en el recién... ¿inaugurado?
Alfonso Murube.
Estaba todo preparado para el retorno del Ceuta a “su
estadio”, instalación con mucho dinero invertido. No podía
ser que un estadio en el cual invirtieron casi un millón de
euros tuviera algún defecto reseñable antes del pitido
inicial; otra vez estábamos equivocados.
Nada más llegar vemos asombrados como la publicidad no es
otra que la de la FFCE, la cual obligó en una nota a no
poner la suya al club, algo previamente acordado y lógico
por ser el organizador del partido. No fue ni la primera ni
la última muestra de poder de la Federación; marcador que no
funciona, torretas de luz que se activan más tarde de lo
normal, un césped en el que el balón no bota con la claridad
que nos querían hacer ver, o una redes del mismo color del
césped que hace que más de uno se ponga bizco al intentar
mirar en la lejanía.
Muchos fueron los que mostraron su disconformidad con todas
estas medidas, con gritos hacia la federación y con
constantes recriminaciones hacia el Gobierno de la Ciudad
que caían en saco roto ante la inoperancia de los dueños del
cortijo.
¿Qué podemos hacer los aficionados? Esa pregunta rondaba la
cabeza de los allí presente en una única respuesta posible;
¡Luchad! Luchad por unos colores, por nuestro club, por unos
jugadores que se dejan el alma, y sobre todo, luchad por lo
que creéis justo y no dejaros amedrentar por un Gobierno que
da sus últimos coletazos, ni por una Federación incompetente
que es capaz de hundir a un club al cual representa.
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