De sainete si no fuera por caer
dentro del campo de la delincuencia. Antes de proseguir,
disculpen los originales autores de la página en Facebook de
este nombre que este escribano del limes acaba de utilizar
para su columna, todo sea por la causa. Gracias amigo
Eduardo Bilbao, compañero en nuestra gijonesa y entrañable
‘Agrupación Montañera Astur Torrecerredo’, por incorporarme
a ella. Y advirtamos a navegantes que, cuando menos, dos
asturianos andan por estas agrestes tierras, tú en Melilla y
yo en Ceuta, siempre Ciudad Querida. Y el que quiera
entender que entienda, escrito está y escrito queda.
Volvamos al cobarde atentado al patrimonio y a la
sensibilidad de los españoles (millones somos los que nos
consideramos, sin más ínfulas, como tales) que supuso el
reciente expolio al monumento a Pedro de Estopiñán,
recordando que Estopiñán fue fundador de Melilla en 1497,
cuyas primeras defensas levantó sobre las ruinas de una
ciudad destruida y abandonada tras la guerra entre los
Reinos de Fez y Tremecén, hoy desaparecidos. Melilla fue
incorporada a la Corona española en 1556 y el Reino de
Marruecos, tal y como es conocido, vino por cierto después
y, si andaba, era en pañales. Tome nota el Comité de marras.
Pero esa es otra historia.
Tras la protesta oficial española, ésta vez por fortuna con
la voz un poco más alta de lo normal (siempre he escrito que
los vecinos marroquíes solo nos respetarán cuando nos
hagamos respetar), el pasado 19 fue detenido en Nador el
activista Said Chramti, viejo conocido y personaje cuyas
circunstancias darían para escribir varias columnas y quién
tras pasar una noche en los calabozos fue liberado el martes
20. El lunes su móvil de siempre permanecía mudo, mientras
que ayer mismo estaba desconectado. Otro teléfono mutante ha
sido el de Yahya Yahya, senador de Su Majestad y alcalde de
Beni Enzar (¡a ver cuando nos tomamos otras gambitas y
platicamos un poco, Yahya, ésta vez pago yo), que estos días
era descolgado por otra persona diferente de su titular y se
hacía el despistado. Según parece, Chramti va a ser acusado
de insulto a funcionarios públicos, organizar
concentraciones no autorizadas y desobediencia a la
autoridad, mientras el Comité de Liberación de Ceuta,
Melilla, Islas y Peñones (y por qué no Cuba y Filipinas),
del que es vicepresidente, niega ahora su participación en
el destrozo de la estatua de Pedro de Estopiñán y el robo de
un brazo de la misma.
Según dice un tal Rachid Benai, el iluminado Comité niega
que tuviera algo que ver con el atentado y que si el brazo
de Estopiñán está en sus manos es después de que se lo
regalaran (sic) los ladrones de la amoladora (“patriotas”
para el Comité), unos jóvenes de Nador. Jóvenes, matizo, que
jamás se habrían atrevido a dar ese paso, una escalada más
en las agresivas acciones del Comité, sin la “luz verde” del
mismo. Y esto no es una opinión, es una afirmación. Lo
curioso es que un individuo como Chramti, aparentemente
siempre tan echado para adelante, se acobarde y no se atreva
ahora a asumir sus responsabilidades, dejando a sus jóvenes
activistas a culo pajarero, en el mejor estilo del capitán
Araña... que embarca a la gente pero se queda en tierra. Hay
una figura jurídica que se llama extradición y dado que Said
Chramti y Yahya Yahya tienen pendientes delitos (presuntos
en principio) en España, podría llegar el momento en el que
en un ‘pis pas’ del complejo y sucio ‘juego’ en la frontera,
Rabat decidiera prescindir de sus peones (tiene otros en
conserva) a cambio de obtener de España alguna pieza mayor.
Yo le sugeriría calma, pero ojo avizor, a la Confederación
Española de Policía (CEP), a ver qué pasa en el juicio y si
hay alguna forma de que el Cónsul General de España en Nador,
Jorge Cabezas, pueda personarse como acusación particular en
nombre del Reino de España. Porque ese es el camino, no lo
duden: no achantarse y, de frente y por derecho, cantar a
las cuarenta cuando haga falta, exigir responsabilidades y,
en último caso, parar en seco la impunidad o al menos hacer
pagar un coste que genere, lisa y llanamente, disuasión. Ese
‘lenguaje’ se entiende a la perfección al otro lado de la
frontera. Duro pues y a la cabeza, sin contemplaciones.
Los paños calientes no sirven ‘pa ná’ y como recordaba el
general Muñoz Grandes (padre), “la diplomacia es muchas
veces como la vaselina y la vaselina solo sirve para dar por
culo”. Digo. Porque una cosa son las tradicionales
reclamaciones oficiales de Marruecos y otra la “diplomacia
paralela” al amparo de los servicios correspondientes.
Porque, créanme, en la frontera nada es casual y Rabat no
da, en su planificada estrategia de tensión-distensión con
el anexionismo como horizonte final, puntada sin hilo.
Y en segundo lugar, una cosa es el activismo reivindicativo
y otra la delincuencia: desde cerrar a las bravas la
frontera, dirigir pedradas contra policías y guardias
civiles o atentar contra el patrimonio histórico-cultural,
como ha sido el último y lamentable caso de la rotura y
expolio de la estatua de Pedro de Estopiñán, sita tras los
muros de Melilla La Vieja. Todo eso está en el historial del
Comité y Chramti (Yahya es más cauto) siempre ha sacado
pecho alardeando de ello, ¿no es así amigo?
Por lo demás, atención, en la rica y plural historia de
España está la tradición de Fuenteovejuna, ¡todos a una! y
cágate lorito. Debemos informar. amablemente, a los jóvenes
activistas del Comité de (la presunta) Liberación de Ceuta y
Melilla, que no es bueno siquiera para la salud entrar a
delinquir en ambas ciudades. Y que también pueden
encontrarse con un ‘quid pro’, es decir, cortés devolución
de las acciones cuándo y dónde menos se lo esperen. ¿A qué
esperamos para organizar un Comité de Liberación de la
España Transfretana? ¡Y a jugar!.
Así que ya saben, metiendo el culo y sacando el pecho:
¡todos somos Pedro de Estopiñán!. Y que cada palo aguante su
vela. Arriba, abajo, Comité de Liberación de Ceuta y Melilla
al carajo. Visto.
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