Llevaba unos días algo maluzquillo.
Creo que era catarro. Por lo cual decidí no ir al Murube el
pasado domingo, como tenía previsto, para ver jugar al Ceuta
en un campo que terminará, más pronto que tarde, llamándose
García Gaona. No hace falta ser augur para anticipar
un hecho que se ve venir. Debido a la fraternidad
evidenciada por nuestro alcalde y el presidente de la
Federación de Fútbol de Ceuta.
De auténtico flechazo debe catalogarse este hermanamiento
entre dos hombres que no cesan de reconocer públicamente que
el entendimiento entre ellos está por encima de lo que digan
quienes están soportando unas imposiciones que atentan
contra los derechos del primer equipo de la ciudad.
En momentos tan complicados, tan sumamente difíciles,
resulta conmovedor que Vivas y García Gaona estén
alardeando de formar un tándem basado en el mutuo
entendimiento porque ambos se admiran desde hace mucho
tiempo. Admiración y respeto que les hace no dudar cuando se
trata de emprender una tarea grata y rentable, como les
proporciona la persecución que emprendieron, hace ya su
tiempo, contra el primer equipo de la ciudad. En versión ADC
o Ceuta a secas.
Grata, porque están probando su masculinidad autoritaria
frente a alguien, a quien ver rendido, es decir, salir
humillado del mal trance al cual le están sometiendo, sería
para esos dos seres, que van cogidos de la mano, una
victoria espectacular de la que se jactarían hasta el fin de
sus días.
Considero, sin embargo, que nuestro alcalde y el presidente
de la FFC cometieron ayer un error táctico, no acudiendo al
Murube, y que ha hecho pensar a los ciudadanos que la pareja
estaba acoquinada. Por más que ahora, a toro pasado, uno
diga que se fue a los chirlos mirlos a disfrutar de unas
vacaciones en un spa de lujo, para aplacar los nervios que
le producen el maltrato que viene recibiendo continuamente
por parte de quienes quieren acabar con esa amistad tan
limpia que mantiene con Juan Vivas. Su compañero de
partido a la par que su amigo del alma.
El otro, o sea el alcalde, alegará que padecía un
enfriamiento y que estando un poco destemplado, creyó
oportuno quedarse en casa acariciando a su gato. Felino que
tanta náusea le provoca a Alfonso Ussía. Así que
ambos decidieron, es decir, Vivas y García Gaona, delegar en
el vicepresidente de la FFC, José María Oliveira, de
quien nunca he dicho ni pío, para que se presentara en el
Murube revestido de poderes omnímodos.
Y, claro es, a punto estuvo de producir un altercado fuerte.
Aunque se puede decir que al vicepresidente de la FFC, con
protección incluida, lo designaron para que se comiera el
marrón. ¡Qué pena de misión! Por lo cual no estoy dispuesto,
salvo excepción ineludible, a mencionar más en este espacio
a quien no tuvo inconveniente en ir al Murube a hacer
cumplir las normas dictadas por dos íntimos amigos, alcalde
y presidente de la FFC, con el ánimo de perjudicar al primer
equipo de la ciudad. Seguramente se prestó a ello buscando
sus cinco minutos de gloria. Pues ya los ha conseguido. Con
ilustración gráfica además.
Ahora bien, ¿desea usted saber que hay detrás del
ensañamiento contra los directivos del Ceuta, y el asunto de
la publicidad, al margen de lo grato ya explicado? Fácil: lo
rentable. Llámense facturas fraccionadas o lo que yo sé…
Silencio, pues. De momento.
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