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OPINIÓN - DOMINGO, 18 DE NOVIEMBRE DE 2012

 
OPINIÓN / COLABORACION

No valen justificaciones: se necesita savia nueva

Por Ramón J.


Las convocatorias sindicales en Ceuta siempre adolecen del poder de concurrencia que desatan en otros lugares de la península. Aquí se aprecia o un hastío generalizado a la sensibilidad social o un cansino y reiterativo menoscabo a quienes en teoría se erigen en paladines del liderazgo que, a la vista de los resultados, machaconamente se aprecia que no es tal.

Tengo 30 años y no ha conocido a otro secretario general en Comisiones obreras que no sea Juan Luis Aróstegui. Y a fuerza de ver siempre las mismas caras y escuchar el mismo mensaje catastrofista, uno llega a la conclusión de que se exagera la nota o que hay intereses turbios en los planteamientos. En unos momentos en los que los sindicatos sufren un menoscabo producto de sus prebendas (subvenciones públicas por varios conductos y exceso de liberados sindicales que se ha visto reducido tras años de ejercicio), lo cierto es que se impone la reflexión en este colectivo, porque es muy posible que la indiferencia hacia sus mensajes y proclamas sea la respuesta a años de acción sindical política más que social.

Antonio Gutiérrez, ex secretario general de CCOO, pasó del sindicato a la lista del PSOE y sólo es un ejemplo como podrían darse otros. Por ello, si en la actividad política se considera que más de ocho años, es decir, dos legislaturas, es un exceso, a nivel sindical, estos vitalicios dirigentes deberían de ir pensándose de dar un paso atrás y dejar pasar a gente nueva, con ideas renovadas, sin “quemar” por su pasado que pesa más de la cuenta y efectuar una catarsis para profundizar en un examen interno de lo que pasa, de lo que está pasando y hacia donde quieren ir realmente.

Los políticos, cuando pierden elecciones o no obtienen los resultados electorales que se les exigen, son cuestionados y abocados a dimitir “por el bien del partido”. A nivel sindical, sería deseable y muy oportuno que, aquéllos que han demostrado su incapacidad para movilizar masas, aunque sea en Ceuta, dejen el liderazgo a otros porque ya conocen el viejo refrán de que “de imprescindibles están las tumbas llenas”.

No deja de ser patético que en los últimos treinta años se hayan visto las mismas caras, con alguna arruga más y menos pelo, de los personajes que se aferran a luchar contra el tiempo, como si éste no pasara por ellos ni por sus cargos.

Aquí, en Ceuta, tal vez seamos muy apáticos para echarnos a la calle, pero también hay que reconocer que los discursos reivindicativos pueden estar manidos y los mensajes más que machacados. Se necesita savia nueva y, posiblemente, otra forma de incentivar al ciudadano. Recomendamos una reflexión profunda en vez de promover la rebeldía por no decir el cabreo. Hay que ser analíticos, depurar responsabilidades, profundizar en la relación causa-efecto y en revitalizar la acción sindical con fuerza, con nueva fuerza.No valen justificaciones a estas alturas. Ya han sido muchas las manifestaciones y concentraciones que no logran reunir a la ciudadanía necesaria para validar una protesta medianamente notable. Echar siempre la culpa a otros, es una forma de justificar el propio fracaso. Son excusas de mal pagador.

Los sindicatos han de ser prácticos y razonar las consecuencias de sus reiterados fracasos. No deja de ser digno y saludable reconocer errores y enmendarlos. La altanería, la prepotencia, el orgullo mal entendido, nunca llevará a la solución. Se requiere una terapia, casi quirúrgica, para extirpar el mal. Y éste, posiblemente, no está muy lejos de los actuales líderes que, como el mal alumno, con las notas de sus calificaciones negativas, echa la culpa de sus desdichas al profesor.

Hay que aplicarse en aprender la lección y ésta, en la última huelga del 14 de noviembre, dio una lectura muy sucinta y clara: Fracaso estrepitoso. Y al buen entendedor…con pocas palabras basta.
 

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